Reactivar la inversión, uno de los objetivos a medio plazo



15 feb. 2015 20:07H
SE LEE EN 22 minutos
Redacción / Imagen: Miguel Fernández de Vega, Cristina Cebrián. Madrid
La biotecnología acogió la normativa que ponía en pie la compra pública de tecnología innovadora con entusiasmo, como una auténtica oportunidad para el crecimiento del sector. Sin embargo, tras varios años vigente, lo cierto es que no termina de asentarse y falta camino por andar. Así, no es de extrañar que el sector reclama una mayor colaboración por parte de las administraciones.

Antonio Sevilla, director comercial de Genómica; Jorge Barrero, adjunto a la presidencia de Asebio; Enrique Pita, periodista de Redacción Médica; Ángel Caballero, vicepresidente adjunto de Transferencia de Conocimiento del CSIC; Belén Bornstein, directora de Relaciones Institucionales del ISCIII, y Pedro Alsina, director de Relaciones Institucionales de Sanofi Pasteur MSD.


¿Cuál es la fotografía del sector a día de hoy?

Antonio Sevilla, director comercial de Genómica: El sector biotecnológico ha tenido un gran crecimiento desde el año 2000 hasta 2011 o 2012, con un incremento muy importante tanto en facturación como en puestos de trabajo, pero se ha visto afectado también por la crisis económica, aunque es cierto que se piensa que va a ser un motor importante de la economía española. El Consejo Económico de la Competitividad lo sitúa en el sexto puesto como motor de la competitividad dentro de España y a nivel mundial, y a nivel de recuperación económica nacional se supone que ese crecimiento se podría retomar.

Antonio Sevilla y Jorge Barrero, exponen sus primeras impresiones.

Jorge Barrero, adjunto a la presidencia de la Asociación Española de Bioempresas (Asebio): El sector tardó en entrar en la crisis, porque depende todavía mucho más de inversión que de ventas y nuestros ratios seguían siendo positivos cuando el resto de la economía se desmoronaba. Ahora nos pasa más o menos lo contrario, cuando suenan los ecos de la recuperación y aunque todavía no es efectiva en el conjunto de la economía, nuestro sector lo está pasando especialmente mal.

La situación es preocupante, pero también bastante frustrante teniendo en cuenta que el sector había hecho un recorrido magnífico y que justo antes de la crisis se estaba consolidando en la primera liga de la biotecnología después de mucho esfuerzo. Desde Asebio estamos alertando a las Administraciones de esta situación y pedimos medidas para que se pueda dar este empujón definitivo que necesita el sector.

Ángel Caballero, vicepresidente adjunto de Transferencia de Conocimiento del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC): Pese a la crisis, y aun ralentizando su crecimiento, el sector biotecnológico progresa adecuadamente. Creo que la biotecnología española tiene un factor diferencial y es que tiene una base de conocimiento muy importante. Nuestra ciencia ha hecho un camino muy largo en muy poco tiempo, pero el área de biotecnología es una de las más potentes del país. España está en el top 10 del conocimiento en biología y biomedicina, y de hecho, creo que los últimos datos nos sitúan en el top 5. Creo que el sector progresa, pese a los avatares de la crisis.

Belén Bornstein, directora de Relaciones Institucionales del Instituto de Salud Carlos III (ISCIII): Comparto estas visiones previas y coincido en que progresa adecuadamente. Nosotros desde el ISCIII hemos puesto en marcha una serie de acciones instrumentales para fortalecer el área de la biotecnología.

Antonio Sevilla.

Pedro Alsina, director de Relaciones Institucionales de Sanofi Pasteur MSD: Me gustaría aportar la visión específica del mundo de las vacunas dentro del sector de la biotecnología, que debido a la crisis económica y financiera ha sufrido un duro revés desde 2009 como consecuencia de una serie de medidas, como los descuentos obligatorios o la central de compras. Esto ha supuesto una reducción gradual del mercado de vacunas en torno a un 42 por ciento, fundamentalmente con la presión sobre los precios. También por motivos económicos alguna comunidad ha retirado alguna vacuna de sus calendarios, lo que también ha impactado en el sector, y esperamos que de alguna manera todo esto haya tocado fondo y a partir de aquí empecemos de nuevo a ver un crecimiento.

