Tener en cuenta las variaciones de sexo y género es esencial para llevar a cabo una buena práctica clínica

Un estudio analiza la inclusión de la perspectiva de género en las Guías de Práctica Clínica.
Tener en cuenta las variaciones de sexo y género es esencial para llevar a cabo una buena práctica clínica.


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Las Guías de Práctica Clínica (GPC) tienen el objetivo de orientar a los profesionales médicos en la toma de decisiones sanitarias. Gracias a ellas, se estandariza no solo la formación de los sanitarios, sino también los protocolos de actuación, siempre con la evidencia científica como base. En este sentido, la incorporación de la perspectiva de sexo y género  (PSG) en estos manuales contribuye a colocar las variaciones entre mujeres y hombres en la práctica clínica. Sin embargo, el estudio La incorporación de la perspectiva de sexo y género en las Guías de Práctica Clínica, publicado en la revista de Salud Pública del Ministerio de Sanidad, redunda en un aspecto esencial: aún no hay estandarización suficiente de la inclusión de esta última en el ámbito de la salud.

La perspectiva de género en la práctica clínica


Incorporar una perspectiva de sexo y género en las Guías de Práctica Clínica permite identificar diferencias relevantes entre hombres y mujeres que se deben considerar en los procesos clínicos. En este sentido, es importante tener en cuenta cómo pueden afectar estas variantes al diagnóstico y tratamiento de los pacientes, siempre de acuerdo a la evidencia científica. Sexo y género son factores determinantes en la salud humana, ya que influyen tanto en los factores de riesgo como en la calidad de vida. Por tanto, la inclusión de esta perspectiva es considerada clave. Sin embargo, aunque los estudios aún son limitados, las revisiones sistemáticas han evidenciado la escasa atención o el uso inadecuado de la PSG en las recomendaciones actuales.


Perspectiva de género para una asistencia más precisa


En este contexto, el análisis del Sistema Nacional de Salud (SNS) evidencia una baja incorporación de la perspectiva de sexo y género, fundamental para ofrecer una atención médica basada en la evidencia y sensible a las diferencias entre hombres y mujeres. El estudio, centrado en el catálogo de GPC de GuíaSalud, organismo que tiene como objetivo potenciar la oferta de productos basados en la evidencia científica para apoyar la toma de decisión de profesionales y pacientes, muestra aún una escasa inclusión de la perspectiva de género en este tipo de trabajos. De hecho, en la mitad de los documentos analizados no se menciona ni sexo ni género, lo que confirma la existencia de una brecha de conocimiento en ciertas áreas clave para la salud pública.

Por otra parte, aunque se identifican buenas prácticas en algunas guías, estas aparecen de forma puntual y sin un criterio común. En patologías como el cáncer de mama, la mención a las mujeres está sobredimensionada. Por el contrario, en otras como los cuidados paliativos, el uso de masculino genérico parece invisibilizar diferencias relevantes entre sexos, lo que puede afectar a las recomendaciones clínicas. Asimismo, se ha registrado un aumento en el uso del lenguaje inclusivo. Sin embargo, el estudio advierte que esto no implica necesariamente la integración de una perspectiva de género real. Para que esta sea efectiva, es indispensable que exista una evidencia científica.

Finalmente, los investigadores aclaran que la falta de perspectiva de género no compromete la calidad técnica de las guías, pero sí limita su capacidad para abordar adecuadamente la diversidad en salud. Por ello, se recomienda formar a los equipos redactores para que incluyan en sus escritos tanto la perspectiva de género como la mirada interseccional.
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