La grave crisis sanitaria del Covid-19 ha evidenciado sin ninguna duda el dramático y grave déficit de plantillas de enfermeras y enfermeros que hay en nuestro país. También ha dejado otra cosa muy clara y es que cuando se pregunta al responsable público de turno al respecto, muchos de ellos argumentan que no hay suficientes profesionales disponibles para trabajar en estos momentos.
No es verdad y ellos lo saben. Hay miles de enfermeras y enfermeros dispuestos a trabajar. Para ello se formaron de manera excelente y con ese deseo acabaron sus estudios universitarios de Grado, pero el problema es que en su país no les han ofrecido una digna salida laboral y se han visto obligados a emigrar para prestar su atención y cuidados a ciudadanos y ciudadanas de otros lugares de Europa.

La lamentable realidad es que, durante años, los mismos responsables públicos que ahora se lamentan de no disponer de los recursos humanos necesarios fueron los que forzaron a miles de profesionales a dejar atrás su hogar, familia y seres queridos para encontrar una oportunidad lejos de la precariedad laboral y retributiva y de la alta temporalidad que se sufre en nuestra sanidad pública y también, indudablemente, en la sanidad privada.


"Somos escépticos y cautos ante nuevos cantos de sirena que finalmente tienen una efectividad limitada cuando no prácticamente nula"



Ahora, y mientras mantienen su lamento auto exculpatorio, se han visto forzados a intentar reducir las graves cifras de temporalidad que sufre nuestro país si quieren recibir nuevos fondos de la Unión Europea y aseguran que impulsarán un radical cambio del ámbito laboral en el sector público.

Los que llevamos ya unos años trabajando en defensa de los intereses de los profesionales hemos oído ya muchas veces las mismas promesas y somos escépticos y cautos ante nuevos cantos de sirena que finalmente tienen una efectividad limitada cuando no prácticamente nula.

En todo caso, la clara falta de enfermeras y enfermeros requiere de una solución urgente, concreta y efectiva. Un plan o estrategia conjunta de actuación que contemple una serie de medidas, ayudas e incentivos que posibiliten la vuelta de los profesionales que se encuentran en otros país y también que no haya ninguno más que si no es su deseo emigre al verse forzado por la falta de empleo y las condiciones de absoluta precariedad laboral y retributiva.

Así se lo propusimos hace ya unos meses al conjunto de administraciones públicas y a los principales partidos políticos y, por el momento, no hemos constatado ninguna acción decidida y resolutiva por su parte que permita acabar a corto, medio y largo plazo con un problema que, sin duda, afecta a la atención y cuidados que se presta a pacientes y ciudadanía en cualquier hospital, centro de salud u otro centro sanitario y sociosanitario.

Pasará, confiemos, la actual pandemia del Covid-19, pero todo apunta a que llegarán otras crisis de salud pública, y aunque así no fuese, todos y todas vamos a requerir en distintos momentos de nuestra existencia de la atención y cuidados de unos profesionales sanitarios que no pueden seguir viéndose obligados a dar un giro de 180 grados a sus vidas por no poder trabajar de manera justa y digna en su país.

Cuando logremos este objetivo es cuando realmente podremos sentirnos orgullosos de nuestro país y de nuestro sistema sanitario como verdadero generador de riqueza, desarrollo y bienestar, tanto a nivel profesional, personal y colectivo. Mientras esto no ocurra, nuestras enfermeras y enfermeros seguirán pensando en emigrar a otros países o, incluso, en abandonar la profesión, obligados por las drásticas e inaceptables condiciones laborales y retributivas que se imponen en su país.