Se está produciendo un efecto curioso en el mercado: normalmente hay pocos productores de vacunas, pero en este momento por una serie de movimientos empresariales se está concentrando cada vez más, y esto en principio no es bueno para nadie.

En 2014 pasado se celebró el Año Español de la Biotecnología. ¿Tuvo el impacto esperado?

Jorge Barrero: Cuando consigues algo como un año oficial las expectativas son muy altas, y cuando son altas es difícil cumplirlas. Me quedaría con el final del año, que es lo que te deja el sabor de boca, y fue bonito, porque conseguimos que todos los grupos parlamentarios firmaran una declaración conjunta de apoyo a la biotecnología reconociendo el potencial que tiene para el desarrollo económico de este país.

Ángel Caballero: Siempre es positivo, aunque otra cosa es el impacto que pueda tener, nunca se puede medir de forma cercana. Este país necesita mucha cultura de llevar a la sociedad, y sobre todo a los más jóvenes, lo que significa la ciencia, lo que aporta, etc. En este sentido, años como el de la biotecnología son importantes por el mero hecho de generar un foco de atención, con independencia de que los hechos concretos sean más trascendentes o no.

Pedro Alsina.

¿La sociedad sabe qué es la biotecnología?

Antonio Sevilla: Creo que no, ni tampoco sabe los beneficios que tiene. Sabe lo que es la comunicación porque tiene un teléfono móvil y lo utiliza, pero no sabe que un biomarcador les puede predecir un tratamiento ni de dónde sale ese biomarcador, sino que se da por hecho. Utiliza la biotecnología pero no sabe de dónde viene.

Pedro Alsina: El Año de la Biotecnología ha sido nuestra puesta de largo oficial de cara al público. Dábamos por hecho que todo el mundo entendía que las vacunas eran productos biológicos, biotecnológicos, pero no son percibidas como tal. Prueba de ello es incluso el modelo de compras de vacunas, un sistema centralizado, basado en  precios bajos fundamentalmente y sin tener prácticamente en cuenta los criterios diferenciadores cuando sí hay diferencias entre biológicos y biosimilares, pero se asume que todos son iguales. Un sistema de compra como este no es seguro, ni para el productor, que no tiene ninguna previsión, ni para el comprador.

¿Qué papel juega la biotecnología roja en el conjunto del sector?

Jorge Barrero: En la salud es donde la biotecnología ha logrado su mayor impacto, pero a pesar de todo sigue siendo invisible. Las vacunas, la tecnología de diagnóstico, la mayoría de los nuevos medicamentos, son producto de la biotecnología que generalmente se han desarrollado por pequeñas compañías con el modelo de negocio de las biotec. En muchos casos llegan al mercado porque ha habido un proceso de licencia o de compra por parte de una compañía farmacéutica más clásica. Así, también es invisible este rol de las pequeñas compañías en un sector donde las empresas que ofrecen los medicamentos al público son muchas menos que las que verdaderamente están trabajando.

En término de número de empresas en España, la biotecnología roja es más de la mitad del sector. Es quizá el modelo de referencia para otros posibles ámbitos de la biotecnología.

Ángel Caballero, Belén Bornstein y Pedro Alsina.

La compra pública innovadora, ¿ha llegado donde se esperaba?

Antonio Sevilla: Todavía no se ha desarrollado lo suficiente. Nosotros estamos ahora en un proyecto con la Xunta de Galicia y estamos al tanto de todo tema de compra pública, de subvenciones, etc., pero que sepamos solo está el caso gallego.

Ángel Caballero: Es un proceso que se plantea pero el camino se hace al andar, y en el CSIC estamos teniendo problemas para gestionar un nuevo modelo que si bien no está sujeto a la Ley de Contratos del Sector Público sí tiene que cumplir con sus requerimientos. Además, en teoría esto es cooperación público-privada, pero la Ley de Contratos tiene unas normas muy claras de cómo se debe hacer esa relación. No había ni un sendero en el camino y estamos abriéndolo con muchos obstáculos, mientras que lo que se pretendía era que esto fuera casi una autopista.

Belén Bornstein: Desde el ISCIII hemos puesto en la Acción Estratégica en Salud, dentro de la que hay un subprograma de generación de formación de personal que para captar talento tiene un modo de contratación predoctoral que está pensado para gente vinculada a un programa para la realización de la tesis doctoral y que exige una estancia de entre 12 y 24 meses en una empresa para que esa persona se forme en ese entorno biotecnológico empresarial.

