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7 may. 2015 22:06H
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Antes de empezar, aviso que hoy no seré políticamente correcto con la “clase política” y con la política en general.

Estamos en campaña electoral. Los políticos se desatan. Entran en pánico. Unos pueden perder el poder, otros lo acarician. Todos lo ansían. Y ¿Qué motiva esto? Pues como decía el gran Groucho Marx, “La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados”. A esto se dedican los políticos.

En política todo es poco creíble. Se hacen diagnósticos a la carta, basados en datos inventados, no contrastados, que difieren según el color político del cristal con que se mira, y por tanto se quiere hacer ciencia basándose en datos no contrastados.

Los mismos datos, sean sobre lo que sean, son interpretados de forma radicalmente diferente por los políticos. Esto es una clara demostración de lo inconsistente que puede llegar a ser la política.

Además, la política es una gran creadora de promesas. Todos recordamos el famoso “puedo prometer y prometo”. Prometo que si gobierno, prometo que seré implacable contra…, prometo que subiré o bajaré tal impuesto, prometo que las pensiones subirán, prometo…todo lo que se les ocurra. Y cuando alguno de los “prometedores” alcanza el poder, se sacan otra de las grandes frases del gran Groucho Marx, “Estos son mis principios. Si no le gustan, tengo otros”.

Asistimos a un constante debate sobre política sanitaria. Todos los candidatos hablan de Sanidad, entre otras cosas. Y lo hacen para prometer lo posible y lo imposible. Mas personal, mas camas, mas financiación, mas cobertura, universalidad, tratamientos ilimitados, todo lo necesario. Y recuperar lo perdido, y si uno dice 10, el otro dice que 15, ¡será por prometer! Los que no tienen posibilidad de gobernar prometen el no va mas, los que gobiernan y nos han machacado, prometen levantar el pié, darnos todo, reconocen que lo merecemos, eso sí, a partir del 24 de mayo, antes nada de nada. Y los que pueden ser alternativa cierta de gobierno, estos prometen con cautela, no sea que luego les recordemos lo que decían. En fin, todo una gran mentira, una farsa que se repite cada 4 años.

La política es una pseudociencia basada en grandes mentiras. Cuando se hacen las cuentas básicas, todo es más que dudoso. Si le preguntas a un político, ¿y todo eso que promete con qué dinero se pagará? ¿Cómo es posible eso si además dice que bajará impuestos? Estas y otras muchas preguntas se les pueden hacer, y siempre contestarán lo mismo. Si ahorramos de esto o de lo otro, si suprimimos gastos superfluos, si luchamos contra la evasión fiscal, etc. Oye, siempre lo dicen cada 4 años, pero nadie lo hace. Y lo mejor es que cuantifican y dicen por ejemplo, “70.000 millones se evaden al fisco”. Y yo me pregunto, ¿si saben lo que se evade, es que tienen detectado y cuantificado el fraude fiscal? Entonces, ¿Qué impide ponerse a ello? Pero no, más bien creo que lo que hacen es economía ficción. Y como este ejemplo, podemos poner otros muchos.

Bueno, y para terminar, solo pedir a todos los políticos que por favor no engañen mas con los asuntos importantes. De los grandes temas de los que debemos consensuar y pactar, hablemos en serio. Uno de ellos es la Sanidad. Dejen de hacer promesas, dejen de engañar y decir una cosa y hacer la contraria. No nos tomen más el pelo. Siéntense, acuerden, pacten y tomen en serio algo que si es realmente serio, la SANIDAD. Ingenuo de mí, dentro de otros 4 años volveremos a decir lo mismo. Tiempo al tiempo. En esto de la política, Groucho Marx y Pinocho son los iconos.

Y que conste que me gusta la política, sigo la política, y me siento inmerso en el día a día de la política. Pero eso no significa que me crea todo. Desde mi juventud he vivido de lleno los avatares políticos, desde la transición hasta la actualidad. Lo triste es que después de todos estos años, todo es igual. Promesas incumplidas. Pero seguiremos votando, eligiendo a quién prometa lo que queremos oír, disculpando a “los nuestros” y manteniendo este sistema basado en las mentiras, las falsas promesas, el engaño consentido, y siempre con la esperanza de que esta vez será la última. Parece que los nuevos partidos traen frescura, pero no en el sentido del aire fresco, más bien en el del más de lo mismo. Más cerca del “quítate tú para ponerme yo” que ahora nos toca a nosotros. ¡Hay que ser fresco!

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