El pasado 1 de septiembre publicaba RM una información sobre una visita de la ministra Darias a Chipre en la que se resaltaba en el titular que el 22% de los trasplantes de donante vivo que se habían realizado en Europa en 2021, lo fueron en España. Me sorprendió mucho la información porque, aunque no se han hecho públicas todavía las estadísticas oficiales comparativas de los distintos países por parte del Consejo de Europa ni de la propia ONT que es quien se encarga de recogerlas, la donación renal de vivo, cualitativamente muy importante, no ha sido históricamente algo de lo que en términos numéricos nos podamos ufanar demasiado. En 2020 había en Europa al menos 5 países con más actividad absoluta que la española y de hecho, el porcentaje de este tipo de trasplantes renales respecto al total en dicho año fue del 9,6%, lejos del 18% de la Unión Europea o del 22,1% de Estados Unidos. El motivo fundamental es la altísima y mantenida actividad de trasplante de donantes fallecidos que tradicionalmente ha hecho menos perentoria que en otros países la necesidad de donar riñones en vivo. Sinceramente, aunque hubieran cambiado mucho las cosas en 2021, veo improbable que la actividad española llegue siquiera al 10% de la europea en 2021.

Busqué en otros digitales y vi que el titular era el mismo, pero mi sorpresa siguió en aumento cuando leí (también en varios digitales) que, de los trasplantes de vivo, “621 fueron en asistolia”. A resaltar por una parte que el pasado año solo se hicieron en nuestro país 323 de estos trasplantes (sobran por tanto unos cuantos donantes) y lo más chusco, si para extraer en vida un riñón hay que hacer que la persona quede en asistolia, los donantes ya no estarían tan vivos y el asunto entraría dentro del campo del código penal.

Ante tal cúmulo de disparates fui a rescatar la nota de prensa de la página web del ministerio. Aunque bastante inconexa y afortunadamente sin señalar a la ONT como origen del galimatías, allí no decía nada de lo anteriormente comentado. Hablaba de que España aporta el 22% de los donantes de la Unión Europea y que la actividad internacional había crecido tras la pandemia, sobre todo a expensas del trasplante renal de vivo, sin referirse siquiera a la asistolia (nada que ver por tanto con lo puesto en boca de la ministra).

Como en el mundo digital en que vivimos, todo queda grabado fui a buscar el video de las declaraciones de la Sra. Darias y efectivamente allí estaba en You Tube. La verdad es que tras escucharlo varias veces y sin que se pueda afirmar que las transcripciones se atengan exactamente a lo dicho por la ministra, su discurso era tan ininteligible y mezclaba sin orden ni concierto los donantes, los trasplantes, el vivo y la asistolia que no me extraña en absoluto la interpretación que se hizo del mismo. Solo quedaba claro que ninguno de los allí presentes parecía tener una idea clara de sobre qué se estaba hablando.

Los ministros/as de Sanidad en España


La historia se repite. Recuerdo una rueda de prensa de principios de año donde el ministro de turno se empeñó en dar personalmente los datos de donación y trasplante, plenamente convencido de que lo dominaba sin problemas. Empezó por decir que se habían realizado ese año (en la pasada década) ciento y pico mil trasplantes de órganos en España, (una cifra que habíamos calculado como cómputo total desde que se iniciaron estas terapéuticas en España) en lugar de los alrededor de tres mil que se especificaban en la nota de prensa. Tras repetir varias veces la cifra, un periodista le preguntó si no le parecían muchos ya que aquello no cuadraba ni con las listas de espera, ni los datos de otros años ni con nada, con lo cual tuvo que atender a mis indicaciones y rectificar. Debo decir que los periodistas fueron extremadamente piadosos.

En varias ocasiones hemos tratado en estas páginas el tradicional amateurismo secular de nuestros ministros del ramo en materia sanitaria (no hay más que recordar al Sr. Illa y su desastrosa gestión de la pandemia). Obviamente la responsabilidad principal es de quien elige su perfil y le pone de ministro/a, sea del partido que sea. Sin embargo, cuando al lógico desconocimiento de una materia que no domina se une la falta de humildad necesaria para dejar hablar a los profesionales que conocen el tema, se produce la peor de las combinaciones. De los 17 ministros con los que he tratado en la ONT, los más inteligentes han sido siempre los que han estado en su papel de autoridad sanitaria, introduciendo el tema, resaltando algún aspecto concreto sin meterse en profundidades y dejando a los técnicos que desbrocen los datos. Tampoco es mucho pedir.