Además, dentro del Programa de Generación del conocimiento, que también está articulado dentro de la Acción Estratégica en Salud, hay dos tipos de iniciativas: la posibilidad de poner en marcha proyectos de alta calidad científica en el entorno de los institutos de investigación sanitaria acreditados en los centros hospitalarios, pero hoy en día no pueden llevarse a cabo si no hay un convenio con una empresa, bien sea del sector público o del privado; y un segundo tipo de proyectos, que son los de desarrollo tecnológico en salud, también facilitan la posibilidad de desarrollar una serie de iniciativas que van a financiar el desarrollo de nuevas tecnologías, nuevas herramientas innovadoras, etc., dentro de un campo ya preestablecido.

Antonio Sevilla, director comercial de Genómica; Jorge Barrero, adjunto a la presidencia de Asebio; Belén Bornstein, directora de Relaciones Institucionales del ISCIII; Ángel Caballero, vicepresidente adjunto de Transferencia de Conocimiento del CSIC, y Pedro Alsina, director de Relaciones Institucionales de Sanofi Pasteur MSD.


Jorge Barrero: El sector no solo recibió con buenas expectativas la compra pública de tecnología innovadora, sino que ha sido clave, y en particular Asebio, para traer este modelo a España. Durante un tiempo nuestra ex presidenta Cristina Garmendia pasó a ser ministra, y durante ese periodo hubo cambios regulatorios importantes que facilitaron este modelo, que desde el punto de vista estrictamente teórico es muy sencillo. Mientras que la dedicación que puede tener una administración a fomentar la investigación a través de la subvención o el crédito es limitada, en todos los países, y particularmente en los europeos, el peso que tiene la contratación pública en el PIB es elevadísimo. Por ejemplo, si España destina aproximadamente un 0,7 por ciento del PIB a financiar la ciencia, las contrataciones públicas pueden suponer el 15 o el 20 por ciento del PIB. Por tanto, si consiguiéramos que parte de esas contrataciones fueran sensibles a la innovación y no neutrales o incluso no penalizaran la innovación como está ocurriendo en algunas políticas farmacéuticas, el efecto tractor que podría tener en la economía del país sería muy elevado.

Esto entraba absolutamente en conflicto con la Ley de Contratos del Estado hasta la reforma de 2007. Lo que decía esa norma al comprador es que entre dos productos similares y con igual precio, lo que debía elegirse era el producto más probado, porque ese es el de menos riesgo. Es difícil innovar si ante la igualdad siempre se va a apostar por lo antiguo. Los cambios regulatorios se han producido, España tiene hoy una regulación pionera en Europa en cuanto a la instrumentalización de estas posibilidades, pero es un camino muy largo porque tras cambiar la ley hay que cambiar la cultura, y eso es generalmente más difícil.

Belén Bornstein.

Antonio Sevilla: Es importante, sí. Involucrar a la empresa con el sistema sanitario es importante. Muchas veces cuando salimos fuera nos encontramos el problema de presentar productos yendo solos, sin el respaldo de una institución, de una autonomía, de un hospital, pero si vamos con ese respaldo creo que se favorece la internacionalización de la biotecnología española.

Pedro Alsina: Respecto al modelo de compra innovadora no puedo añadir mucho más, pero sí me gustaría decir que el objetivo fundamental era reducir el déficit público, pero si quieres hacer esto actuando sobre una partida que supone el 1 por ciento del gasto farmacéutico, al final y aunque lo reduzcas en un 42 por ciento, el impacto sobre el déficit público es nulo. Obviamente con estas dimensiones vemos que la colaboración público-privada en el sector de vacunas también va a ser muy pequeña, estará en relación a estos tamaños del mercado, y fundamentalmente ha pasado siempre por ayudas o colaboraciones de típico logístico, mucha formación, etc. Ahora estamos evolucionando a ser proveedores no solo de vacunas, sino de servicios integrales de prevención.

Falta un plan estratégico a nivel internacional para detectar cuáles son los problemas reales de salud pública y ahí es donde hay que invertir. Ahí cobra todo el sentido del mundo el riesgo compartido.

