Cándido Baena, Juan Ramón Prieto y Ángel López.
El mero hecho de apagar el teléfono móvil para
desconectar del trabajo en vacaciones puede constituir un acto de
“disciplina mental” para los médicos, en especial para los que tienen contacto directo con los pacientes. En algunos casos, la única vía posible para despejarse de las labores cotidianas pasa por hacer la maleta y escapar de la ciudad o el pueblo. Aunque los facultativos consultados por
Redacción Médica consideran que, sobre todo en los últimos años, ha habido una mayor concienciación en el gremio sobre esa necesidad de delegar responsabilidades y centrarse en sí mismos. “No es que sea o no posible, es que
es obligatorio”, sentencian.
La capacidad de un médico para
desligarse de sus labores profesionales durante sus vacaciones de verano no depende tanto de que ejerza en el ámbito público o el privado sino de la
zona en la que habite y la especialidad que realice, según diferentes voces del sector consultadas por este periódico, que apuntan que su principal nexo con el trabajo en el periodo estival son los grupos de Whatsapp con los compañeros. “Quizás desconectar al 100 por ciento sea difícil, porque al final te pones a leer, pero trato de no implicarme si no hay ninguna cosa grave”, explica
Juan Ramón Prieto, pediatra, quien reconoce que en alguna ocasión se ha visto en la necesidad de
“echar un cable cuando en principio no tocaba”. Se trata, matiza, de casos excepcionales.
Grupos de Whatsapp con otros médicos "y jefes"
Cándido Baena, médico de Urgencias y Emergencias en el Hospital del Mar de Cádiz, conviene en que
cuando está de libranza el único vínculo con su trabajo es el del grupo del móvil, en el que hay compañeros y jefes, aunque la mayor parte del tiempo “el teléfono está apagado”. “Hemos llegado a un punto que parece que
nos sentimos responsables hasta de pedir vacaciones, aunque eso se está superando con el tiempo -sostiene el facultativo-. Tenemos mucha presión durante todo el año y si no podemos ni tomarnos un descanso durante 15 días…”.
No todos lo tienen igual de fácil, asume el propio Baena, quien apunta por ejemplo a la Atención Primaria como una de las más complejas de gestionar en vacaciones, sobre todo si el facultativo tiene
contacto directo con el paciente. Porque hay algunos que se encuentran en una situación “de
dependencia muy alta” e incluso llegan a tener el teléfono personal de su médico.
"Puedo desconectar del trabajo, no de mis pacientes"
En los pueblos es de hecho habitual cruzarse con el médico de cabecera en el día a día, lo que da lugar a un goteo de ‘mini-consultas’ en la misma calle. Bien lo sabe
Ángel López, facultativo en la sevillana Cañada Rosal, quien defiende que su labor es ‘pasional’. “Solo con ir al bar ya me encuentro con mis pacientes -detalla-. Yo puedo estar desconectado del trabajo, pero no de ellos”.
De hecho, sostiene que en ocasiones “la única cosa” que le permite apartarse de sus labores profesionales
“es estar lejos del pueblo”. Aunque también entonces hay que estar dispuesto a apagar el móvil y el ordenador (“como tenemos historia digital…”). “Es una cuestión de disciplina mental, como hacen los deportistas -zanja-. Cuando se está de vacaciones
hay que saber desconectar”.
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