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7 abr. 2015 17:56H
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El PP asturiano –en la oposición– lamenta “la caótica situación de la sanidad y acusa al gobierno –del PSOE– de privatizar parte de ella". Ni más ni menos. Este es el titular que la semana pasada se podía leer en los medios, en relación con la adjudicación de un concurso a una empresa catalana de radiología para la agilización de pruebas diagnósticas del Hospital Central de Asturias. Y la verdad, es que sorprende el titular y los términos empleados por la diputada del Partido Popular que no se queja, por ejemplo, de que se haya elegido a una empresa catalana frente a las otras dos de origen asturiano para realizar el concurso, sino que critica que "el gobierno haya optado por la privatización de los servicios recurriendo a médicos de la sanidad privada catalana" y que por esto –y quiero creer que por alguna cosa más– "la sanidad asturiana se encuentra en el más absoluto desastre" y que la situación es "sangrante y preocupante" (sic).

En realidad, las declaraciones de la diputada del PP son incongruentes con lo que se supone que promueve su partido, ya que debería al menos no ir en contra de la colaboración público-privada; en cualquier caso,  no merecen ningún comentario más, salvo, quizás, el insistir a las autoridades del PP que, con planteamientos como este, flaco favor le están haciendo al buen funcionamiento del Sistema Sanitario si se descartan de manera sectaria determinados recursos bien porque sean privados, bien porque sean de otra comunidad autónoma. Pero vamos, estoy plenamente convencido de que eso ya lo saben ellos. Merece mucho más interés la actitud del partido en el gobierno del PSOE, el cual ha sacado a concurso la adjudicación de la lista de espera del hospital público y se lo ha adjudicado a una empresa de otra comunidad autónoma frente a otras dos de su misma comunidad. Y esto, en mi opinión, demuestra que cuando se gobierna con independencia de donde nos encontremos y de qué partido sea el que gobierna, se tratan de hacer las cosas de la forma más eficiente posible. No conozco las condiciones del concurso y por tanto no voy a entrar en analizar las causas de la adjudicación, pero viéndolo desde fuera está claro que todo parece indicar que si el gobierno de la comunidad, del PSOE, externalizó el concurso a una empresa privada es porque tenía  motivos más que suficientes para hacerlo a pesar de que en principio va en contra de los principios ideológicos que defiende y, segundo, que el proceso de adjudicación es correcto, porque lo más sencillo y lógico era que se lo hubieran llevado entidades de la propia autonomía.

En cualquier caso, en Asturias, tal y como ocurre en todo el territorio de nuestro país, el sistema sanitario se mantiene y se sostiene gracias a la colaboración público-privada y a la aportación privada que de manera voluntaria hacen los ciudadanos a través de la suscripción de los seguros de salud. En concreto, a modo de ejemplo, más del 50 por ciento de los hospitales en Asturias y el 30 por ciento de las camas hospitalarias son de gestión privada. En Asturias existe un concierto singular –máximo exponente de colaboración público-privada– a través del Hospital de Jove de Gijón y, como es habitual, casi el 10 por ciento del presupuesto público se desvía a conciertos a fin de poder garantizar el acceso al Sistema Sanitario a la población por medio del uso de la provisión privada. Finalmente, en Asturias existe un porcentaje de penetración del seguro privado del 16 por ciento y cada asturiano contribuye con 612 euros de su bolsillo para poder cubrir sus necesidades sanitarias. Por tanto, no parece muy lógico que el argumento de la supuesta “privatización” del servicio sanitario sea motivo de discusión en la campaña porque esta colaboración, entre el sector público y privado, solo le produce beneficios a los asturianos.

Es fácil entender que en política se puede recurrir a cualquier argumento para desprestigiar al partido de enfrente, pero creo que ya ha quedado claro hace mucho tiempo, que dado la sensibilidad que despierta el tema sanitario para la población, el hacer demagogia con ello no solo es una falta de responsabilidad social, si no que hasta ahora se ha demostrado como un argumento político con muy pobres resultados allá donde se ha utilizado.

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