¿Cuántas veces hemos escuchado que el futuro está en la medicina personalizada? De tanto repetirlo ya creemos que al entrar en un centro de salud se nos recetará una terapia a medida, creada según nuestra genética, nuestro entorno y el color de los ojos.

Sin embargo, poco sabemos de lo que realmente significa esta especie de mantra que, por repetirse, infinitamente, no se tornará realidad. En primer lugar, no debería usarse el término “personalizada”, en su sitio pondría “precisión”. Personalizada tiende a confundirse con algo extremadamente único, cosa que no será del todo posible debido a que siempre tendremos protocolos de acción para diferentes grupos de población con características similares, pero no idénticos, por lo tanto, lo de personalizado pierde algo de realidad.

Por otra parte, “precisión” sí es ajusta a una posibilidad futura, donde las terapias serán precisas, aunque no significa que únicas para cada persona. Dejando atrás esta reflexión que puede estar más en la órbita de la lingüística que de la propia medicina, quizá debemos entender las bases de lo que sería una medicina de precisión. Cada patología tiene un origen muchas veces multifactorial que, además, se ramifica de acuerdo a la interacción con el ambiente, la historia del paciente y su capacidad defensiva.

Mientras más conozcamos y subclasifiquemos a los pacientes, teniendo en cuenta el mayor número posible de variables, mayor será la tasa de éxito del tratamiento. Por ello, detrás de una medicina de precisión tendrá que estar una artillería de determinaciones que se ajusten a la eventualidad de cada caso. Es entonces que una pregunta aflora: ¿Pueden los laboratorios clínicos tradicionales afrontar este acometido? La respuesta es no.

Para poder responder con precisión se necesita un nivel de flexibilidad que no está previsto, ni se podrá imponer, en las determinaciones estándares que se realizan en los laboratorios clínicos de los hospitales modernos. Sin embargo, si detrás de cada servicio de un hospital se tiene un grupo de investigación, un laboratorio científico donde se responden preguntas esenciales de la patología en cuestión, el escenario cambia definitivamente.

Hace poco, una cadena televisiva mostraba como la interacción de científicos clínicos y básicos, en el entorno hospitalario, salvaba la vida de una pequeña paciente que apenas comenzaba dar sus primeros pasos. Mucho de realidad hay en esa apuesta. La medicina de precisión pasa por la creación, apoyo y desarrollo de la ciencia dentro de los muros de un hospital, otra opción no es viable.