Se trata del noveno cáncer más frecuente en el mundo y España es uno de los países con mayor tasa de incidencia

La resonancia magnética revoluciona el diagnóstico del cáncer de vejiga
Resonancia magnética


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La resonancia magnética (RM) de vejiga plantea un escenario innovador en el tratamiento del cáncer vesical y abre la puerta a un cambio sustancial en el manejo de esta enfermedad, según especialistas de la Sociedad Española de Radiología Médica (Seram). Así, el facultativo Andoni López-Maseda, autor principal del artículo 'Aplicaciones clínicas de la resonancia magnética de vejiga: más allá de la clasificación VIRADS®', publicado en la revista Radiología, explica que esta técnica permite reducir la necesidad de múltiples biopsias, disminuir complicaciones y acelerar la elección del tratamiento más adecuado.

El cáncer de vejiga es el noveno más frecuente en el mundo y España se encuentra entre los países con mayor tasa de incidencia reportada, siendo la edad y el tabaquismo los principales factores de riesgo para padecerlo, aunque el envejecimiento poblacional mantiene estable la incidencia. En este contexto, la resonancia magnética de vejiga se perfila como una herramienta clave para un abordaje más individualizado y eficaz, consolidando la imagen médica como protagonista en la lucha contra esta enfermedad.

Un antes y un después en el manejo del cáncer de vejiga


"La Radiología juega un papel muy importante en esta patología, no solo en el diagnóstico, sino en la estadificación, ya que la RM de vejiga está llamada a marcar un antes y un después en el manejo del cáncer vesical, mejorando la precisión diagnóstica, optimizando la toma de decisiones terapéuticas y reduciendo procedimientos invasivos. El futuro apunta hacia un abordaje más individualizado, con la imagen como protagonista en la lucha contra esta enfermedad", señala López-Maseda, que añade que "si bien las pruebas de imagen fundamentales para la detección inicial del cáncer de vejiga son la ecografía o la tomografía computarizada (TC), la RM podría reducir la necesidad de múltiples biopsias, disminuir complicaciones y acelerar la elección del tratamiento adecuado".

Por esta razón, el uso de la resonancia en la práctica clínica en aquellos casos de sospecha sospecha de cáncer de vejiga supone un escenario novedoso en el manejo de los pacientes con neoplasia vesical y por ello, está adquiriendo mucho respaldo científico y muchas sociedades científicas europeas, como la de uro-radiología, lo respaldan. Aunque la ecografía y la tomografía computarizada (TC) siguen siendo s pruebas fundamentales para la detección inicial.

Según detalla el facultlativo, “la ecografía suele ser el método diagnóstico habitual inicial en casos que debutan con hematuria. Sin embargo, la tomografía computarizada (TC) suele ser el método de detección cuando la clínica urológica difiere de la hematuria macroscópica y tiene la particularidad de que permite evaluar tanto la vía urinaria superior como las cadenas ganglionares retroperitoneales y es una fuente importante de diagnósticos incidentales de neoplasias vesicales, dada su elevada solicitud por múltiples motivos".

Invasión de la capa muscular


López-Maseda también destaca la importancia de determinar si el tumor ha invadido la capa muscular de la vejiga. "Actualmente, los pacientes con lesiones superficiales son manejados con resección local (RTU) y, en ocasiones, con terapia intravesical, mientras que los pacientes con tumores vesicales musculoinvasivos suelen recibir quimioterapia neoadyuvante y posterior cistectomía", explica. Y es que la RM permite evaluar esta probabilidad mediante la clasificación VIRADS, que gradúa, según el comportamiento de cada lesión en secuencias T2, difusión (DWI) y post-contraste precoz (DCE), la invasión muscular.

Para ello, es imprescindible contar con equipos de RM con requerimientos técnicos específicos y una preparación mínima del paciente. Los factores principales que influyen en la escala VIRADS incluyen el tamaño de la lesión, su morfología (plana, sésil o pediculada) y la relación con la capa muscular en las secuencias morfológicas y funcionales. "En muchos casos, las lesiones musculoinvasivas no se diagnostican inicialmente, lo que puede retrasar el diagnóstico y conducir a un infra tratamiento. Hoy en día, la clasificación de lesiones vesicales como musculo-infiltrantes o no musculoinfiltrantes se realiza todavía mediante RTU", continúa López- Maseda.

"Por otro lado, muchos pacientes con lesiones vesicales son sometidos a varias biopsias (reRTU) con la intención de estadificar bien los cánceres de vejiga previo a decidir los tratamientos. Hemos de recordar que las RTU, pese a ser procedimientos con una buena tolerancia, no están exentas de morbilidad. Es por ello, que la RM de vejiga podría ayudar en el diagnóstico inicial, pudiendo dirigir la zona más sospechosa de infiltración muscular en los pacientes sin antecedente de biopsia", apunta.

Respuesta a la terapia neoadyuvante 


Además, añade que "si se confirma el valor predictivo positivo y negativo de la RM de vejiga en la evaluación de invasión muscular, podríamos evitar reRTU en un elevado número de pacientes, ya que la RM de vejiga podría ser suficiente para determinar que un paciente con lesiones VIRADS 1-2 no requiere reRTU para fiarnos de que su lesión no es musculo-invasiva. A parte, en casos de tumores localmente avanzados (VIRADS 4 o 5) podría no ser necesaria la realización de una biopsia profunda, evitando potenciales complicaciones de la RTU".

Por último, "existe la posibilidad de que la RM de vejiga nos permita evaluar la respuesta a la terapia neoadyuvante en tumores vesicales musculoinvasivos. La clasificación Nac-VIRADS fue creada con la finalidad de evaluar si las lesiones tratadas con terapia neoadyuvante siguen presentando componente musculoinvasivo o no. Si se confirma la utilidad de esta escala, podríamos desescalar el tratamiento post-neoadyuvancia a terapia local intravesical en pacientes respondedores o incluso permitiendo la vigilancia activa (evitando cistectomías). Por el contrario, en pacientes con mala respuesta a la terapia neoadyuvante tras los primeros ciclos, podríamos plantear un cambio de línea o un cese del tratamiento, evitando efectos secundarios y toxicidad y favoreciendo un tratamiento más adecuado", concluye el facultativo.
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