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27 sept. 2015 22:44H
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“Gran parte de la prudencia consiste en preguntar”. Francisco de Vitoria.

Con este título, mejor comenzar este artículo con una definición de prudencia: “Capacidad de pensar, ante ciertos acontecimientos o actividades, sobre los riesgos posibles que estos conllevan, y adecuar o modificar la conducta para no recibir o producir perjuicios innecesarios”.

¿Y a qué viene esto?, se preguntará alguien. Pues me explico. Estos días estamos conociendo un caso de auténtico escándalo relacionado con el fabricante de los coches Volkswagen, en el que parece que se ha producido un fraude de dimensiones milmillonarias. Yo, que soy del sector sanidad, viví en una etapa de gestor el boom de 'Superlópez', aquel ingeniero español que revolucionó el mundo de la industria automovilística, polémico por su fichaje estrella a cargo de Volkswagen, que ocasionó una crisis entre fabricantes de coches y un pleito que terminó en un acuerdo que movió miles de millones. El Insalud pensó y dijo, “si mi presupuesto de compras es de 210.000 millones de pesetas, ¿quién mejor para asesorarnos que el gran 'Superlópez?', genio de las compras, hombre de moda en la gestión, si es bueno este gestor para hacer coches, también lo será para gestionar compras en nuestra sanidad. Y recuerdo cómo allá por octubre de 1996 el Insalud reunió a los gerentes con José Ignacio López de Arriortúa, 'Superlópez', entonces en lo más alto de la cresta de la ola. Y claro, ahora viendo por el retrovisor lo que sucedió, tenemos que decir que afortunadamente y para el bien de la sanidad, los experimentos, con gaseosa.

El mundo de la sanidad es especial, y lo es por sus profesionales, su actividad, por el tipo de servicio que presta y las numerosas peculiaridades que tiene. Hacer cambios en un sistema que ha demostrado ser eficiente, aunque todos reconocemos que es necesario hacer mejoras, cambios en algunas cosas, aumentar la eficiencia y afrontar reformas que sean avaladas y consensuadas, desprovistas de incertidumbres y desde luego con seguridad por encima de todo, obliga a actuar con prudencia y aplicar el conocido “parar, pensar y actuar”, clave para no cometer errores imprudentes.

Estamos viendo estos días dos ejemplos que debemos tener en mente. Uno es el que estamos viviendo como secuela del desafortunado cambio introducido en Madrid con el modelo de área única, en lo que se refiere a la Atención Primaria. Se denunció por activa y por pasiva que esto era un desastre, que no era un cambio positivo, que había un caos organizativo en toda la gestión de la Atención Primaria, y así ha quedado demostrado con ocasión de la “recolocación” de los desplazados por las últimas OPE y traslados. La nueva Dirección General de Recursos Humanos, y con su director al frente, ha constatado el desastre que existe y han heredado de la Gerencia Única de Atención Primaria, de cuyo gerente ya cesado no puedo decir nada positivo. Un error de concepto y un gestor incompetente han ocasionado un problema de dimensiones descomunales. La disposición, el entendimiento, el talante y la prudencia de quien ahora dirige la Dirección General espero y confío que sea capaz de revertir esta situación. Los grandes profesionales que trabajan en la Atención Primaria se lo agradecerán y además se lo merecen.

El otro ejemplo del que quiero hablar es el de la propuesta lanzada por José Manuel Freire, portavoz de Sanidad del PSM en la Asamblea de Madrid. En la noticia publicada en Redacción Médica, titulada 'Freire pide a los profesionales sanitarios que se “rebelen” contra las OPE', hace un llamamiento a la rebelión, a la revolución de los profesionales y cuestiona el modelo de acceso a los puestos en la sanidad pública. Y no puedo estar más de acuerdo en la necesidad de hacer un cambio profundo en el modelo, pero también con una idea básica, la de la prudencia. El acceso sin garantizar la libre concurrencia, el mérito, la capacidad y la igualdad, es un riesgo que no podemos asumir.

Sentarse a debatir un modelo, consensuarlo con los profesionales y los políticos, es una necesidad. Pero cuidado, que experimentos que terminan mal todos conocemos. Hay que ser valientes, sí. Hay que tener ideas, también. Hay que arriesgar, pero con gran seguridad. Hay que revolucionar, innovar, cambiar, pero con prudencia y respetando los principios anteriormente mencionados, siempre con acuerdo y dentro de un gran pacto que sea válido para todas las comunidades autónomas, pues hacer cosas diferentes y poner trabas al acceso y movilidad de los profesionales sería un riesgo que debemos evitar.

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