La autonomía estratégica se ha convertido en el gran caballo de batalla aquí en Bruselas. En las últimas semanas, el concepto ha pasado de boca a boca de dirigentes, comisarios, empresarios, representantes públicos y empresariales. Lo hemos debatido con las materias primas, los combustibles fósiles y con la tecnología, pero resulta llamativo que apenas se haya hablado de las sustancias de origen humano. O SoHO, cogiendo el acrónimo utilizado en inglés (Substance of Human Origin).

El nuevo reglamento en el que estamos trabajando desde Bruselas fusiona y actualiza la legislación existente en un mismo texto. El calendario es ambicioso. Este mes de marzo proponemos las enmiendas con el objetivo de que en el mes de septiembre se lleve al pleno de la Eurocámara para su votación.

¿Qué se agrupan dentro de las SoHO? Sangre, tejidos, células, gametos y órganos. Sustancias todas ellas esenciales para salvar la vida a miles de personas día a día a través de transplantes o transfusiones, lo que genera una necesidad evidente si nos centramos en la urgencia médica. Su aplicación es variada, desde desordenes sanguíneos, cirugías, quemaduras o fallos orgánicos. Pero, mirando más allá, la importancia se eleva exponencialmente si sirven como “materias primas” para terapias avanzadas y otras innovaciones biotecnológicas personalizadas.

Arrancaba el artículo hablando de autonomía estratégica. Puede parecer que las reservas de estas sustancias de origen humano no tienen punto de comparación con el gas natural o el litio. Pero si ponderamos que es nuestra salud la que está en juego y que Europa es deficitaria en algo tan básico como el plasma sanguíneo, la perspectiva cambia. ¿Sabían que el 40% del plasma utilizado en la UE para desarrollar medicamentos proviene de los EE UU?

Si Europa no quiere vivir ajena a esta realidad tiene que tomar cartas en el asunto. Y así lo estamos haciendo desde la Eurocámara con este nuevo reglamento. En 20 años la legislación sobre sangre y tejidos ha quedado obsoleta y no reflejaba la evolución sanitaria y social. Es evidente: en estas décadas han surgido nuevos riesgos de enfermedades infecciosas y las biotecnologías disponibles para aprovechar sangre, tejidos y células para uso clínico han evolucionado considerablemente. Sobra decir que las SoHO requieren una legislación específica porque cada sustancia es única y no es posible su producción en masa. Desde la extracción hasta el transporte, cada paso que se da con este tipo de sustancias debe satisfacer los más altos estándares de control y seguridad.


"Si el futuro de la medicina para por la personalización y por el uso de nuestros propios tejidos, mejorar la recolección y la sensibilización sobre este reto debe ser una prioridad"



Una de las propuestas que estamos debatiendo para aumentar los niveles de colecta de plasma sanguíneo pasa por la coexistencia de sistemas de colecta públicos y privados para aquellos Estados Miembros que así lo deseen, como ya ocurre en Alemania. También considero interesante la apuesta por una compensación “financieramente neutra” para el donante, es decir, que se le compense por los gastos e inconvenientes derivados de la donación para evitar su desincentivo aplicando la misma lógica que ya empleamos en España en el caso de la donación de óvulos o de esperma.

Para atajar la problemática de forma holística propondré que los Estados Miembros desarrollen o refuercen programas de plasmaféresis y que la Comisión Europea adopte una estrategia común para garantizar la autonomía europea en el suministro de SoHOs.

Si el futuro de la medicina para por la personalización y por el uso de nuestros propios tejidos, mejorar la recolección y la sensibilización sobre este reto debe ser una prioridad para los estados miembros de la UE. Es una cuestión de no depender de terceros países, sí. Pero sobre todo es una cuestión de enfocar al futuro los recursos sobre los que se sustentará una medicina personalizada y de vanguardia.