Los estudios Matterhorn y Potomac confirman mejoras en supervivencia y reducción de recaídas y efectos adversos

La inmunoterapia logra una doble diana en cáncer gástrico y de vejiga
Sergio Vázquez Estévez, jefe del Servicio de Oncología del Hospital Universitario Lucus Augusti, junto a su homóplogo en el Hospital Vall d’Hebron, Josep Tabernero.


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La inmunoterapia ha demostrado, una vez más, su capacidad para modificar la historia natural de tumores hasta ahora difíciles de controlar, erigiendóse así como uno de los pilares fundamentales sobre los que sustentar la Oncología de precisión actual. Un avance que adquiere aún más relevencia en territorios como el cáncer gástrico, estancado en cuanto a tratamientos oncológicos, o en cáncer de vejiga no músculo invasivo (CVNMI) de alto riesgo, una de las formas más complejas de la enfermedad por su alta tasa de recurrencia y progresión.  

Aunque "habrá que analizar bien el balance beneficio-riesgo", Sergio Vázquez Estévez, vicepresidente del Grupo Español de Oncología Genitourinaria (Sogug) y jefe del Servicio de Oncología Médica del Hospital Universitario Lucus Augusti (HULA), considera que esta herramienta terapéutica podría llegar a transformar la práctica clínica en un futuro. 

Algo que corrobora, como jefe de Oncología Médica del Hospital Vall d’Hebron y director del Instituto de Oncología de este centro (VHIO), Josep Tabernero, para el que el uso de la inmunoterapia es un avance "muy importante" en relación a la tendencia actual de intervenir en etapas más tempranas de la enfermedad oncológica para aumentar las probabilidades de curación. 

Sobre todo, a la vista de los resultados obtenidos en el estudio internacional Matterhorn, impulsado por AstraZeneca y en el que participa el VHIO. Los datos, presentados en el último congreso de la Sociedad Europea de Oncología Médica (ESMO por sus siglas en inglés), demuestran que añadir inmunoterapia a la quimioterapia convencional mejora la supervivencia de los pacientes con tumores gástricos localizados sin aumentar la toxicidad.


Reducción del riesgo de muerte del 22%


El nuevo enfoque combina Imfinzi (durvalumab), un fármaco inmunoterápico, con quimioterapia estándar (FLOT). Con esta estrategia, la supervivencia a tres años pasa del 60 por ciento al 68,6 por ciento. Un salto cualitativo teniendo en cuenta que los primeros estudios realizados con quimioterapia perioperatoria, esto es, antes y después de la cirugía, hace 25 años, arrojaban datos de supervivencia a tres años en pacientes con enfermedad local, de "alrededor del 60 por ciento. 

El oncólogo destaca además que el beneficio se mantiene incluso en pacientes con expresión negativa del marcador PD-L1, tradicionalmente asociado a peor pronóstico. Aunque "la enfermedad local-regional es un poco diferente a la enfermedad avanzada, con metástasis", especifica, el estudio muestra cómo en el 10 por ciento de pacientes incluidos con PD-L1 negativo, "la ratio de supervivencia era exactamente la misma" por lo que existe "una disminución del riesgo de muerte del 22 por ciento", expone. 

Además, dicha combinación, asegura el especialista, no incrementa los efectos secundarios. “El perfil de seguridad es muy similar al de la quimioterapia sola”, afirma, puesto que, al añadir durvalumab solo se registró "alguna reacción de citoquinas que se controlan bien" a largo plazo o alguna alteración endocrina como hipotiroidismo, propias de la inmnoterapia y de fácil solución con una "terapia sustitutiva hormonal". Además, el cumplimiento del tratamiento previo a la operación supera el 80 por ciento, lo que confirma su buena tolerancia.

 "Añadir inmunoterapia desde luego no compromete la toxicidad ni la cirugía"



Los resultados de Matterhorn apuntan, así mismo, a un beneficio duradero. "Puede ser que en el brazo experimental no lleguemos ni a la mediana de supervivencia, es decir, que más del 50 por ciento de los pacientes se hayan curado más a largo plazo. Ahora tenemos esta supervivencia madura a tres años, 50 por ciento después del seguimiento del estudio", explica Tabernero, al mismo tiempo que resalta que "no se ha encontrado ningún subgrupo de pacientes que no se beneficie nada" de dicha combinación, con un perfil de seguridad y número de pacientes que completaron la cirugía similar entre los grupos. 


