Una ambulancia en el Clínico San Carlos de Madrid.
Cada segundo cuenta cuando una vida está en juego. De ahí la importancia de gestionar con prudencia los recursos sanitarios, incluidas, por supuesto, las ambulancias. Bien lo sabe
Rubén Blanco, médico de Familia, quien tuvo que afrontar la pérdida de un paciente precisamente por la falta de disponibilidad de vehículos acondicionados. “El problema es que a veces
se dan avisos a los que no se tendría que ir, porque hay personas que necesitan un traslado con un margen de minutos y estabilizarles en el sitio es complicado”, resume.
En declaraciones a este periódico, el facultativo ahonda en el
debate que él mismo protagonizó recientemente en X sobre el caso real de una persona que se había abierto una brecha en la cabeza por una caída y a la que se le denegó una ambulancia, a priori, porque podía trasladarse por sus propios medios al hospital. Blanco defendió sin ambages la decisión del servicio de emergencias: “Muchos médicos tenemos
historias terroríficas de no tener ambulancias disponibles para pacientes en parada cardiorrespiratoria o en coma porque están en avisos menos urgentes -apuntó en la citada red social-. Si el 112 les dice eso es precisamente para
evitar esas verdaderas historias terroríficas”.
Este médico de Familia señala a
Redacción Médica que el “problema fundamental” es pensar “que las ambulancias se pueden estar usando para todo”. Porque estos vehículos, apunta, “están
diseñados para esperar una emergencia, no para estar trabajando constantemente”.
“El hecho de que una ambulancia esté activa conlleva que no esté útil para otros avisos que son potencialmente más urgentes”, indica Blanco, que explica que un paciente que verdaderamente se encuentra en una situación crítica o de urgencia “rara vez puede desplazarse en coche o en transporte convencional” al hospital. “No es que no tenga vehículo, es que
directamente no puede subirse a él”, argumenta.
¿Falta de ambulancias en España?
No es que en España exista necesariamente un
problema de falta de ambulancias, a su juicio. De hecho, considera que están “
relativamente bien distribuidas”. “En las grandes ciudades hay más y están más utilizadas, mientras que en las zonas rurales están la mayor parte del tiempo paradas, pero tienen que recorrer grandes distancias”.
Los resultados de una mala gestión de las ambulancias pueden ser catastróficos, pues generalmente los casos críticos son
difícilmente abordables a nivel extrahospitalario. “Y si no se atiende rápido puede haber un empeoramiento del pronóstico o incluso la muerte”, enfatiza el facultativo, quien destaca que tanto él como sus compañeros han advertido en más de una ocasión que los vehículos sanitarios estaban siendo utilizados para “
avisos menos urgentes” cuando había “gente que necesitaba un traslado rápido”.
De hecho, él mismo perdió a un paciente con una
parada respiratoria porque no había disponibilidad de ambulancia. ¿Cómo se sobrelleva a nivel profesional una experiencia así? “Pues con
mucha frustración y rabia, pero realmente tienes que ser consciente de que no eres tú el culpable de esta situación y no se puede llegar a todo”.
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