En 1900 en Estados Unidos, según las  estadísticas, existían tres casos de muerte de cáncer por cada 100 habitantes. En la actualidad hay cuatro de cada diez,  tal y como señala la prensa francesa, aunque nos han llegado a decir que en España  la cifra es  uno de cada tres. 

Pero la verdadera realidad es que la sociedad de 1900 nada tenía que ver con la que hoy en día tenemos,  mejor comunicada pero  más contaminada por todos lados, tierra, mar y aire.  Y  el progreso tiene siempre un  precio que tenemos que pagar desgraciadamente, tal y como pasó anteriormente con la revolución industrial. Si uno no se desintoxica de todos los tóxicos que acumula, tiende a crear tumores o cánceres, el organismo nos avisa de que nuestro cuerpo no aguanta más los hábitos de la vida que llevamos. A veces tenemos la suerte de dar marcha atrás y llegar a tiempo, pero casi siempre nos pilla desprevenidos,  y a consecuencia de un síntoma o por una revisión de rutina, recibimos el susto de nuestra vida.

Antiguamente, no existía azúcar refinada o blanca, pan blanco, harina blanca, edulcorantes, alimentos industrializados y/o procesados y con tantos conservantes, alimentos transgénicos, la leche de hoy en día no forma nata, es desnatada, sin lactosa y la de hace un siglo formaba nata, las margarinas no existían, las frutas duran más porque las radian para que duren más días y no se estropeen, no existían tantos alimentos con estrógenos, con cortisonas y antibióticos. No existía tanto plástico como ahora, ni tanto coche, motos y camiones eliminando tanta gasolina, ni gasoil a la atmósfera produciendo tanto CO2 con la debida alteración de la capa de ozono, protector de la atmósfera para los rayos ultravioletas, como otras muchas sustancias.

El agua no llegaba como ahora por el grifo a las casas y con la composición que tiene. Hoy en día tomamos el agua mineral y nos bebemos con ella Bisfenol A. Los vestidos de la antigüedad no eran tan sintéticos, eran más naturales. Todo era como vemos más natural,  más equilibrado con lo que nos daba la naturaleza. Hemos pasado a crear con la química y con el petróleo todo aquello que hace más de un siglo éramos incapaces de pensar que existiría.

Comparemos nuestro organismo con un coche. Cuando vamos al concesionario,  si no vamos con la idea de qué vehículo comprar, nos venderán el que nos sea más asequible. Pero el coche estará nuevo, las ruedas nuevas, el motor limpio y la gasolina será de 95 octanos. Nos explicarán que posiblemente podamos estar unos 10.000 km sin pasar por el taller a cambiar el aceite y que los primeros 1.500 kms no le pasemos de más de 110 km/h y obedeceremos. Pero cuando nos dicen que una vez al año debemos de pasar por el dentista, oftalmólogo, hacernos una analítica de sangre y orina, hacer deporte con frecuencia y comer lo más equilibrado y natural que podamos, ¿lo cumplimos como cuando compramos un coche?. 

Realmente no, e incluso, habremos escuchado muchas veces “que para cuatro días que vamos a vivir en la vida, vamos a disfrutar a tope”, comiendo, fumando y bebiendo, haciéndonos más hombres. Sin embargo, eso conlleva más intoxicación. En cambio no hemos escuchado, para cuatro día que vamos a vivir en la vida, vamos a darle fuerte al coche, porque sabemos que si se nos rompe ya no podemos movernos y la comodidad de no pasar frío, de escuchar música y que te lleve a todos los sitios, se nos acaba, eso sin contar el gasto económico.

Pues desgraciadamente, no hacemos caso a Hipócrates que nos dijo que “tu alimentos sea tu medicina”, lo escuchamos infinidad de veces, pero no le damos la importancia que tiene. Pero el que les escribe, a sus pacientes les dice a diario la frase de Hipócrates, y añado que somos lo que comemos, bebemos, respiramos, pensamos y hoy en días lo que nos rodea. Ya que hace más de 114 años no teníamos tantos frecuencias de tipo telefonía móvil, wifi, gps, wimax, ondas de radio, tv, radares, parabólicas, etc...  Podríamos decir que no existe un lugar en la Tierra ya en el que no exista una de estas radiaciones. Luego de todo lo comentado hasta ahora se desprende que tenemos que cambiar nuestros hábitos de vida, para no padecer o tener un tumor. Porque si llegamos tarde será peor para el enfermo y su familia, condenados a vivir un suplicio de años de lucha. Y son muchas familias en el mundo que están pasando por este suplicio oncológico desgraciadamente.

A partir de ahora y comenzando el nuevo año 2015, debemos de resetearnos un poco nuestro pensamiento, ser más conscientes y tomarnos la vida de forma más natural, no tan artificial, ya que constantemente estamos jugándonos nuestra existencia corriendo más riesgos que hace 115 años, como podemos ver por las estadísticas.

Comamos, bebamos bien, hagamos deporte para desintoxicarnos y movamos nuestro cuerpo, todo ello nos ayudará a mantener el cáncer alejado de nosotros. Este debería ser el lema mental para el nuevo año que empieza.

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