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23 jul. 2015 18:55H
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Cito un comentario del empresario y escritor estadounidense Jack Welch: “Gerenciar menos es mejor. Nos asombramos constantemente de lo mucho que las personas hacen cuando la gerencia no les dice qué hacer. En la nueva economía basada en el conocimiento, las personas deberían tomar su propia decisión. Una supervisión demasiado cercana, el control y la burocracia matan el espíritu competitivo de la empresa. Los gerentes débiles son los asesinos de los negocios; ellos son los asesinos de empleos”.

En mi opinión refleja bien lo que puede estar pasando en las organizaciones sanitarias que, con alguna excepción, sufren un tipo de gerencia piramidal que coarta iniciativas, pues solo se preocupa por dar los resultados que su político al mando le exige.

Iniciaba mi andadura en esta faceta de articulista para Redacción Médica con una primera tribuna que titulé No me llames Gerente, llámame conseguidor, en la que daba mi opinión sobre lo que debería ser un gerente.

Han pasado ya unos meses desde entonces, y se han producido importantes novedades tras las elecciones autonómicas, que han configurado cambios considerables en los gobiernos autonómicos. Los cambios siempre generan ilusión, expectativas, y también miedos, un miedo al cambio que es sobradamente conocido. Pero la cruda realidad es que esos cambios no son reales, quedan en eslogan electoral y, al final, gobierne quien gobierne, la política es muy parecida.

Cuando se producen cambios de gobierno o incluso en las Consejerías de Sanidad, se suelen acompañar de movimientos de gerentes, de un quítate tú que me pongo yo, pero no deja de ser un baile de sillas en el que se intercambian asientos, pero siempre son los mismos. Los orígenes de los gerentes son en muchos casos por vinculación política, aunque se debe reconocer que, aunque sea a posteriori, la formación en gestión es una pauta común.

Leo hace unos días en Redacción Médica esta noticia y me sorprendo de forma considerable: Sedisa reclama a las CCAA la potestad de avalar o vetar gerentes de hospital. Lo de potestad para avalar no lo comparto, pues que sea una asociación la que dé el aval de competencia no es razonable. No digamos nada sobro el derecho a vetar gerentes. Lo que se deduce de esta idea no es otra cosa que la necesidad de tener un control sobre la formación, acreditación, evaluación, etc., de los que se dediquen profesionalmente a la gestión.

Pero esta competencia debe recaer, al igual que en el caso de otras especialidades médicas, en un organismo oficial. Nadie a estas alturas entendería que se contrate a un médico como cirujano, que durante sus inicios aprenda el oficio y al final sea un buen cirujano. Esto está inventado, se llama residencia, y faculta al profesional para el ejercicio de la especialidad.

¿Para cuándo una residencia en gestión? ¿No será más lógico que el título que capacita para ser gerente-conseguidor, lo de un sistema de formación acreditado? La misión se sociedades, asociaciones profesionales, incluso colegios, es otra.

Formar buenos gestores, que entiendan que lo mejor que pueden hacer es identificar fortalezas entre los miembros da la organización, fomentar la iniciativa y participación de los profesionales; entender que una organización basada en el conocimiento debe dar salida a las ideas que presentan sus miembros, no siendo coartadores de ideas sino quien las vehiculice y las haga posibles, sería la base de la formación.

Por supuesto que saber de economía de la salud, de organización, de optimización de recursos, de modelos de gestión, de liderazgo, de política de compras, de administración, de presupuestos, etc., es importante, pero, sin tener en cuenta las premisas iniciales, valdrá de poco, pues la organización depende de los profesionales y sin ellos y su implicación, el sistema estará condenado al fracaso.

Hace ya demasiados años que escuchamos esta cantinela, sin que se den avances reales hacia el objetivo. Aparecen títulos, titulillos, cursos y cursillos por doquier, academias, escuelas de negocios, cursos presenciales y on-line, másteres de todo tipo, y poco o nada se hace desde la propia administración para dar el paso definitivo hacia la profesionalización de la gestión, que en todo caso debe comenzar por regular el acceso a la formación en esta disciplina compleja y de vital importancia como para dejarla en manos no controladas. Dentro del ansiado Pacto por la Sanidad, ¿no debería incluirse también esto? Ahora, a pensarlo y desarrollarlo.

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