Ya está aquí. Después de muchos años debatiendo sobre ello, analizando pros y contras y esperando el correspondiente desarrollo normativo (que ya se apuntaba en la Ley de Garantías del año 2006 como consecuencia de una directiva comunitaria), la posibilidad de dispensar medicamentos sin receta por internet es una realidad. Bien es cierto que todavía no se da en la práctica, pero la aprobación hace unos meses del Real Decreto 870/2013, por el que se regula la venta a distancia al público, a través de sitios web, de medicamentos de uso humano no sujetos a prescripción médica, y la publicación por parte de la Comisión Europea del logotipo que las farmacias deberán incluir en sus páginas web si quieren dispensar medicamentos por internet, abren el camino de forma definitiva a este nuevo canal de dispensación.

Sin duda, los tiempos cambian y la presencia de la tecnología en nuestras vidas es cada vez más ineludible. En el caso que nos ocupa también es así, de ahí la necesidad de regular una práctica que, tarde o temprano, parece que tenía que llegar. Sobre todo, porque la nueva normativa va indisolublemente unida a la lucha contra la falsificación de medicamentos, un fenómeno creciente fuera de nuestras fronteras y muy presente en internet. De hecho, según la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (Aemps), más de la mitad de los medicamentos que circulan por la red son falsos, y la UE ya mencionaba la problemática de internet en su directiva de 2011 para la lucha contra los medicamentos falsificados. Ante esta realidad cabría preguntarse si este canal es eficiente y seguro sanitariamente, hablando en nuestro país. El tiempo nos lo dirá.

Ahora solo hay que esperar a que la propia Comisión Europea publique el correspondiente reglamento sobre el citado logotipo que acreditará a las farmacias y, a partir de ahí, y en el plazo de un año como máximo, la dispensación online de medicamentos sin receta será un hecho. En este tiempo las diferentes administraciones sanitarias autonómicas tendrán que prepararse para asumir las competencias derivadas de la puesta en marcha de este real decreto, crear las páginas webs correspondientes e iniciar los nuevos registros administrativos y la labor de inspección y control que la legislación les otorga.

Todas las farmacias comunitarias que quieran adentrarse en esta nueva vía tendrán que adaptar sus páginas web de internet a las exigencias legales pero, sobre todo, tendrán que tener muy claro que la dispensación (que no venta) de medicamentos a través de la red de redes no debe cambiar el criterio profesional que debe regir este servicio farmacéutico.

Como farmacéuticos comunitarios debemos sentirnos satisfechos de que las autoridades sanitarias hayan circunscrito la dispensación online al ámbito de las farmacias físicas, de forma que sean perfectamente identificables tanto los establecimientos como los profesionales que hay detrás de cada dispensación. Ésta es una garantía de seguridad imprescindible para los pacientes, al igual que sucede cuando se dispensa un medicamento en persona, y evitará la posibilidad de que surjan, entre otros, problemas relacionados con la mencionada falsificación de los fármacos que se adquieran por internet.

El nuevo canal también puede suponer una oportunidad para difundir más la labor sanitaria de las farmacias y llegar a pacientes que tengan dificultades de movilidad y desplazamiento, aunque cabe preguntarse si realmente tendrá éxito esta vía en nuestro país, teniendo en cuenta que más del 90 por ciento de la población española tiene una farmacia muy próxima de su lugar de residencia y que los precios de los medicamentos en España son más que asumibles. Por este motivo, y desde el punto de vista de Sefac, la dispensación online de medicamentos sin receta no debe verse como una nueva posibilidad de negocio, sino más bien como una nueva forma de acercar todavía más si cabe la atención farmacéutica a los pacientes.

Pero para que esta oportunidad no se convierta en una amenaza y sepamos dar cumplida cuenta del nuevo desafío que supone el uso de internet para la adquisición de medicamentos, es fundamental que este nuevo canal no distorsione la figura del farmacéutico como profesional imprescindible para el buen uso de los fármacos, ni la del medicamento como un producto que no es un bien de consumo cualquiera.

En este sentido, serán necesarias dos cosas, la primera de las cuales es, lógicamente, cumplir con los requisitos exigidos por la legislación vigente. Para esto es recomendable que los farmacéuticos nos pongamos en manos de expertos que nos permitan crear páginas web seguras y con todas las garantías necesarias a la hora de efectuar una correcta dispensación del medicamento solicitado, protección de datos, etc. Pero, en segundo lugar y más importante, es imprescindible reforzar nuestro compromiso ético si lo que queremos es garantizar un nivel de excelencia y responsabilidad con la actuación profesional y el servicio a la población.

Por este motivo, la Comisión de Bioética de Sefac ha publicado recientemente un código ético para la dispensación por internet de los medicamentos sin receta en el que, entre otras muchas cosas, se hace hincapié en la importancia de que internet no rebaje la importancia del medicamento y del acto sanitario de la dispensación asociándolo al ofrecimiento de regalos, premios, obsequios, concursos, bonificaciones o similares. Por la misma razón, no debería vincularse a la dispensación de medicamentos las promociones de productos de parafarmacia ni enlazar a herramientas de autodiagnóstico o automedicación que obvien el obligado asesoramiento farmacéutico y/o médico.

En definitiva, la dispensación online de medicamentos sin receta puede ser una oportunidad que, bien aprovechada, quizá ofrezca más visibilidad a las farmacias en entornos hasta ahora ajenos o menos explorados y que aumente la comunicación con los pacientes y usuarios. Pero debe hacerse correctamente, al igual que se realiza de forma presencial,  pues si solo se ve como un atajo para alcanzar fines ajenos al interés sanitario, la oportunidad se tornará en una amenaza que no traerá cosas buenas para nuestro desarrollo y futuro profesional.


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