EDITORIAL
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1 jun. 2018 15:10H
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El relevo en el Gobierno de España que ha cristalizado este viernes con la aprobación de la moción de censura a Mariano Rajoy, y la consiguiente victoria presidencialista de Pedro Sánchez, apunta cambios significativos en el Ministerio de Sanidad y sus políticas.

Lógicamente, Dolors Montserrat y la totalidad de su equipo harán las maletas, como sucede siempre que hay cambio de signo político. Pero el cambio que ha esbozado Pedro Sánchez no es solo de personal, ni mucho menos. El líder socialista ya ha verbalizado en el Congreso de los Diputados que habrá reformas urgentes de calado sanitario, como la reversión del famoso decreto 16/2012, posiblemente el mayor trazo de Rajoy en este sector durante sus mandatos, y que ejecutó la entonces ministra Ana Mato.

El 16/2012 ha sido un caballo de batalla político desde entonces no solo para el PSOE, también para muchos de los partidos que ahora le han apoyado para que Pedro Sánchez llegue a la Presidencia del Gobierno. El PNV en País Vasco, o Podemos allí donde gobierna apoyando al PSOE, ha intentado (incluso legislando) eludir la norma y buscar la universalidad de la asistencia, con frenazos a estos intentos por parte del Tribunal Constitucional.

Viejos asuntos sin resolver

Más allá del 16/2012, Sánchez y el/la ministr@ de Sanidad que nombre se van a encontrar con problemas tradicionales en el sector: el principal, el de la infrafinanciación, que precisamente este lunes 4 de junio estaba previsto que se discutiera en el seno del Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud. Ante el cambio de panorama político que ha traido la moción de censura a Mariano Rajoy, lógicamente esta cita se ha suspendido y se deberá abordar en un futuro no muy lejano.

Pero hay otros muchos temas que incluso vienen de la etapa de Rodríguez Zapatero, e incluso de la de José María Aznar, y que los siete años de Rajoy y sus tres ministros de Sanidad (Ana Mato, Alfonso Alonso y Dolors Montserrat) no han resuelto, como el registro de profesionales o la troncalidad. En el haber eso sí, este último equipo se lleva haber esclarecido la prescripción enfermera, un notable avance.

La privada, expectante

Otra de las pinceladas sanitarias que ha dado Pedro Sánchez en cuanto a su Gobierno es que se mirará en el espejo de lo que se está haciendo en la Comunidad Valenciana. Y aparte del intento de universalizar la asistencia a inmigrantes irregulares, el sello que ha puesto allí el Ejecutivo tripartito que salió del Pacto del Botanic es el de las reversiones de los modelos concesionales.

Lógicamente, esto ha puesto en guardia al sector privado, que sabe que uno de los mantras de PSOE y Podemos es el de la gestión directa de la sanidad pública, más acentuado en la formación morada en cuanto a prescindir incluso de conciertos puntuales y, si es posible, de participación alguna de empresas.

En el seno del PSOE hay políticos que por su experiencia nacional o autonómica saben de la importancia de la empresa privada en el Sistema Nacional de Salud, y es muy posible que el mensaje inicial de Sánchez sea más algo parecido a un eslogan que a una realidad. En cualquier caso, la legislación sobre los modelos de gestión de la sanidad sí que podría tener una variación nacional, con la repercusión consiguiente en el ámbito autonómico.

Lo que sí parece cierto y tanquible es que ahora comienza de nuevo esa rueda cíclica que se activa en el sector sanitario cuando hay nuevo ministro: desear que sea un gobierno sanitario para todos; que haya coordinación con todas las comunidades autónomas (independientemente de su 'color') para que el Interterritorial funcione; y que haya buena sintonía con los principales agentes, como son los profesionales, sociedades científicas, privada, industria... Suerte a los nuevos gobernantes, y a quienes van a tener que lidiar con ellos (como ha sucedido siempre).