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4 ago. 2016 12:00H
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Mucho se está hablando en estos meses sobre las consecuencias de que España llevemos tiempo con un gobierno en funciones ante el hecho de que tras las elecciones de diciembre (y ahora las de junio), no se haya podido constituir un nuevo gobierno.

En el caso de la sanidad, creo que el hecho de que haya un gobierno en funciones se ha usado como excusa para tirar la toalla ante problemas importantes que afectan a nuestro sistema sanitario. Sin negar que algunas soluciones requieren de un gobierno en plenitud de funciones, el hecho de que la gestión sanitaria este transferida a las comunidades permite que se pueda hacer un trabajo de coordinación que es muy importante para la ciudadanía.

Desde el Ministerio de Sanidad y aunque esté en funciones, se pueden impulsar acuerdos para abordar de manera coordinada los criterios para atender las necesidades sanitarias derivadas de la época estival y en especial la atención a personas desplazadas. También se pueden abordar criterios para asegurar la equidad en el desarrollo y aplicación de la prestación farmacéutica. Resolver el conflicto que el gobierno ha causado con su normativa sobre prescripción de Enfermería. Acometer un análisis riguroso sobre las necesidades de financiación del sistema para trasladar una posición compartida desde el consejo interterritorial en relación a la reforma del actual sistema de financiación autonómica.

También, se puede abordar un trabajo conjunto en relación a reclamar para España la sede londinense de la EMA tras la más que segura salida del Reino Unido de la UE.

Se puede trabajar en actualizar la información y hacer una evaluación extensa y exhaustiva del plan nacional de hepatitis C y actualizarlo mejorando los aspectos que sean necesarios, incluido su coste.

En definitiva, no es justificable una parálisis en el trabajo ministerial en base a la situación política de nuestro país. Porque hay problemas y hay capacidad potencial para abordarlos.

El hasta ahora ministro Alfonso Alonso, ha tirado la toalla hace mucho tiempo y en especial desde que fue elegido presidente del PP del País Vasco.

Esta situación de atonía en el ministerio es reprochable y no debe seguir así ni un minuto más.

Lo que seamos capaces de avanzar y acordar, beneficiaría a los pacientes y al sistema. Por eso, aunque deseo a Alonso lo mejor en su nueva etapa política, creo que nos deja una mala herencia en nuestra sanidad.

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