Nuestros maestros se preguntaban si la Medicina era ciencia, arte o religión.
Nosotros nos preguntamos si es industria, comercio o
política

José Maria Mainetti, Bioeticista argentino (1909-2006)


Mainetti, pionero de la bioética argentina, capta brillantemente en esta frase gran parte de las dificultades que se perciben y viven en la Medicina actual. A la mayoría de profesionales sanitarios se nos enseña “una ciencia, con más o menos arte”, pero debemos ejercer en un mundo sanitario en el que múltiples y diversos factores coexisten e influyen. Seguramente la medicina es al mismo tiempo y todo a la vez, ciencia, arte, espiritualidad, industria, comunidad y política, todo junto y revuelto.

Me he permitido la licencia de cambiar ligeramente los factores, sustituyendo religión por espiritualidad, en el sentido amplio de cómo la vivencia de la salud y la enfermedad tiene una base existencial; e incluyendo también comunidad. Todo junto y revuelto.


"A la mayoría de los médicos nos han enseñado que la Medicina es una ciencia, con más o menos algo de arte"


Ciencia, arte, espiritualidad, industria, comunidad y política, como factores que influyen en el día a día, tanto en la parte micro de decisiones que tomamos con nuestros pacientes, como en la zona macro de cómo una sociedad construye un concepto de salud y enfermedad, y con ello se dota de un sistema sanitario.

Pero a la gran mayoría de profesionales, principalmente a los médicos, se nos ha enseñado que es una ciencia, con más o menos algo de “arte”, y la realidad, tozuda ella, nos da de bruces día a día con la incertidumbre y la probabilidad.

Un librito imprescindible


Uno de los libros  que lo describe de una forma certera, más bien un librito de esos “imprescindibles” es 'The Laws of the medicine: la Leyes de la medicina, apuntes sobre una ciencia incierta'.

El autor, Siddhartha Mukherjee, oncólogo y profesor en Medicina en la Universidad de Columbia es autor de dos extensos libros: el primero ganó el premio Pulitzer de no ficción, 'El emperador de todos los males: Una biografía del Cáncer', un exhaustivo y extenso relato de cómo se ha adquirido el conocimiento actual sobre el cáncer y su tratamiento mientras va narrando algunas de sus experiencias como residente de oncohematologia.

El segundo es 'El gen: una historia íntima', el relato de cómo se ha construido el conocimiento en genética desde Mendel hasta la actualidad más crispreante. Dos libros que superan las 900 páginas, pero de fácil lectura y altamente recomendable.

Entre ambos, está el que nos referimos hoy, unos apuntes o reflexiones en voz alta del autor, sobre cómo su “educación médica le había enseñado un montón de datos, pero poco acerca de los espacios que existen entre esos datos”.


"Una de las descripciones más bellas de la Medicina como ciencia incierta: hay datos y espacios entre los datos"


Esta es una de las descripciones más bellas de la Medicina como ciencia incierta: hay datos y espacios entre los datos. Conocemos datos, muchos números y cifras, pero conocemos muy poco (o a veces nada) de los espacios entre los datos.

Hay quién está convencido que algún día llegaremos a llenar todos los espacios con datos y más datos, quizás, pero mi percepción es que los espacios son persistentes y difíciles de abarcar, y muchas veces con mayor conocimiento los espacios crecen.

Mundo incierto y sin ley


Siddartha va narrando a través de alguna de sus experiencias como fue progresivamente siendo consciente que “la medicina es un mundo tan incierto y sin ley”. Inicia con un episodio en quirófano, en una cirugía controlada la paciente presenta un sangrado inesperado. El cirujano lanza una perla de sabiduría al residente: “Es fácil tomar decisiones perfectas con perfecta información. La Medicina, en cambio, te demanda tomar decisiones perfectas con información imperfecta”.

En Medicina desconocemos parte de las variables o de los espacios que influyen en los procesos de enfermedad y curación. Como comenta el autor, se conoce mucha información, pero desconocemos muchas veces qué hacer con esta información, cuando los datos son imperfectos, incompletos o inciertos, cuando los navegamos en los espacios.

Cómo en otro de los casos narrados, en que es incapaz de ver “la trama de la confabulación con un hombre con enfermedad pulmonar grave que se prescribo oxigenoterapia a domicilio, pero nos da una dirección falsa por vergüenza porque no tenía hogar”.

Datos y números nos ayudan a lidiar con la incertidumbre y la tentación es creernos que la podemos anular.

Como comenta, “nunca había esperado que la Medicina fuera un mundo tan incierto y sin leyes. La profusión de datos oculta un problema mucho más profundo e importante: la necesidad de reconciliación entre conocimiento (cierto, fijo, perfecto, concreto) y sabiduría clínica (incierta, fluida, imperfecta, abstracta)”.

Ante la multiplicidad de factores, ciencia, arte, espiritualidad, industria, comunidad y política, precisamos reconciliar el conocimiento con sabiduría, saberlos integrar y declinar, tanto en el nivel micro como con el nivel macro.

Y, ¿las leyes de Mukherjee? Quizás otro día…