Decíamos en esta misma sección hace ahora justo dos años que pese a las muchas prevenciones que inspiraba esta técnica, todo parecía indicar que tarde o temprano alguien lo acabaría haciendo en España, como así ha sido. Hace dos meses que se llevó a cabo la primera intervención en el Hospital Clinic i Provincial de Barcelona. La ley de Murphy es inexorable.


"El trasplante de útero no es que sea un paradigma de eficiencia en cuanto al objetivo último, el nacimiento de un niño sano"


Comentábamos entonces que se trataba de un tema complejo, con dificultades técnicas importantes, aunque desde luego no insalvables ya que en el mundo se han producido ya unas 70 intervenciones de este tipo con viabilidad del útero (y un número no bien determinado de fracasos porque éstos no suelen publicitarse, pero en todo caso abundante), con no más de 20 niños nacidos de estas madres trasplantadas: no es que sea un paradigma de eficiencia en cuanto al objetivo último, el nacimiento de un niño sano. De hecho, el artículo al que antes nos referimos, de hace dos años, lo escribí sobre la base del primer niño nacido tras un trasplante de útero de donante fallecido en Sao Paolo, ya que, hasta entonces, los cirujanos suecos y norteamericanos solo habían conseguido el nacimiento de 11 niños de 40 intentos, pero todos con donante viva, algo técnicamente más simple, pero también con más dudas éticas.

El problema es sobre todo de relación riesgo / beneficio, algo en lo que ya hizo especial hincapié el comité de bioética de la ONT, presidido por el profesor Diego Gracia en su informe de 2016, recomendando entonces la donación de personas fallecidas, precisamente para paliar en parte estos riesgos a la donante en una intervención que, no lo olvidemos, no está indicada para tratar un problema vital como es el caso de los trasplantes de órganos en general.

En este caso, y tal como consta en la información publicada en ABC, el Hospital Clinic venía planeando realizar la intervención desde al menos hace año y medio. Como todo trasplante experimental requería su presentación a la ONT para su posterior discusión por parte de la Comisión de Trasplantes del Consejo Interterritorial donde expertos de las 17 CCAA tienen que elaborar un informe, antes de llevarlo a cabo. Es el mismo procedimiento que se viene llevando a cabo desde hace dos décadas con los trasplantes de cara, de brazos o de cualquier tipo cuyo uso no está aún consolidado y que deben ser aprobados caso por caso.

Se trataba de dos hermanas, la menor con el síndrome de Mayer-Rokitansky, una agenesia de útero, pero con ovarios, morfología y perfiles hormonales femeninos normales, y la mayor aún en edad fértil, con un embarazo previo y en principio sin deseos de más descendencia. Técnicamente irreprochable, pero con algunas dudas que surgen al considerar otros aspectos nada desdeñables.

¿Por qué un trasplante de útero para tener hijos?


El primero es una pregunta ingenua: ¿No habría sido más fácil en un caso tan claro como éste llevar a cabo una gestación subrogada? Por descontado que no está autorizada en España (para mí en casos como éste incomprensiblemente pues es evidente que se trataría de un acto altruista y sin coacción, exactamente igual que para la donación de órganos), pero uno no deja de pensar que un viaje a California habría sido una solución más simple y menos agresiva y costosa, aunque menos mediática, al problema médico de esta paciente que en principio es lo que se trata de resolver.


"El informe del Consejo Interterritorial con el que se venía interactuando desde hacía meses fue obviado por el equipo trasplantador que no esperó a que se produjera la decisión del comité de trasplantes para realizar la intervención"


El segundo es la no utilización de una donante fallecida como parece que recomendó en su momento la Comisión de Trasplantes. Como en el caso de los trasplantes de cara no es fácil encontrar la donación adecuada pero dado el periodo transcurrido, resulta estadísticamente casi seguro que se habría logrado, ahorrando la intervención a la hermana, que por otra parte, aunque haya expresado su deseo de no tener más descendencia podría perfectamente cambiar de opinión en el futuro.

El tercero es el momento elegido para realizar el trasplante, en medio de la segunda ola de la pandemia, con una presión hospitalaria importante de enfermos Covid y no Covid, y un compromiso importante de la donación y el trasplante tanto de donante fallecido por saturación de las UVI como de donante vivo, mantenido a bajo ritmo por los riesgos de contagio. No me quedan muy claras las razones por las que esta intervención ha podido ser una prioridad sanitaria para el hospital que la ha llevado a cabo, con la que está cayendo.

Pero con todo, la mayor duda que plantea esta “hito de la medicina española”, como se le ha calificado en algún medio (en todo caso lo sería cuando haya un embarazo a término), es el modus operandi. El informe del Consejo Interterritorial con el que se venía interactuando desde hacía meses fue obviado por el equipo trasplantador que no esperó a que se produjera la decisión del comité de trasplantes para realizar la intervención.

¿Quién decide si se hace un trasplante o no?



"Los casos de los trasplantes de cara en España no estuvieron exentos de tensiones entre los expertos de la ONT y los equipos de trasplante"


Nada hay que reprochar desde un punto de vista estrictamente legal, ya que este informe no habría sido vinculante. No podía serlo porque en contra de lo que piensan muchos, el ministerio a través de la ONT no tiene más competencias en trasplantes que en otras áreas de la sanidad, es decir la mera coordinación, la legislación general y poco más, pero el problema es mucho más sutil y si se me apura, bastante más grave. Si las cosas han funcionado bien durante estos 30 años, ha sido por un firme compromiso de todos, logrado con mucho esfuerzo, de respetar los acuerdos y la forma de actuar pactadas entre profesionales, comunidades, ciudadanos y todos los agentes que intervienen en el proceso de donación y trasplante.

Las decisiones de esta comisión sobre la que ha girado toda le gestión de la ONT a lo largo de los años, pese a su carácter no vinculante, fueron siempre acatadas por todos, aunque por ejemplo en los casos de los trasplantes de cara no estuvieron exentas de tensiones. Son y han sido una forma civilizada de trabajar, unos pactos entre caballeros basados en la confianza, de cuyo cumplimiento nos beneficiamos todos y sobre todo se ha beneficiado la sociedad española.

Sinceramente no estoy muy seguro de que la consecución del “hito” haya justificado esta forma de actuar, saltándose estos pactos con los daños colaterales que ello sin duda ha dejado. Sin duda corren malos tiempos para la lírica, pero ¿realmente hacía falta toda esta historia?