En los últimos días diversos medios de comunicación se han hecho eco de la celebración en Madrid, en la sede del
Colegio Oficial de Médicos de Madrid, del evento Trans Visión Madrid 2025 en el marco de la
International Longevity Summit, una reunión en la que, según alguna crónica periodística (1), se ha producido una especie de “
mezcla entre ciencia y charlatanería…”.
En este contexto congresual sorprendente las calles del centro de Madrid han acogido una manifestación, al parecer de unas 40 personas, portadoras de banderas españolas y con camisetas con el lema “
stop aging” que al llegar a la
Puerta del Sol han leído un manifiesto en el que hacen patente su oposición a la muerte.
Desde la época de los
milagros católicos el axioma de la mortalidad de los seres vivos, los humanos entre ellos, no ha podido ser rebatido. La noticia de la que partimos nos traslada siglos atrás, a épocas en que las
creencias religiosas, alejadas de la ciencia, constituían el fundamento esencial de la
cohesión social.
Aún hoy hay que admitir que, en el mundo, son muchos y variados los
contextos culturales y sociales en los que la aspiración a la
inmortalidad sigue siendo una losa bajo la que perecen argumentaciones racionales dignas de mejor causa.
A lo que no estamos tan acostumbrados es a que en países como
España y otros de la
Unión Europea, florezcan iniciativas que, bajo la excusa de la
investigación científica en el área de la prolongación de la
longevidad, acojan en el marco de una institución como el colegio de médicos reuniones capaces de aglutinar ciencia y charlatanería.
En otro orden de cosas, pero con evidentes conexiones con el mencionado antes, hemos de hacernos eco del hecho de que los medios de comunicación generales y sanitarios nos bombardean un día sí y otro también con informaciones sobre los nuevos
avances científicos y tecnológicos en los terrenos de la
prevención,
diagnóstico y
tratamiento de enfermedades y factores de riesgo de elevada prevalencia. Un ejemplo paradigmático lo constituyen las recomendaciones dirigidas a los profesionales y a la población para incentivar la
realización de cribados para detectar precozmente diversos tipos de
cáncer como el de pulmón.
"En el caso del cribado de cáncer de pulmón los intereses en juego son muy importantes, entre otros motivos por la elevada prevalencia poblacional del problema"
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En este y otros campos, las presiones generadas en el
ámbito industrial sanitario crecen de forma exponencial y, en muchas ocasiones, las
organizaciones profesionales, con referencia especial a las
sociedades científicas, se suman de forma más o menos entusiasta y poco reflexiva. Es imprescindible que sus responsables tomen decisiones que tengan como referencia las pruebas científicas existentes en cada momento.
En el caso del cribado de cáncer de pulmón los intereses en juego son muy importantes, entre otros motivos por la elevada prevalencia poblacional del problema y por los costes que se derivarían de la instauración de estrategias preventivas que implican la aplicación de
tecnologías diagnósticas de alta complejidad, como por ejemplo el
TAC de baja irradiación.
Si la recomendación de su implantación fuera atendida, ¿alguien se ha imaginado las consecuencias que podrían derivarse de tal decisión? No sólo las inevitables repercusiones económicas, sino sobre todo las funcionales, tanto sobre la gestión de la demanda inducida particularmente entre los servicios de
Atención Primaria y de
Radiología, incluyendo la confirmación diagnóstica en tiempo y forma –no fuera que pasara lo que ha sucedido en
Andalucía con el cribado de cáncer de mama-- y, desde luego, en cuanto al
tratamiento precoz.
Sin olvidar que cuando se dedican recursos a una nueva intervención, programa o plan, hay que tener en cuenta el
coste/oportunidad, es decir cómo quedaran afectadas las intervenciones, programas y planes ya existentes, que tal vez sean más necesarios, efectivos, eficientes, equitativos y hasta seguros.
Sirvan los dos ejemplos mencionados para remarcar la necesidad de que los profesionales y sus instituciones, en este caso los colegios de médicos y las sociedades científicas asuman en la práctica el principio que debería regir todas y cada una de sus actuaciones: el
servicio a la ciudadanía en un marco de acatamiento estricto de la
evidencia científica disponible.
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(1) “
¡Viva España, muera la muerte!”. Un evento en Madrid enreda el rigor y el esperpento de la ciencia contra el envejecimiento, publicado en el diario El País (03/10/25)