Pablo García-Pavía.
Los
betabloqueantes forman parte de la práctica clínica habitual. Este tipo de medicamentos se emplean para reducir la presión arterial y la frecuencia cardiaca, lo que hace que el corazón lata más lento y con menos fuerza. Así, estos acostumbran a utilizarse en patologías como la hipertensión, la arritmia, la insuficiencia cardiaca, la angina de pecho o el infarto. Sin embargo, esta directriz terapéutica
podría cambiar en los próximos años, especialmente a raíz de las últimas investigaciones científicas. Por ejemplo, estos podrían desaparecer del tratamiento a afectados por la
miocardiopatía hipertrófica obstructiva (MHO).
Al menos, esto es lo que indica un estudio internacional encabezado por el jefe de la Unidad de Cardiopatías Familiares del Servicio de Cardiología del
Hospital Universitario Puerta de Hierro (Majadahonda, Madrid), Pablo García-Pavía. Un trabajo que recibe el nombre de Maple-HCM, en el que se compara
un nuevo inhibidor de la miosina -proteína fundamental para la contracción muscular y la división celular- con un fármaco betabloqueante. "Queríamos ver si este medicamento, diseñado específicamente para la patología, podía mejorar la capacidad de esfuerzo y los síntomas de los pacientes más que el tratamiento estándar habitual", ha puntualizado el facultativo a
Redacción Médica.
Así, el equipo científico-sanitario
reclutó a 175 pacientes adultos con MHO procedentes de distintos puntos del planeta. La mitad recibió tratamiento con el citado medicamento en investigación, denominado aficamten, mientras que a la otra se le administró un betabloqueante -metoprolol-. A continuación, se vigiló a dichos pacientes durante 24 semanas para observar los cambios que experimentaban en sus posibilidades de esfuerzo.
"Los pacientes mejoraron su capacidad de ejercicio, clase funcional y calidad de vida"
|
Los resultados revelaron que el primer fármaco
ofrecía una solución más efectiva para abordar esta patología cardiovascular. "Los pacientes mejoraron su capacidad de ejercicio, su clase funcional y su calidad de vida. Además, redujo de forma muy notable el gradiente obstructivo del corazón, que es la causa principal de los síntomas", ha explicado García-Pavía, quien también es jefe del grupo del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC) e investigador del CIBER de Enfermedades Cardiovasculares (Cibercv). Logros que alcanzó con "un perfil de seguridad muy similar al de los betabloqueantes".
Revisión crítica de la práctica clínica
Bajo el prisma del facultativo del Hospital Universitario Puerta de Hierro, los datos extraídos de Maple-HCM apuntan a "un posible cambio de paradigma". "Los betabloqueantes eran el tratamiento de inicio casi obligado. Ahora, se sugiere que fármacos que actúan directamente sobre el mecanismo de la patología pueden ser más eficaces desde el principio", ha comentado. "Esto abre la la puerta a que en un futuro próximo
las guías clínicas se actualicen y los cardiólogos dispongamos de una herramienta mucho más potente para estos pacientes", ha agregado.
Esta no es la única línea de investigación que apunta al uso de otros medicamentos más allá de los betabloqueantes para pacientes con afecciones cardiacas. Por ejemplo,
el ensayo Reboot revela que los pacientes que han sufrido un infarto de miocardio no complicado -sin antecedentes de insuficiencia cardiaca y con una fracción de eyección ventricular izquierda mayoritariamente preservada- no necesitan ser tratados con esta clase de fármacos.
"Abre la puerta a la actualización de las guías clínicas y qie los cardiólogos dispongamos de más herramientas"
|
Según García-Pavía, los betabloqueantes han sido "un pilar en Cardiología durante décadas, pero ahora disponemos de estudios modernos que
nos permiten matizar su papel en cada patología". "En el infarto, en la miocardiopatía hipertrófica o en la insuficiencia cardiaca con fracción de eyección preservada, ya no basta con asumir que funcionan 'para todo'. Vamos hacia una Medicina más personalizada, en la que cada paciente recibe el tratamiento que realmente le aporta beneficio", ha argumentado el especialista.
La visión del médico
contrasta con la de otras voces de la profesión médica. Desde la Federación de Asociaciones Científico Médicas Españolas (Facme) han pedido
prudencia ante los distintos avances presentados por los investigadores, especialmente, si estos afectan a la aplicación de una práctica clínica frecuente. Misma reflexión comparte el secretario de Estado de Sanidad, Javier Padilla, o la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (Semergen).
Incorporación de nuevos fármacos en el SNS
Aficamtem no ha aterrizado en el Sistema Nacional de Salud (SNS) al tratarse de un preparado en proceso de investigación. Eso sí, la Agencia Estatal de Medicamentos y Productos Sanitarios (Aemps)
autorizó mavacamten hace dos años, un inhibidor de la miosina. Por ello, no sería extraño que el compuesto más reciente llegase al país en un cierto tiempo, siempre que los ensayos clínicos verifiquen su efectividad y seguridad con mayor certeza.
García-Pavía confía en la implementación de estos medicamentos en el proceso asistencial. "Son medicamentos que requieren seguimiento ecocardiográfico y protocolos de uso específicos, pero no suponen una barrera insalvable. Lo importante es que los pacientes españoles puedan beneficiarse pronto de estos avances con equidad en todo el territorio", ha aseverado.
"El SNS tiene la experiencia y la estructura para adaptarse, pero habrá que organizar bien el acceso a estos nuevos fármacos", ha añadido.
Las informaciones publicadas en Redacción Médica contienen afirmaciones, datos y declaraciones procedentes de instituciones oficiales y profesionales sanitarios. No obstante, ante cualquier duda relacionada con su salud, consulte con su especialista sanitario correspondiente.