Diccionario de enfermedades

Osteomielitis (Infección del hueso)

Radiografía de un hueso de rodilla con una infección
Una osteomielitis es una infección del hueso. Las osteomielitis se clasifican según el tiempo de evolución en:

  • Osteomelitis aguda. El tiempo de evolución son días o semanas.
  • Osteomelitis crónica. El tiempo de evolución son meses o años. Se caracteriza porque existen zonas del hueso muertas, separadas del resto de hueso vivo.
Además se clasifican en función del camino por el que llega la infección. Puede venir desde la sangre, lo que se denomina osteomielitis hematógena, o desde otro foco, lo que se denomina osteomielitis no hematógena, generalmente una herida o úlcera cercana desde la piel, traumatismos o fracturas, heridas quirúrgicas o infecciones en articulaciones.

Las osteomielitis son más frecuentes en personas con diabetes, encamadas con úlceras de decúbito, personas con prótesis articulares o clavos dentro de los huesos, o en personas con falta de riego a alguna extremidad, por ejemplo como consecuencia de una enfermedad arterial periférica.

Las osteomielitis suelen ser producidas por bacterias. Las osteomielitis no hematógenas suelen ser producidas por bacterias que viven en la piel, generalmente estafilococos, aunque en muchas ocasiones son producidas por varias bacterias distintas (polimicrobianas).

¿Qué manifestaciones clínicas produce?

  • Osteomielitis no hematógena:
  1. Osteomielitis aguda:
    Se caracteriza por dolor en la zona de la infección, que puede aumentar con el movimiento. Generalmente la zona está inflamada, enrojecida y dolorosa a la palpación. Con frecuencia se asocia a fiebre y escalofríos. Cuando es una infección transportada por la sangre que afecta a huesos más internos (pelvis, cadera, vértebras) suele haber dolor local, no se observan signos de inflamación (los huesos están profundos) y frecuentemente no hay fiebre.
  2. Osteomielitis crónica:
    Se suele caracterizar por dolor en la zona de la infección asociado a enrojecimiento local. En ocasiones aparece un pequeño agujero en la piel que supura. Se debe a la infección en el hueso, la cual busca un camino para liberar el pus. En la osteomielitis crónica no suele haber fiebre. La osteomielitis crónica es difícil de diagnosticar cuando existe cerca una prótesis o cuando se produce en una zona donde existe una úlcera crónica de la piel. En esta última situación se acepta que existe una infección del hueso si la úlcera de la piel es difícil de curar y si se sitúa sobre una prominencia ósea. También se debe sospechar en ella si una fractura no termina de consolidarse. Cuando introduciendo un objeto metálico por una úlcera de la piel se toca hueso, algunos estudios sugieren que se puede asumir que existe una osteomielitis.
  • Osteomielitis hematógena:
    En estas circunstancias la bacteria que produce la infección del hueso llega desde la sangre, es decir, es necesario que alguna bacteria haya pasado primero a la sangre (bacteriemia) para posteriormente llegar al hueso. Esta forma de presentación es más frecuente en niños y en personas que se inyectan drogas por vía intravenosa, aunque también se puede observar en cualquier situación que facilite el paso de bacterias hacia la sangre, como por ejemplo un catéter insertado en una vena, desde la orina, el intestino, la piel o cualquier otra localización. Los lugares más frecuentes de localización de la infección por vía hematógena son las vértebras (espondilodiscitis) aunque puede afectarse la pelvis, la cadera, o cualquier otro hueso.
Clínicamente se caracteriza por las mismas manifestaciones clínicas que las osteomielitis no hematógenas. Sin embargo suele haber con más frecuencia afectación de zonas especiales con una sintomatología concreta, como la afectación de las vértebras (espondilodiscitis), de la pelvis, del esternón o de los huesos largos.

En general en todas ellas se produce dolor en la zona, que puede ser también dolorosa a la presión. Si la afectación es de un hueso superficial puede verse enrojecimiento local. Puede cursar con fiebre alta e intenso dolor local o, en ocasiones, sin fiebre o con fiebre leve y dolor escaso, lo que dificulta su diagnóstico.

Diagnóstico de la osteomielitis


En las osteomielitis no hematógenas el diagnóstico debe sospecharse ante una herida que no se cure, ante el aumento de dolor en la herida, ante una fractura que no llegue a consolidarse o ante la aparición de un trayecto fistuloso a través de la piel. En los diabéticos es muy frecuente y debe sospecharse ante una herida (por ejemplo en el pie) que no se cura y que llegue hasta el hueso. La confirmación es difícil en ocasiones, sobre todo cuando existe una prótesis, o en personas con diabetes y heridas frecuentes en la piel, generalmente asociadas a falta de riego o falta de inervación. Se deben hacer radiografías de la zona, TAC o una gammagrafía. Se debe también obtener un cultivo de la zona, en muchas ocasiones tras hacer una biopsia del hueso.

En las osteomielitis hematógenas deben obtenerse cultivos de sangre, si bien en muchos casos son negativos, lo que no descarta su existencia. El germen más frecuente es también el estafilococo.

Complicaciones de la osteomielitis


Las complicaciones de una osteomielitis pueden ser la aparición de una fístula desde el hueso hacia la piel, la infección del tejido adyacente (celulitis), la formación de una colección de pus (absceso) donde difícilmente llega el antibiótico, la afectación de una articulación cercana (artritis séptica), el paso de la infección a la sangre (sepsis), la deformidad del hueso, la fractura del hueso o la aparición de un cáncer local.

Tratamiento de la infección del hueso


El tratamiento suele combinar la limpieza quirúrgica de la zona junto con tratamiento antibiótico.

La limpieza quirúrgica puede ocasionalmente requerir la retirada de cualquier material artificial que haya en la zona. En general, cuando después de un tiempo prolongado de tratamiento antibiótico persista la infección o haya una recurrencia de la misma.

El tratamiento antibiótico debe ser idealmente dirigido, es decir, tras conocer la bacteria responsable y realizar un antibiograma. Dado que en muchas ocasiones los hemocultivos, los cultivos del exudado local o incluso de la biopsia del hueso son negativos, se debe ofrecer un tratamiento antibiótico empírico, es decir a ciegas, que cubra a la mayoría de bacterias implicadas en estas infecciones, generalmente con varios antibióticos a la vez. El tratamiento debe ser prolongado, en general durante un mínimo de 6 semanas. Si hubiera algún material artificial en la zona debe prolongarse durante más tiempo con antibióticos orales.
Aunque esta información ha sido redactada por un especialista médico, su edición ha sido llevada a cabo por periodistas, por lo que es un contenido meramente orientativo y sin valor de indicación terapéutica ni diagnóstica. Recomendamos al lector/a que cualquier duda relacionada con la salud la consulte directamente con el profesional del ámbito sanitario correspondiente.