Aprobación del tratamiento 


El avance llega en un momento en que el número de afectados por este tipo de tumor que se pueden beneficiar de este enfoque "es cada vez más alto" puesto que, dado que el objetivo es la curación, el número de diagnósticos en cáncer gástrico de tipo local o regional operable es mayor, gracias al aumento de las exploraciones. 

Por tanto, dado que "añadir inmunoterapia desde luego no compromete la toxicidad ni la cirugía, y en cambio sí que da resultados muy satisfactorios", Tabernero considera que la Agencia del Medicamento Europea (EMA) debe seguir los pasos de la FDA y aprobar dicho tratamiento combinado. 

El equipo del Vall d’Hebron ya trabaja en trasladar este enfoque a otros tumores gastrointestinales, como el esofágico, aunque "sin resultados tan positivos", y en adaptar las combinaciones terapéuticas a cada subtipo de cáncer. “Poco a poco vamos avanzando también en otros tipos de tumores, como el de mama triple negativo”, añade. 

Beneficios en el tratamiento del cáncer de vejiga


El impacto del mismo fármaco, durvalumab, se extiende más allá del aparato digestivo. El ensayo internacional Potomac ha mostrado resultados igualmente prometedores en el cáncer de vejiga no músculo invasivo (CVNMI) de alto riesgo. El estudio, que comparó durvalumab en combinación con BCG frente a la monoterapia estándar, logró reducir un 32 por ciento el riesgo de recurrencia o muerte, un hito en un contexto donde los avances terapéuticos eran escasos.

El dato más significativo de este estudio, en su opinión, tiene que ver con el incremento registrado en la supervivencia libre de enfermedad, definida como recaída de alto riesgo, progresión a músculo-infiltrante, metástasis o fallecimiento. En concreto, los datos apuntan a un 5 por ciento a 3 años sin deterioro en la calidad de vida, "aunque sin datos de beneficio en la supervivencia global tras un seguimiento mediano de 5 años". 



"Lo más significativo es el incremento en la supervivencia libre de enfermedad, definida como recaída de alto riesgo, progresión a músculo-infiltrante"


El tiempo de seguimiento, mayor a los 3 años que establecían estudios previos en CVNMI como Crest y Alban, aporta sin embargo "mucha más solidez" a dicha investigación, demostrando, eso sí, en todos resultados positivos para su objetivo primario, "la supervivencia libre de eventos, con una hazard ratio de 0,68”. 

Junto a esta cifra de supervivencia libre, el oncólogo señala el porcentaje de efectos adversos relacionados con el tratamiento (grado 3 o superior) del 21 por ciento frente al 4 por ciento para la BCG sola. "Para mí es el aspecto más importante a tener en cuenta a la hora de tomar una decisión sobre su inclusión en ficha técnica y su financiación, sobre todo teniendo en cuenta la mejoría en supervivencia libre de enfermedad". 

De hecho, dado que la adición de durvalumab no afectó la capacidad de completar la terapia con BCG, no tiene duda alguna en que habría que integrar la inmunoterapia en la práctica clínica diaria para estos pacientes.

Futuro prometedor 


Para este especialista, el hecho de que la supervivencia libre de enfermedad no alcanzara su mediana en ninguno de los brazos, "significa que es necesario un mayor seguimiento y un mayor número de eventos para alcanzarla". "Es un dato claramente positivo con respecto a la eficacia del tratamiento y duración de este", afirma. 

Así, aunque es cauto a la hora de señalar un cambio de paradigma en esta área oncológica gracias a estos anticuerpos monoclonales, "sin duda en la enfermedad metastásica, tanto en monoterapia en tercera línea como combinados con inmunoterapia en primera línea y en el escenario perioperatorio ya han demostrado claramente un beneficio en supervivencia global, supervivencia libre de progresión y en tasa de respuestas". 

Vázquez Estévez también vislumbra un nuevo horizonte para la inmunoterapia en fases más tempranas del cáncer de vejiga. “El futuro está probablemente en la inmunoterapia intravesical, sin abandonar la intravenosa. Aparte de la eficacia, ofrece una logística más sencilla y una tasa menor de toxicidades sistémicas”, asegura.
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