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18 dic. 2014 10:29H
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Hace unos días asistí al acto de entrega de los premios ‘Enfermería en Desarrollo’ y me llamó especialmente la atención la actitud que mostraron dos jóvenes profesionales, recién salidas de la universidad, tras haber conseguido un reconocimiento por su trabajo de Fin de Grado.

Siendo muy conscientes, estoy seguro, del difícil momento que aún atraviesa la sanidad de nuestro país o del empeoramiento progresivo que han sufrido las condiciones laborales de su profesión o de las del resto de compañeros sanitarios, se manifestaron ilusionadas y motivadas para hacer de la enfermería, en su caso, la herramienta que cambie y mejore nuestro Sistema Nacional de Salud (SNS).

Y me llamó la atención porque entre las muchas cosas que ha traído la crisis a nuestro país hay, sin duda, importantes frenos para lograr cualquier avance, no solo personal sino colectivo, como son la desmotivación, el descontento o la apatía.

En estos años se ha generado una sensación colectiva de pesadumbre y desencanto social que nos ha llevado a la queja y crítica constante, pero también a la desidia y la inacción. Hemos alzado la voz, sí, pero no hemos acompañado nuestras palabras con actos que intenten, al menos, cambiar lo que nos parece injusto y perjudicial.

Ha habido, y sigue habiendo, protestas en la calle, movilizaciones y actos reivindicativos de distinta índole pero, en términos generales, sin un seguimiento acorde a los problemas que se denuncian.

Ha calado el mensaje de “hagamos lo que hagamos, harán lo que quieran”. Algo de lo que, indudablemente, se benefician los distintos poderes políticos y económicos que ven en una sociedad adormecida el mejor caldo de cultivo para sus intereses particulares.

El colectivo sanitario no es ajeno a esta situación generalizada y a la pérdida de derechos que hasta el momento se consideraban intocables, y que costaron muchos años de esfuerzo y sacrificio conjunto, ha venido acompañada de la mencionada desilusión y desafección. Una situación que, sin duda, hay que cambiar. Ya, ahora.

Los problemas siguen siendo muy importantes, la situación es compleja y los retos son muchos, pero si no cambiamos de actitud, personal y colectiva, no daremos el primer paso, el fundamental y necesario, para que nuestro sistema sanitario siga cuidando de la salud de todos.

Hay que construir el futuro entre todos y desde la convicción de que no somos el problema, o parte de él, sino que somos la clave para la solución.

Esa convicción es la que vislumbré en las dos jóvenes profesionales de Enfermería premiadas y esa es la manera, la única manera, de lograr que nuestro sistema sanitario siga siendo, ahora y siempre, fuente de salud, riqueza y desarrollo social.

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