Rosas Arroyo, vicepresidenta segunda de la OMC.
San Sebastián se convierte desde el 6 al 7 de noviembre en el epicentro del debate sobre la salud global con la celebración del
V Congreso de Cooperación Internacional de la Organización Médica Colegial (OMC). El encuentro reúne a médicos, ONG, agencias internacionales y representantes institucionales para reflexionar sobre los desafíos actuales de la cooperación sanitaria y la acción humanitaria en un contexto marcado por los conflictos armados, las migraciones y la
creciente vulnerabilidad de la infancia y la adolescencia.
Desde la
Fundación para la Cooperación Internacional de la OMC, impulsora del congreso, se busca fomentar el intercambio de experiencias y buenas prácticas, reforzar el papel del médico como agente de cambio social y sensibilizar a la sociedad sobre la necesidad de garantizar el acceso universal a la salud. En conversación con
Redacción Médica,
Rosa Arroyo, vicepresidenta segunda de la OMC, explica las claves de una cita que, bajo el lema
“Sembrando el futuro, infancia y adolescencia”, aspira a trazar una hoja de ruta común hacia una cooperación más sostenible, equitativa y comprometida con los derechos humanos.
¿Qué objetivos estratégicos persigue la OMC al organizar este V Congreso de Cooperación Internacional?
Desde la Fundación para la Cooperación Internacional queremos abordar en profundidad temas relacionados con la cooperación sanitaria y la ayuda humanitaria, así como facilitar un espacio de encuentro entre los profesionales que ya tienen experiencia y los que tienen la inquietud de iniciarse en este terreno y también favorecer el intercambio de experiencias y buenas prácticas entre profesionales, ONG, administraciones y organismos internacionales. Además, el Congreso busca sensibilizar a la sociedad y a las instituciones sobre el papel del médico como agente de cambio social y garante del bienestar colectivo.
¿Qué mensaje principal desea transmitir desde su intervención?
El título del congreso es nuestro mensaje, “Sembrando el futuro, infancia y adolescencia”. Hay que alzar la voz para mejorar las condiciones de acceso a la atención sanitaria y la educación, en un entorno seguro, porque son la esperanza para conseguir un mundo más justo y mejor para todos.
En el programa se abordan ejes como “cooperación médica en crisis humanitarias”, “fortalecimiento de sistemas sanitarios locales” y “ética en la cooperación sanitaria internacional”. ¿Cómo se consensuaron estos temas y qué criterio primó para su selección?
La Fundación para la Cooperación Internacional de la OMC cuenta con un comité científico asesor para proponer temas y desarrollar la estructura del congreso. En esta edición los contextos de conflictos armados, la amenaza permanente a la infancia y las migraciones han sido determinantes para la selección.
Por eso los temas elegidos, además de los que se nombran en la pregunta, incluyen la salud sexual, la violencia, la asistencia a los inmigrantes llegados por vía marítima y la “genética al servicio de la lucha contra el tráfico mundial de niños”. La especial vulnerabilidad de la infancia y adolescencia es un desafío, y tenemos que evitar más estigmatización o situaciones de peligro añadido. No hay futuro sin salud.
En un congreso como éste participan gobiernos, ONG, agencias internacionales y profesionales sanitarios. ¿Cómo se garantiza un equilibrio entre sus voces para evitar que prevalezca solo el punto de vista institucional o gubernamental?
La pluralidad de temas y ponentes, y la libertad para enfocar las intervenciones son las premisas con las que hemos contado, es un espacio de diálogo, de escucha activa y de aprendizaje.
¿Qué iniciativas innovadoras espera que surjan de este congreso y cómo planea la OMC traducirlas en colaboraciones reales o políticas públicas? ¿Hay proyectos específicos en cartera?
La Fundación para la Cooperación Internacional de la OMC tiene 3 líneas estratégicas: a) detectar las necesidades de las médicas y médicos voluntarios y cooperantes, a través del registro, b) proporcionar información y ayuda para viajar en las mejores condiciones mediante los seguros de responsabilidad profesional y viaje, y c) la formación mediante cursos, como los realizados de Preparación al primer destino en cooperación y Formulación de proyectos, así como estos congresos bienales.
Esperamos que tras este congreso podamos avanzar en las líneas anteriores, pero también afrontar nuevos proyectos más sostenibles, mantenidos en el tiempo y orientados al fortalecimiento de las capacidades de los agentes de salud locales.
La cooperación internacional enfrenta barreras como la financiación inestable, la burocracia o la falta de continuidad. ¿Qué reflexiones o soluciones propone durante este congreso para hacer la cooperación más sostenible y menos sujeta a sobresaltos?
No hay soluciones fáciles a problemas complejos, en el aspecto económico la concienciación y colaboración de la sociedad civil es imprescindible en estos momentos, pero también desarrollar las iniciativas poniendo el foco en lo que demandan los países receptores y en convertir el apoyo en colaboración entre iguales e inversión a futuro con corresponsabilidad en los resultados.
¿Qué papel específico se espera de los médicos colegiados en España dentro de los procesos de cooperación internacional? ¿Cómo pueden contribuir más allá de la participación individual en misiones?
Un papel relevante, que apreciamos a través del registro de voluntarios y cooperantes, y de los numerosos proyectos asistenciales y docentes. Para ir más allá de la participación individual están los colegios médicos provinciales, muchos de ellos tienen secciones de cooperación, y sus responsables se reúnen en los congresos periódicos de la FCOMCI.
Los colegios hacen convocatorias de premios para apoyar proyectos, informan de los recursos disponibles y articulan rotaciones y estancias de médicos de terceros países en nuestro medio para mejorar su formación y capacitación. La cooperación forma parte del compromiso de los colegios de médicos con la profesión y la sociedad.
¿Qué mecanismos de evaluación e indicadores se plantean para medir el éxito de los acuerdos, colaboraciones y programas que se inspiren en este congreso? ¿Cómo asegurarse de que no queden en mera declaración de intenciones?
Se dice que el éxito en cooperación sería poder abandonar el terreno porque los sistemas sociales y sanitarios locales son autosuficientes, pero hasta entonces creo que mejorar indicadores como la mortalidad perinatal, la vacunación o la educación en salud sería un buen resultado. Celebramos este congreso cada dos años, un periodo de tiempo en el que vamos evaluando el trabajo de muchas iniciativas y compañeros para que cada proyecto sea más útil y de ayuda.
A menudo los congresos generan mucho debate, pero el reto es sostener el impulso. ¿Cómo planea la OMC hacer seguimiento a las conclusiones del congreso, y qué papel esperarían que jueguen otros actores (ONG, gobiernos, sociedades científicas) en ese proceso?
El congreso terminará con una Declaración de San Sebastián, que recogerá las conclusiones más relevantes, y hoja de ruta para el futuro, siempre podemos volver ahí para recordar cuanto horizonte queda todavía por delante. Esta declaración la elevaremos a todos los agentes implicados en el ámbito de la cooperación para crear sinergias e impulsar propuestas.
Esperamos que los planteamientos de las mesas, los contenidos de los talleres, y el diálogo de clausura sea un revulsivo para despertar la conciencia y la responsabilidad social que no son solo valores de la Medicina, si no de la humanidad entera.
Finalmente quiero destacar que este año, por primera vez, hemos abierto la modalidad de
inscripción on-line con un coste muy reducido para todos aquellos que quieren imbuirse en este Congreso y ya no puedan acudir de manera presencial al acabarse las plazas.
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