Jorge Barrero: En EEUU ni siquiera tienen que hacer una política específica porque esto les sale natural. Los grandes proyectos de ciencia EEUU los ha hecho siempre comprando; no convocó un concurso para dar subvenciones y hacer un cohete para ir a la Luna, sino que puso el 1 por ciento de su PIB durante una década para llegar a la Luna.

Estamos hablando de compra pública innovadora, que seguramente en el momento actual supondrá una diezmilésima parte del PIB aproximadamente porque los casos que hay en total no deben llegar a 100 millones de euros desde que comenzamos a trabajar en esto. Diría que el 80 por ciento es neutral, pero hay una parte importante de la compra pública, quizá el 20 por ciento, que es directamente anti-innovadora. Lo que se está haciendo con la política farmacéutica es penalizar la innovación. Por ejemplo, la prescripción del genérico a igualdad de precio con la marca es penalizar directamente la innovación, porque no supone ningún ahorro para la Administración.

Ángel Caballero: Cuando se hace la actual Ley de la Ciencia se intentan superar los problemas que tenemos como país en la colaboración público-privada, que básicamente son que no hay interfases. Pero lo que ocurre es que la ley es tremendamente rígida, no es una fórmula fluida. En el sistema americano los investigadores se pueden ir tres meses en verano a trabajar a una empresa y sirve como auditor científico para esa compañía que acaba siendo una fuente de colaboración futura entre lo público y lo privado. Esto genera unas relaciones que aquí no hemos conseguido provocar; la Ley de la Ciencia lo apunta, pero en mi opinión es demasiado rígida todavía, y ante esa rigidez los organismos públicos reaccionan haciendo un convenio con la empresa para que todo quede claro. No hemos sido capaces de dar el salto, no existe la confianza como para que la relación público-privada se incremente, y la necesitamos mucho en España.

Jorge Barrero.

Antonio Sevilla: La colaboración entre la empresa y el sector público es vital para que la biotecnología española avance y que podamos sacar nuestros productos.

Jorge Barrero: Es necesario un cambio legislativo y cultural, tanto por parte de las empresas como de la Administración. La compra pública innovadora es una contradicción en sus propios términos cuando ves cómo funciona el sector público y cuáles son sus mecanismos.

Cuando se reflexiona sobre la contribución del sector privado al gasto en I+D+i de España con frecuencia nos comparamos con los mejores como la herramienta casi exclusiva, y creo que eso está bien, pero no puede ser la panacea ni lo único: hay que compararse con la gente que viene por detrás y viene más rápido o con economías que son similares a la nuestra. Debemos aprender de los mejores, pero también debemos saber dónde estamos. España es un país en el que durante muchos años lo que ha sabido hacer muy bien ha sido construir plazas de garajes y poner raciones en los bares, actividades para las que no hace falta investigación.

Ángel Caballero: Necesitamos tener claro el país que queremos. Hay que reindustrializarse, pero no en cualquier cosa. El país tiene que hacer un análisis y detectar los sectores estratégicos y diseñar un plan para las áreas en las que tenemos capacidades, conocimiento y sector industrial, y apoyar a ese sector con unas ideas muy claras. O cambiamos la cultura del país o nos va a costar mucho que el emprendedor sea alguien con base científico-técnica para desarrollar ese proceso.

¿Es fácil que el emprendedor que está dentro del sector público acabe creando una empresa?

Belén Bornstein: No es fácil. El ISCIII está apostando por ello pero la transferencia desde el sector público de esa persona que está formándose al sector privado es escasa.

Ángel Caballero: Desde a 2004 a 2014 investigadores del CSIC han creado 32 empresas en el área de biotecnología, fundamentalmente en roja, que supone en torno al 28 por ciento.

Jorge Barrero: No se trata de que todo el mundo emprenda, pero lo que no podemos es poner barreras a que pueda ocurrir, y si encontramos líderes emprendedores en nuestras organizaciones tenemos que ser capaces de darles un camino.

Ángel Caballero.

Ángel Caballero: En las empresas de base tecnológica hemos comprobado que las que mejor funcionan son las que van acompañadas, es decir, que hay un grupo inversor, no necesariamente grande y sin necesidad de poner mucho dinero, que llega y pone criterios de empresa en el trabajo que normalmente están realizando investigadores emprendedores o contratados. Ponen orden y directrices claras de hacia dónde ir.

