Juan Ramón Pietro, pediatra.
Un mal día lo tiene cualquiera, pero si coincide con la celebración del
examen MIR puede trastocar los planes de futuro que tiene el médico. Si esto ocurre y la puntuación final no alcanza para las preferencias del profesional, hay dos caminos a elegir: escoger una especialidad que, a priori, no entraba dentro de sus planes; o volver a
repetir la prueba. Pero también hay casos excepcionales, como el de
Juan Ramón Pietro, quien "siempre" tuvo la idea de
querer hacer una segunda especialidad. Así,
con 41 años y una plaza fija en Medicina de Familia, decidió
pedir una excedencia y embarcarse en la dura travesía de volver a ser residente y entrar en la rama que afirma ser su verdadera vocación:
Pediatría
El caso de Pietro es bastante atípico. No es habitual que un médico que
lleva más de una década siendo adjunto en una especialidad, y con una plaza fija tras aprobar una
oposición, decida volver a repetir el examen
MIR. "Yo aprobé las oposiciones para el SAS en el 2007 y saqué plaza. Fue en ese momento cuando la idea de
hacer una segunda disciplina sanitaria cogió más fuerza, aunque siempre había querido hacerlo", se ha sincerado a
Redacción Médica.
Pedir una excedencia como adjunto y repetir el examen MIR
Por tanto, una vez que tuvo el
"colchón" económico suficiente y la seguridad de que podría volver a su antiguo puesto de trabajo si las cosas salían mal, decidió pedir una excedencia y presentarse, de nuevo, al examen MIR. "Disfruté mucho de la preparación. Cuando estudiaba esas dos o tres horas al día lo sentía como una vía de escape a los problemas del trabajo", ha incidido.
Sin muchas complicaciones, Pietro consiguió superar la prueba y obtener una puntuación que le permitió entrar a Pediatría. De esta forma,
en 2012 comenzó un periodo de formación que le proporcionó aspectos positivos, pero también complicaciones. "Fue duro volver a
ser MIR con 41 años. Les sacaba a mis adjuntos entre diez y quince años", ha enfatizado.
Seguir las órdenes de médicos con menos experiencia
Tras doce años ejerciendo previamente como adjunto en un centro de salud, Pietro ya
tenía sus propias rutinas y "manías" establecidas dentro del sector sanitario, y
seguir las órdenes de los ‘resis’ mayores y adjuntos, que tenían menos experiencia que él, no fue fácil. Incluso,
se planteó abandonar "bastantes veces" la residencia. "Afortunadamente continué", ha afirmado.
A pesar de esa sensación tan negativa, también subraya que hubo momentos muy buenos, y tuvo la suerte de conocer gente maravillosa durante sus años de formación, como a su propia tutora, quien era consciente de que Pietro era un residente con "connotaciones diferentes". "Yo ya tenía una experiencia muy amplia viendo pacientes y era
completamente autónomo. Funcionaba casi más como adjunto que como MIR", ha incidido.
Hacer un segundo MIR con 41 años
Sobre si cree que ha podido perder experiencia con respecto a sus compañeros pediatras por comenzar más tarde la especialidad, este especialista cree que sí, pero también ha tenido las ideas siempre más claras. "Conocía lo que quería y lo que no. Pero es verdad que no tenía la misma ilusión que un jóven de 25 años que acaba de empezar en este mundo", ha incidido.
Pietro terminó la residencia de Pediatría en 2016 y, desde entonces, trabaja en un hospital siendo feliz y sin arrepentirse de su decisión. No obstante, reconoce que echa de menos ese "concepto global" de la Medicina que tienen los médicos de Familia. "Creo que s
on los profesionales que están mejor preparados y no tienen el reconocimiento que se merecen", ha concluido.
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