Más de ciento en horas veinte y cuatro,
pasaban de las musas al teatro

Lope de Vega

Con estas palabras se refería el Fénix de los Ingenios a su insólita capacidad de producción de obras teatrales desde que las concebía hasta que quedaban escritas, demostrando de paso que la humildad no figuraba entre sus numerosas virtudes. Sin embargo, las obras humanas suelen tener un tiempo de cocción más prolongado hasta que alcanzan el grado de madurez adecuado. La Red Oncológica Madrileña (ROM) de la que nos ocupamos en estas páginas en febrero de 2020 es y ha sido desde su concepción un gran proyecto, aunque le haya tocado navegar en tiempos revueltos.

Se trata en resumen de un cambio en el modelo hospitalario actual de asistencia oncológica, con el paso de un modelo vertical y aislado a otro transversal y coordinado. Con ello se pretende que el nivel de atención al enfermo con cáncer en la Comunidad de Madrid (6,7 millones de habitantes), ya de alto nivel, pero con problemas de coordinación se desarrolle de una manera más optimizada, funcional y eficiente, lo que se traduciría en mejoras en la asistencia, en la investigación o en el acceso a los mejores tratamientos. Este modelo organizativo, inspirado en la experiencia de la ONT y que tuve ocasión de implementar con éxito a principios de siglo en la región italiana de la Toscana, no es más que una forma de gestión que quiere romper el modelo monolítico y vertical de la oncología hospitalaria para permitir una amplia colaboración multidisciplinar entre todos los profesionales de la Comunidad, un verdadero gobierno clínico en el tratamiento del enfermo con cáncer.


"Este proyecto tiene una forma de gestión que quiere romper el modelo monolítico y vertical de la oncología hospitalaria para permitir una amplia colaboración multidisciplinar entre todos los profesionales de la Comunidad, un verdadero gobierno clínico en el tratamiento del enfermo con cáncer"



Cualquier proyecto de este tipo tiene que basarse en el consenso y la confianza de los profesionales, pero a su vez debe estar claramente avalado por la administración sanitaria correspondiente. De hecho, las estructuras estatales y autonómicas de la ONT trabajan siempre con el máximo consenso de los profesionales, pero son estructuras oficiales nombradas y sostenidas por las autoridades sanitarias estatal y autonómicas. Si una de estas dos patas falla, el proyecto antes o después estará abocado al fracaso.

Primeros pasos de la ROM


Frenado como tantas otras cosas por la pandemia, el proyecto de la ROM se retomó cuando el virus amainó y en estos días se ha presentado en sociedad ante una nutrida audiencia en el espléndido auditorio de Mutua Madrileña. Allí estuvieron, junto con las autoridades sanitarias madrileñas, los oncólogos de la mayoría de los hospitales de la comunidad, públicos y privados y tanto los grandes centros como los pequeños (que reciben el 40% de los enfermos). Junto con ellos estaban representantes de las principales sociedades científicas implicadas en el tratamiento multidisciplinar del cáncer (cirujanos, radioterapeutas, patólogos, hematólogos, enfermería…), oncólogos de cinco países europeos con miras a la generación de proyectos internacionales, e incluso tres europarlamentarios españoles que hablaron de la estrategia contra el cáncer aprobada por la Unión Europea. Una espléndida reunión para el fin perseguido de dar un empujón al proyecto y hacerlo conocer a la comunidad sanitaria.

Me impresionó muy positivamente ver la evolución de la ROM desde sus primeros pasos y sobre todo el clima imperante entre los distintos profesionales que participaron, que en algunos casos llegaba hasta la militancia activa. Esta implicación de los médicos es algo no fácil de conseguir y constituye ya sin duda un gran activo de la ROM. También fueron positivos los discursos de apoyo del consejero y viceconsejero de la Comunidad al comienzo de la reunión, mostrando una fuerte conexión con el proyecto que augura buenos tiempos para el mismo.

Signos todos muy favorables para un proyecto que va tomando forma, y así dejé constancia en mi intervención, pero precisamente por esta prometedora evolución, es cuando ha llegado el momento de completar la jugada. Es preciso acabar de consolidar el proyecto, entre otras razones para no defraudar las muchas esperanzas depositadas en él.

El empujón definitivo


Y ¿qué es lo que le falta a la ROM para ser una realidad? Básicamente que las palabras de apoyo de la consejería cristalicen en acciones concretas imprescindibles para que el proyecto funcione. En primer lugar, es preciso un decreto de estructura que sitúe a la ROM dentro de la estructura oficial de la Comunidad, que fije cómo serán sus órganos directivos y de participación, con una gestión profesional a cargo de las personas que la han hecho posible, dedicadas a tiempo completo y no en sus ratos libres. La ROM deberá contar con una ubicación física identificable y no ligada a un hospital determinado, que actúe como nodo central de la red a la que, como ocurre con la ONT, sirva como soporte a los hospitales para llevar a cabo todo lo que éstos no pueden hacer. Debe convertirse en un centro de comunicaciones para informar a la población, coordinar a los hospitales o dirigir el flujo de enfermos, una central de coordinación de los ensayos clínicos multihospitalarios, un punto de referencia para los medios de comunicación con una política coordinada en cuanto a las acciones de la red que huya de los personalismos, un garante de los programas de calidad y de la limpieza de todo el proceso y en suma cuantas acciones sean necesarias para que la ROM se convierta en una espléndida realidad.

Todo esto solo será posible si se dota debidamente a la ROM de la infraestructura y el presupuesto necesarios y se oficializan sus reglas de juego con un decreto de estructura. El balón está en el tejado de la administración madrileña y además con una cierte urgencia para dejarla fuera de futuros periodos electorales. Estamos ante una gran oportunidad que no se puede dejar escapar. Son muchas las ilusiones que cientos de profesionales han puesto en el proyecto y sobre todo, muchos los enfermos con cáncer (40.000 nuevos casos al año) que pueden y deben beneficiarse del mismo. Es hora de “pasar de las musas al teatro”.