Pedro Alsina: Me gustaría añadir un dato de la importancia de la producción de vacunas dentro del mundo de la biotecnología: el 80 por ciento de las vacunas que se consumen en todo el mundo se fabrican en Europa. Es un sector muy estratégico.

¿La biotecnología es un factor diferenciador para conseguir la sostenibilidad del SNS?

Jorge Barrero: La tecnología en general lo es. Hay una ecuación clarísima en la que si quieres mejorar la eficiencia de un proceso o recortas costes o aumentas ingresos, y para recortar costes o usas tecnologías o devalúas el capital humano.

Pedro Alsina: El gran peligro que se cierne sobre la sostenibilidad del SNS es el desafío demográfico al que se enfrenta, no solo España, sino la Unión Europea. Desde el sector vacunas es obvio que se contribuye porque previene no solo enfermedades, sino también sus secuelas, y eso impacta en el gasto del SNS, pero también en un envejecimiento más activo y saludable.

Antonio Sevilla: En la colaboración con los hospitales en el proyecto de Galicia se está sacando un marcador que va acompañado de un fármaco. Si el marcador está mutado se puede dar el fármaco, si no, no. Si no se analiza ese fármaco, al paciente se le está dando un fármaco sin respuesta, lo que tiene un coste económico enorme, el paciente acaba destrozado y realmente no tiene ningún significado. Todos estos avances tienen un coste económico que está pagando la industria farmacéutica, y en algún momento el SNS tendrá que asumirlos. La biología molecular ya no es como antes, los precios son muy asequibles con los beneficios que tienen.

Los participantes en el debate muestran su opinión sobre el futuro del sector a medio plazo.

¿Cuáles son las perspectivas del sector a medio plazo?

Jorge Barrero: Debemos conseguir dos o tres herramientas que son necesarias para dar el empujón definitivo. Tenemos que resolver el problema de la deuda acumulada por las pequeñas empresas biotecnológicas como consecuencia de los programas de créditos blandos que se han venido dando desde el Gobierno en los últimos años. Además, hay que reactivar la inversión del capital riesgo, atrayendo fondos de inversión internacionales, y quizá, avanzar hacia una política que permita una mayor concentración del sector, ya que la atomización es otro de los problemas. Con esos tres ingredientes podríamos afrontar el futuro con un optimismo similar al que teníamos antes de la crisis.

Antonio Sevilla: También es necesario que las Administraciones Públicas paguen en tiempo y forma. Las empresas, que no somos muy grandes, se ahogan ante las deudas de la Administración.

Ángel Caballero: España es un país privilegiado en cuanto a la generación de conocimiento. Tenemos las bases y debemos ser optimistas, pero es necesario apoyo, tanto en el ámbito público como en el privado, que permitan que todo ese conocimiento sea aprovechado. Tenemos un buen sistema de salud, un sistema de trasplante que es envidiado en todo el mundo, y eso se basa en una cultura de ciencia en el área de biomedicina.

Pedro Alsina: Espero que se reconozca a nivel general la innovación, y en particular en el ámbito de las vacunas. Espero también que se reconozcan las peculiaridades y la importancia estratégica que tienen las vacunas y por tanto se llegue a la conclusión de que el modelo de compra actual no es el adecuado para este tipo de producto. Además, espero que el desafío demográfico conlleve una mayor inversión en prevención, donde estamos por debajo de la media de los países de la OCDE.

Belén Bornstein: El ISCIII está apostando claramente por contribuir a la sostenibilidad del SNS con su Acción Estratégica en el Plan Estatal de Tecnología y Ciencia a través de las herramientas de formación de personal y ofrecer contratos de formación para jóvenes en investigación y en empresas al tiempo que financia proyectos que tienen que ser llevados a cabo por personal sanitario dentro de los institutos de investigación sanitaria con la condición de que esos proyectos estén relacionados con las empresas. El futuro va por ahí y el ISCIII apuesta también por ello.

Acceda a la primera parte del debate.

Acceda a la segunda parte del debate.

Las informaciones publicadas en Redacción Médica contienen afirmaciones, datos y declaraciones procedentes de instituciones oficiales y profesionales sanitarios. No obstante, ante cualquier duda relacionada con su salud, consulte con su especialista sanitario correspondiente.