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4 may. 2015 11:11H
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Aunque nuestra utilización de Internet lleva posiblemente un retraso de unos quince años en comparación con los EE.EE, hay que soslayar que desde hace algunos años Internet se ha convertido en España en la referencia obligada de todo aquel que busca información sobre salud y medicamentos.

Profesionales sanitarios y no profesionales acuden a la red en busca de la información que se necesite. La figura del paciente buscando en la enciclopedia de casa y ciertos libros de consulta, ha sido sustituida por un paciente que busca en Internet sobre la enfermedad que sospecha tener y después de visitar al médico, comprueba que efectivamente el diagnóstico se corresponde con los síntomas y con el tratamiento (en todo ello tiene mucho que ver el “Doctor Google”). La relación médico-paciente aumenta con el paciente instruido, participativo y colaborador, e Internet no es un obstáculo, sino un potenciador de esta relación. Nuestros estudios nos demuestran este resultado, que contrasta con los que a priori y sin estudiarlo dicen y piensan que Internet es un obstáculo la praxis médica y la relación médico-paciente.

Hemos desarrollado estudios de calidad de Internet en cuanto a las necesidades de información que satisface este escenario para con los medicamentos. Los resultados sobre los contenidos esenciales de la información de los medicamentos de prescripción han sido de escándalo, pues de las 8.251 páginas estudiadas de webs en español, sólo 36 (0.4 % del total) fueron consideradas de utilidad para el paciente.

Las ventas y compras por Internet de productos relacionados con la salud son por otra parte preocupantes, el engaño y los productos “fake” (falsos) son habituales. Por poner algún ejemplo de actualidad, resulta que algunos escultistas sufren las consecuencias del efecto “fluffing” (espongiforme) que es un tipo de grave deterioro sobre la musculatura, pues se inyectan localmente sustancias de efectos perniciosos de un producto denominado Synthol, que además tiene dos registros con el mismo nombre, de diferente actividad y utilidad (uno dar brillo a la piel, el otro un locutorio) lo que llega a confundir mucho más al consumidor. Y es normal que, en aras de la salud pública, las instituciones censuren la compra de productos farmacéuticos fraudulentos por Internet sin el control que hoy día puede establecerse y que pueden ejercer los Estados.

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José Luis Alloza, farmacólogo clínico del departamento de Ciencias Biomédicas de la Universidad de Alcalá.

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