En los últimos tiempos parece imprescindible hablar de la importancia de la salud mental. La salud psicológica emerge en una sociedad que parecía tenerla olvidada. Lo hace para abordar la necesidad de explicar que mirar esto, que ahora tanto nos ocupa, no es otra cosa que hablar de salud. Sin salud mental no es posible tener salud, decimos. Sencillo de pronunciar y leer, algo más complejo, en mi opinión, de llevarlo a la práctica si dedicamos un momento a observar las circunstancias que nos rodean.

La pandemia puso encima de la mesa el fino hilo en el que nos balanceamos cuando hablamos de la salud psicológica.

Efectivamente hablamos mucho más sobre ello, visibilizar lo que sucede es imprescindible para trabajarlo, pero no suficiente, es necesario saber cómo hablar, es decir, hacerlo desde el rigor que nos aporta la disciplina científica. Y también es necesario llegar a escenarios mucho más concretos.

En el día de la Salud es necesario pararnos a reflexionar. Nuestra salud no entra en juego únicamente en las consultas a las que de forma diaria acuden personas con diversos síntomas.

Nuestra salud, la mental y la física, siempre me ha costado mucho desmembrar a esta pareja, se pone en juego en nuestro día a día, en las cosas cotidianas; en nuestras casas, con las personas que nos relacionamos, con las queremos, en las formas en las que educamos, en los centros educativos, en nuestros trabajos… Y nos afecta a todos y todas, en todas las edades.

Vivimos en la sociedad de la inmediatez, de la necesidad de alcanzar casi un estado de felicidad eterno, de las redes sociales que continuamente muestran escenarios casi inalcanzables para el ser humano de andar por casa, en la sociedad del date prisa porque te quedas atrás.… en casi todo.

Convivimos y sobrevivimos a veces en circunstancias terribles, pandemias, violencia, guerras. Y pretendemos seguir, a veces lo hacemos, como si nada.


"La pandemia puso encima de la mesa el fino hilo en el que nos balanceamos cuando hablamos de la salud psicológica"



La Psicología ayuda a entender, a recolocar, a buscar las opciones. Habla de personas concretas, y se acerca a ellas. A niños y a niñas, a adolescentes, a jóvenes, a adultos y a personas mayores. Entiende de nuestra vulnerabilidad, entiende que en la vida a veces pasan cosas desgarradoras y también que a veces no tiene que pasar mucho para que alguien sufra.

Entiende que lo físico indudablemente influye en lo que nos empeñamos en llamar lo mental, y que no es posible atravesar lo psicológico sin que nuestro cuerpo de señales de ello.

Creo que es por esto por lo que adoro mi trabajo, la Psicología, porque me permite observar todo esto de cerca y estar cerca de las personas que acuden a ella.

Hoy, Día Mundial de la Salud, mis breves palabras van por ella, por una profesión científica y rigurosa que traduce a sus términos la vida misma, que, en definitiva, nos permite estar cerca de quien más lo necesita, de las personas.