Iniciamos un nuevo año y, como suele ser habitual en estas fechas, los buenos deseos protagonizan los discursos de los responsables públicos. Aunque la situación dista aún mucho de ser la deseable, todos ellos se muestran convencidos de que se emprenderán las actuaciones necesarias para que ésta mejore a lo largo de 2017.

Nuestro Sistema Nacional de Salud, dicen, no será una excepción y, tras años de duros recortes y deterioro progresivo de la calidad asistencial, se comprometen a avanzar en las reformas necesarias para asegurar su sostenibilidad, adaptando su funcionamiento a las necesidades futuras de la población.

Si introdujeramos en un buscador de internet palabras como “cronicidad”, “envejecimiento poblacional”, “dependencia”  o “integración sociosanitaria”, comprobaríamos, sin lugar a dudas, que han sido utilizadas reiteradamente por todos nuestros gestores sanitarios al hablar del SNS que quieren y por el que trabajarán desde su respectivos ámbitos de responsabilidad.

Algunos tímidos avances se han producido para intentar dar respuesta a las necesidades sanitarias y sociales de la persona a lo largo de toda su vida, tanto si está enferma como si no lo está, pero hasta el momento no ha habido una voluntad real por cambiar las cosas, de raíz y a fondo. Y no la ha habido, reconozcámoslo, porque son muchos los intereses económicos, políticos y también profesionales que juegan a la contra.

Como se entiende si no, por ejemplo, que los profesionales de Enfermería, imprescindibles para asegurar una atención sociosanitaria de calidad a lo largo de todo el proceso vital de la persona, tengan cada vez una menor presencia en las plantillas de los distintos servicios sanitarios de nuestro país.

Un reciente informe del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad así lo vuelve a corroborar. La Estadística de Centros Sanitarios de Atención Especializada concluye que se registró un descenso de enfermeras entre 2010 y 2014 en las plantillas de los hospitales públicos y privados de nuestro país, mientras que las de los médicos siguió incrementándose.

Un descenso que se produce en un país que, como todos sabemos, se encuentra muy por debajo de la media de los 28 estados miembros de la Unión Europea, situándose, año tras año, en los últimos puestos.

Este informe ministerial confirma que nuestro Sistema Nacional de Salud sigue apostando por un modelo asistencialista fuertemente medicalizado en el que lo único que parece importar es el órgano enfermo en lugar de aprovechar y coordinar los recursos existentes hacia un modelo orientado al paciente, a la persona, facilitándole una atención integral y continua  a lo largo de toda su vida.

Se ha focalizado la atención sanitaria en intentar curar lo que ya está enfermo dejando de lado la prevención y el cuidado de la persona. Por supuesto que hay que seguir dedicando esfuerzos económicos, organizativos y materiales al tratamiento y posible cura de la patología cuando ésta ya existe, pero ha llegado el momento de extender el derecho a la salud al derecho al cuidado.

¿Será 2017 el año en el que realmente comprobaremos que los buenos deseos de inicio de año se convierten en realidad?, ¿será 2017 el año en el que se empezará realmente a trabajar por un cambio de modelo sanitario?, ¿será 2017 el año en el que los profesionales de Enfermería verán reconocido su valor presente y futuro dentro del SNS y las plantillas se equipararán, al menos, a las del resto de países de nuestro entorno?

Estos y otros interrogantes aún no tienen respuesta. ¿La tendrán dentro de 365 días? Empieza el tiempo de descuento.

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