Diccionario de enfermedades

Espondilodiscitis

Persona con dolor de espalda y la columna vertebral inflamada
Una espondilodiscitis es una infección que afecta al disco intervertebral, las almohadillas que hay entre las vértebras. Con frecuencia se acompaña de la infección de la propia vértebra, lo que se denomina espondilitis. Suele aparecer en personas mayores de 50 años.

¿Cuál es la causa de la espondilodiscitis?


En general se trata de una infección aguda que puede proceder:
  • De la sangre. Es la vía de llegada más habitual. Suele deberse a que una bacteria pasa al interior de la sangre desde cualquier localización (desde la orina, el intestino, la piel, etc.) y posteriormente, tras viajar por la sangre, alcanza una vértebra y/o el disco intervertebral. La espondilodiscitis puede producirse también tras la llegada de infecciones localizadas en otra zona del cuerpo, por ejemplo, pueden llegar bacterias procedentes de una infección del corazón (endocarditis), o desde infecciones de las venas en personas en hemodiálisis o en personas que tienen una vía (catéter) insertado, así como en drogadictos que se inyecten sustancias en vena. Algunas enfermedades infecciosas generalizadas, tienen una especial predilección por afectar al hueso como la brucelosis (fiebre de malta) o la tuberculosis.
  • Infección local. Se produce tras infecciones cercanas, traumatismos abiertos sobre la columna, procedimientos locales (inyecciones de alguna sustancia) o tras cirugía a ese nivel.
Esta infección es más frecuente en diabéticos, personas con defensas bajas por cualquier motivo, en personas con cirugía previa de columna, que tienen artrosis de columna o que reciben tratamiento con cortisona o con otras medicinas que bajan las defensas.

Los gérmenes que con más frecuencia producen espondilodiscitis son los estafilococos, aunque puede haber otras muchas bacterias responsables. Como ya se ha comentado, dentro de ellas la afectación de la columna por Brucela o por tuberculosis no son infrecuentes en nuestro país.

Síntomas de la espondilodiscitis


Clínicamente suele manifestarse por dolor progresivo en la zona de la columna afectada, que puede aumentar con el movimiento o al presionar sobre la zona. Puede o no acompañarse de fiebre. El dolor puede extenderse por el pecho, el abdomen, la ingle, escroto, periné, etc. Dado que el dolor en la columna puede deberse a numerosas enfermedades es frecuente que la infección pase desapercibida durante un tiempo y el paciente haya necesitado acudir al médico de atención primaria o a la urgencia hospitalaria en varias ocasiones antes de ser diagnosticada. El dolor progresivamente va aumentando de intensidad a lo largo de semanas o incluso meses. En ocasiones la infección se extiende localmente produciendo un absceso (colección de pus) en la zona, que puede incluso comprimir a la médula espinal, lo que produce dolor intenso que se irradia por la zona inervada por el nervio o raíces nerviosas que comprime.

¿Cómo se diagnostica la espondilodiscitis?


La espondilodiscitis se puede sospechar por la presencia en sangre de signos inespecíficos que sugieren una infección, como aumento de los glóbulos blancos (leucocitosis) o aumento de la PCR (Proteína C reactiva), datos que, sin embargo, no siempre se encuentran alterados.

El diagnóstico suele realizarse con un TAC de la columna, una resonancia magnética nuclear de la columna o mediante una gammagrafía que demuestra captación de una sustancia radioactiva a dicho nivel indicativa de infección. Se deben sacar cultivos de sangre (hemocultivos) para ver si hay crecimiento de alguna bacteria en sangre. Si los hemocultivos son negativos, se debe hacer una punción del absceso si existiera, o una biopsia de la vértebra guiada por TAC y cultivar el material obtenido para conocer la bacteria responsable y poner así el antibiótico adecuado. Debe también descartarse la posibilidad de una infección por Brucela (brucelosis o fiebre de Malta) o una tuberculosis con los apropiados análisis de sangre.

En pacientes con enfermedad previa de las válvulas cardiacas, en pacientes en insuficiencia cardiaca o en aquellos en los que se detecte una bacteria en sangre cuyo origen sea desconocido, se debe descartar la presencia concomitante de una endocarditis solicitando un ecocardiograma.

¿Cuál es su tratamiento?


El tratamiento es la administración prolongada de antibióticos, generalmente un mínimo de 6 semanas. Idealmente se debe haber obtenido una confirmación de la bacteria responsable y su sensibilidad a antibióticos. Si no se hubiera obtenido esta confirmación microbiológica se debe iniciar tratamiento antibiótico empírico (a ciegas) combinando varios antibióticos. Cuando hay un absceso es necesario, en ocasiones, tratar durante más tiempo. En general el tiempo de tratamiento puede controlarse realizando pruebas radiológicas para ver la evolución y mediante análisis de sangre que indican la actividad infecciosa.

La cirugía puede estar indicada en diferentes situaciones, aunque raramente se precisa. Estas situaciones son la presencia de déficit neurológicos que indican que hay una compresión de la médula espinal o de las raíces nerviosas que salen de ella, o cuando haya un absceso al lado de la médula espinal (abceso epidural o paravertebral).
Aunque esta información ha sido redactada por un especialista médico, su edición ha sido llevada a cabo por periodistas, por lo que es un contenido meramente orientativo y sin valor de indicación terapéutica ni diagnóstica. Recomendamos al lector/a que cualquier duda relacionada con la salud la consulte directamente con el profesional del ámbito sanitario correspondiente.