2023 es un año plagado de elecciones y de compromisos políticos internacionales como la presidencia de la Unión Europea, esto implica que los eslóganes, las propuestas y contrapropuestas, los dimes y diretes y las promesas van a fluir como si de un torrente de agua sin fin surgiera de repente.

La sanidad ocupa un lugar preferente en este marco electoral y este hecho no deja de tener su lado positivo, por la atención que se genera en torno a aquello que más nos importa, la salud, y su lado negativo cuando la politización hace acopio y asienta sus reales en el debate social.

Por lo escuchado y lo leído me da la sensación de que todos estamos de acuerdo en que necesitamos un Sistema Nacional de Salud fuerte, sólido, competitivo, suficiente y capaz de hacer frente a los enormes riesgos y también oportunidades que nos ofrece el presente y nos depara el futuro.

Para ello, no cabe ninguna duda que es preciso conocer en profundidad las debilidades internas del sistema y las amenazas externas comparándolas con sus fortalezas y oportunidades. Aspectos como la gobernanza, la eficiencia, los aspectos estructurales y profesionales, la financiación, el acceso, equidad y cohesión, la colaboración con el entorno sanitario privado, la innovación implantada y la que se ha de implantar, la transición digital en todas sus manifestaciones y la evolución hacia una medicina más preventiva, participativa, poblacional, predictiva, personalizada y precisa son temas sobre los que trabajar y aportar propuestas eficaces y realistas de consenso.

Recientemente he tenido la oportunidad de escuchar a dos prestigiosos expertos del ámbito sanitario y en los dos casos apuntaban y ponían el acento en que los ámbitos de provisión y aseguramiento, público y privado, están abocados a entenderse sumando esfuerzos y recursos y multiplicando voluntades, teniendo en cuenta que cualquier sistema sanitario que se precie debe adaptarse al paciente, que es único, y no al revés.


"Formar a un médico cuesta una media de ocho o diez años como mínimo, entre tanto, disponemos de los recursos que en este momento conforman el sistema sanitario y hemos de saber aprovecharlos"



Se habla mucho en estos días de la necesidad de disponer de más profesionales sanitarios, pero si tomamos como ejemplo el tiempo que cuesta formar a un médico, estamos hablando de una media de ocho o diez años como mínimo, y entre tanto, disponemos de los recursos que en este momento conforman el sistema sanitario de nuestro país y hemos de saber aprovecharlos todos por cuestiones éticas, sociales y de derecho.

En este tiempo, el sistema ha de dar respuesta a una demanda asistencial creciente por diversos motivos, por lo que atender de forma ágil a las necesidades de la población en todos los términos que refleja la Ley General de Sanidad y la propia Constitución es imprescindible. Para ello, como ocurre en Europa, es necesario una normalización de la sanidad privada dentro de un sistema sanitario integrado, colaborativo y sinérgico, no en vano el 40 por ciento de los recursos sanitarios de España pertenecen al entorno privado y este ámbito de actuación contabiliza más del 30 por ciento de toda la actividad sanitaria de nuestro país; más de 12 millones de personas cuentan con un seguro privado de salud, de los cuales más de diez millones tienen un doble aseguramiento, es decir pagan con sus impuestos la sanidad pública y además voluntariamente suscriben un seguro sanitario privado, porque con ello, tienen la posibilidad de recibir una atención más personalizada y diferencial, además de facilitar su acceso.

Es importante llegados a este punto tener en cuenta que, cuando la persona no recibe la atención que precisa y exige en términos de agilidad, presteza, resultados o experiencia de paciente en relación con sus necesidades por parte de quien corresponda, toma sus propias decisiones y busca quien se la pueda aportar dentro de los parámetros esenciales de confianza, credibilidad y reputación que cada cual le merece.

En mi caso, considero que cada vez que hago uso de mi seguro privado de salud estoy dejando sitio en el que es también mi sistema sanitario público a quien no tiene esta opción por el motivo que sea. Por otro lado, soy consciente de que con ello estoy descargando voluntariamente de presión financiera y asistencial a un sistema público de salud que pasa por serias dificultades, y como mi caso es el de los millones de personas (una de cada cuatro) que afortunadamente contamos con esta posibilidad.

Destacado: Los ámbitos de provisión y aseguramiento, público y privado, están abocados a entenderse sumando esfuerzos y recursos y multiplicando voluntades en beneficio del paciente, que es único, teniendo en cuenta que cualquier sistema sanitario que se precie debe adaptarse al paciente y no al revés.

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