Omaira Consuegra, enfermera y aspirante a EIR matrona
El linaje de Watson: Enfermera en Cuerpo y Alma
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20 feb. 2018 11:30H
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A día 19 de febrero, ha pasado ya más de una semana desde que hicimos el EIR. Lejos de haberse disipado el calentón que nos sobrevino al salir del examen, y que nos ha acompañado durante toda la semana, muchos de nosotros seguimos sintiendo indignación frente a varios aspectos de la prueba selectiva que tanta polémica ha traído consigo.

Ante todo, quede claro que el presente texto no es una oda al victimismo, sino un manifiesto que pretende ser reivindicativo, y también representativo de la opinión de tantísimos opositores que queremos alzar la voz para mostrar nuestra gran decepción para con aquellos que diseñaron el contenido del examen, y que decidieron qué debemos saber las enfermeras para ganarnos una plaza pública de especialización sanitaria. Vayamos por partes.

En primer lugar, ¿qué pasó con nuestra historia? La historia de los cuidados, la historia de nuestra profesión, el origen de nuestros paradigmas, la huella de nuestras teóricas, las que construyeron el marco conceptual que da sentido a nuestra disciplina… En un momento histórico como este, en que las enfermeras reivindican tanto su identidad como científicas, como profesión con rol autónomo, como agentes de salud con un cuerpo de conocimientos propio… ¿nadie le da importancia a esos conocimientos? Teniendo en cuenta que todo ello ha supuesto un pilar fundamental en el EIR durante toda su historia, ¿nadie?

En segundo lugar, ¿16 preguntas de farmacología? Nosotras las contestamos, por supuesto. Pero que alguien nos explique qué sentido tienen tantísimas preguntas sobre una materia sobre la que supuestamente no tenemos el suficiente conocimiento ni como para prescribir un triste paracetamol. Tampoco entendemos por qué ese contraste frente a las 2 preguntas que tuvieron que contestar nuestros compañeros MIR, quienes sí deben dominar mucho mejor que nosotras tales cuestiones. Coherencia, por favor.

¡Sigamos! ¿Hay en la sala alguien en contra de la investigación? Entre nosotras, no encontrarán ninguna mano alzada. Todas conocemos la importancia de generar conocimiento científico, y queremos formar parte de ello (recuerden que queremos especializarnos, lo cual nos deja a un paso del doctorado). Lo que nos indigna es la suma desproporción que han supuesto estas preguntas frente a tantísimas otras materias que han quedado silenciadas bajo la sombra de la bioestadística, las pruebas no paramétricas o los intervalos de confianza (o quizás silenciadas bajo los atronadores decibelios de las aeronaves de transporte sanitario…) ¿No merecen también un poco más de representación las asignaturas de nuestras especialidades? Salud ginecológica y maternal, Pediatría, Salud Mental y Psicosociales…. ¡o Geriatría! Una sociedad tan tremendamente envejecida y apenas se le ha visto el pelo al cuidado de nuestros mayores.

Por otra parte, legislación. Amigos, las enfermeras sabemos mucho de legislación. Había muchísimas preguntas para hacer que vincularan directamente las leyes con el ejercicio de la enfermería. Muchas. ¿De verdad el único recurso era preguntar por el capítulo presupuestario?

Señores y señoras, las enfermeras y enfermeros no nos quejamos por un examen difícil. Haciendo un poco de honor a la historia por la que no se ha preguntado, diré que esta profesión ha conocido numerosos obstáculos a lo largo de su historia para poder aspirar a más: mayor identidad, mayor reconocimiento, mayores cargos…

Esto siempre vinculado al hecho de ser una profesión mayoritariamente femenina. Por eso reafirmo que no nos echa para atrás la dificultad, ni la adversidad, ni el hecho de sabernos tantas para tan pocas plazas. Nosotras luchamos el examen y luchamos nuestra carrera. Lo que nos parece un despropósito es que se nos evalúe de una forma tan desproporcionada, dejando al margen tantísimas ramas de nuestra disciplina, echando por tierra tantísimo esfuerzo dedicado a asignaturas tan importantes y que han brillado por su ausencia. Nos parece una falta de respeto que existan preguntas mal redactadas, con faltas de ortografía que lleven a la confusión, con más de una opción de respuesta correcta, con tantos peros que se tengan que impugnar más enunciados que preguntas de reserva hay.

Pedimos un examen justo. Difícil, sí. Estamos preparadas. Estamos entrenadas. Sabemos muchísimo. Sólo pedimos un examen proporcionado, que mida realmente nuestros conocimientos. Un examen que premie a quien haya estudiado. A todas esas personas que se dedican en cuerpo y alma al EIR porque es la puerta al desarrollo de su vocación, que renuncian a un sueldo (o no, ¡más complicado aún!), a tiempo con la familia… Y, por último, pedimos que lo redacten personas competentes, coherentes y con gran conocimiento y experiencia en el terreno que pisan. Los opositores no merecemos menos, ni tampoco nuestras carreras profesionales.

A todos aquellos que a pesar de todo lo anterior consigáis vuestra plaza, ¡Enhorabuena! ¡No olvidéis solicitar la convalidación con el Máster en Investigación!

A todos los demás: ¡Ánimo! Dicen que no llega más lejos quien menos se cae, sino quién mejor sabe levantarse. ¡Arriba!