Ya en la antigua Grecia el fabulista Esopo clamaba que “las palabras que no van seguidas de hechos, no valen nada” y muchos siglos después en los que podríamos pensar que el ser humano ha evolucionado en positivo constatamos lamentablemente que continuamos incurriendo en los mismos errores que nos llevan a seguir sin resolver los mismos problemas.

Palabras y más palabras es lo que hemos escuchado las más de 300.000 enfermeras y enfermeros de nuestro país por parte de nuestros representantes políticos sobre nuestro encomiable trabajo, esfuerzo y dedicación en la crisis de la COVID-19 pero cuando ha llegado el momento de demostrar con hechos que realmente valían algo hemos vuelto a recibir desprecio, desdén y rechazo por parte de algunos de ellos.

Los partidos políticos han decidido ya la lista inicial de comparecientes en la tan esperada Comisión central para la Reconstrucción Social y Económica de nuestro país para aportar sus propuestas de cara a mejorar nuestro Sistema Nacional de Salud (SNS) y no han considerado oportuno la elección de ninguna enfermera o enfermero.

Como “premio de consolación” se ha decidido que un representante de nuestro colectivo profesional, que no olvidemos que es el más numeroso del SNS, participe en un subgrupo de trabajo, es decir, nos vuelven a considerar profesionales de segunda categoría. Algo que ha ocurrido por la presión ejercida por políticos que forman parte de corrientes lideradas por médicos que, aunque son minoritarias, tienen clara capacidad e influencia en los órganos de decisión de algunos partidos.

Las enfermeras y enfermeros hemos estado en primera línea para combatir esta epidemia con el único objetivo de salvar vidas y hemos sufrido como nadie el miedo a perder nuestra propia salud y ahora ha llegado el momento de realizar un análisis de lo sufrido y también de los graves problemas detectados en nuestro sistema sanitario.

Ha llegado el momento de proponer medidas que reconforten y fortalezcan nuestro sistema sanitario, no ya solo para abordar con plenas garantías y seguridad ésta y futuras crisis sanitarias en materia de salud pública, sino también para resolver las precarias y preocupantes deficiencias estructurales que han aflorado y puesto en riesgo la vida de miles de personas, muchas de las cuales llevamos desde SATSE alertando, denunciando y proponiendo soluciones para ellas desde hace muchos años.

No queremos ni compartimos que los de siempre cuenten lo de siempre para no resolver nada, como siempre. Es necesaria la entrada del aire fresco e innovador que aporta la visión enfermera. Ya está bien de los adivinos de siempre conocidos por todos y que nunca han resuelto nada, más allá de mullir entre bastidores contiendas espúreas cargadas de intencionalidad para que parezca que cambia todo sin que en realidad cambie nada.

Nosotros apostamos por sacudir el polvo de las cantinelas manidas de siempre y apostar de verdad por reformar y renovar nuestro sistema sanitario, y eso no es posible sin la participación real y efectiva desde el primer momento de quienes mejor conocen nuestro sistema sanitario, es decir, las enfermeras y enfermeros.

Aunque algunos lo quieran olvidar, las enfermeras y enfermeros somos los únicos profesionales cualificados y universitarios que garantizan la atención sanitaria y cuidados a los pacientes y ciudadanos de manera ininterrumpida las 24 horas del día de lunes a domingo, y somos los mismos que han asegurado la atención sanitaria y cuidados a los pacientes ininterrumpidamente durante esta grave pandemia.

No somos heroínas ni héroes, somos profesionales que queremos que se nos valore en lo que merecemos y que nuestra voz sea escuchada y tenida en cuenta en las Cortes Generales que nos representan a todos para que una nueva crisis, como la de la COVID-19,  no nos golpee con la virulencia que lo ha hecho la actual y que nuestro sistema sanitario atienda mejor y con más seguridad y garantías a todos los ciudadanos.

Las enfermeras y enfermeros no queremos más, pero tampoco menos, y lo que tenemos claro es que no vamos a tolerar ni un solo desprecio más por parte de aquellos que buscan dividir y discriminar porque lo que quieren, en definitiva, no es el interés general sino el propio.