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14 feb. 2013 18:29H
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Por Juan Antonio Marqués, director gerente del Departamento de Salud de Marina Baixa (Alicante). También firman este artículo Carlos Alberto Arenas, director gerente del Departamento de Salud de Orihuela (Alicante), y Melchor Hoyos, director gerente del Hospital de La Fe (Valencia). 

 

 

La ciudad alicantina de Jávea ha acogido un encuentro dirigido a los directivos de la salud de la Comunidad Valenciana en el que hemos puesto el foco en aquellos problemas que más interés y preocupación nos generan, así como a sus posibles soluciones. Después de dos días de debates e intercambio de ideas y reflexiones, es posible afirmar que el encuentro ha sido un punto de partida para contribuir a la mejora del sistema sanitario valenciano, una tarea a la que los directivos de la salud podemos y queremos contribuir poderosamente.

En el encuentro nos hemos fijado en varios asuntos de indudable interés, no sólo en la Comunidad Valenciana. Por ejemplo, en la incorporación de las nuevas tecnologías a la sanidad, algo que siempre es complicado, pero muchísimo más en tiempos de crisis. Aunque lo ideal sería que los directivos decidiéramos qué tecnología se incorpora a los centros que gestionamos, no siempre sucede de esta manera. A menudo, los intereses empresariales, o incluso los fallos en la cadena de mando, por qué no decirlo, influyen negativamente en la incorporación de nuevas técnicas o equipos.

Es evidente, y ha vuelto a quedar de manifiesto, la influencia que en esta materia tienen también las agencias de evaluación de nuevas tecnologías, sin cuyo aval no hay decisión que siga adelante.

Si contar con la última tecnología eficaz es un deseo común a todos los directivos de la salud, reducir la variabilidad clínica también. Y lograrlo tampoco es tarea sencilla. Nada menos que el 70 por ciento del gasto sanitario se relaciona, de forma directa o indirecta, con las variaciones en la práctica clínica. Este dato se convierte en un factor casi permanente en la corrección de la agenda de los gestores de la salud.

Para reducirla, los hay que apuestan por modelos de gestión por procesos,  que incluye la centralización de compras, el control de las finanzas, la selección de personal y las políticas de promoción interna. Otra opción de mejora consiste en la reorganización del control de los recursos disponibles.

En el Encuentro, no sólo ha habido espacio para la queja o el obstáculo. También nos hemos fijado en algunas experiencias de eficiencia en la gestión, tanto en nuestra comunidad, con el ejemplo de Ribera Salud -paradigma del modelo capitativo como respuesta al déficit- como en otros servicios de salud, como el Sescam, que está embarcado en una formidable tarea de reducción de gastos y optimización de recursos que le tiene que llevar por fuerza a ganar en eficiencia y, por extensión, en calidad.

Los directivos valencianos también hemos tenido la oportunidad de recibir de viva voz las indicaciones y orientaciones de los nuevos responsables de la Conselleria de Sanidad. Sabemos que la farmacia va a ser una de las grandes tareas en los próximos meses: hay que eliminar las diferencias de gasto entre departamentos, y para ello, los gerentes vamos a disponer de herramientas adecuadas, configuradas en la propia normativa. Los problemas de financiación del sistema los estamos viviendo los directivos en primera persona, y es algo que la Conselleria sabe apreciar y valorar.

De hecho, aparecemos como los grandes mediadores entre la disparidad de criterios de políticos, ciudadanos y medios de comunicación. Y, en definitiva, y pese a los muchos problemas que aún persisten, hay un orgullo cierto en pertenecer al sistema sanitario de la Comunidad Valenciana, debido a su capacidad indiscutible de innovar en los modelos de gestión, de recoger evidencias en donde otros sólo ven debates molestos e inapropiados y de modernizar de forma progresiva la administración para dotar a los departamentos de gestión directa de las herramientas necesarias para mejorar la eficiencia de nuestras organizaciones.


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