En estos días estamos asistiendo a un gran experimento sanitario, social y económico; La estrategia del Gobierno de Boris Johnson, levantando la gran mayoría de restricciones sociales en el momento en que se ha alcanzado un determinado umbral de vacunación, y todo ello a pesar del incremento constante en el número de contagios, 50.000 positivos diarios y una IA a 14 días de 796 casos, lo que ha generado una enorme expectación y desde luego polémica.

Curiosa la imagen del primer ministro pidiendo cautela a su pueblo al anunciar estas medidas desde el confinamiento de su domicilio.
Ante este incremento de contagios, otros países, es verdad que con tasas de vacunación en torno al 50%, están optando por medidas justo en sentido contrario, como el caso de Francia, con una IA de 121, que se plantea volver a imponer el toque de queda.

Mientras tanto, en nuestro país la situación es diferente por comunidades autónomas, existiendo algunas que optan por aumentar las restricciones, y otras mantener la situación actual, a pesar del aumento de incidencia.

Estos enfoques divergentes representan estrategias de actuación bien diferentes de cómo afrontar esta quinta ola, y ponen encima de la mesa debates trascendentes. Por un lado, una confrontación de derechos: Los derechos individuales de libertad de circulación y actividades, frente al derecho colectivo de preservar la salud pública, en un contexto de incertidumbre científica, que permite argumentaciones muy sólidas a favor de uno u otro. ¿Cuánto debe estar en peligro y como se objetiva la salud pública como para que se puedan limitar derechos fundamentales? ¿Es lícito establecer una obligatoriedad en la vacunación a determinados trabajadores, o para acceder a espacios públicos comunes? 

Por otro lado, esta misma incertidumbre determina una falta de unanimidad a la hora de establecer las mejores estrategias para afrontar la lucha contra la pandemia, existiendo a día de hoy, después de tantos meses, igualmente enfoques divergentes.  ¿En qué medida la vacunación disminuye la capacidad de transmisión del virus? ¿Cómo afecta el escape inmunológico?  ¿Está indicada una tercera dosis de vacuna?

A lo largo de las próximas semanas averiguaremos hasta qué punto las estrategias basadas en eliminar restricciones a partir de un determinado porcentaje de inmunización, y con ello recuperar una cierta normalidad social y económica es sostenible en el tiempo, o como ocurrió al principio de la pandemia, cuando países que optaron por dejar que la evolución natural de la enfermedad condicionara un rápido aumento de la inmunidad natural, tuvieron que dar marcha atrás ante el incremento exponencial de los casos, y el consiguiente colapso de los sistemas sanitarios.

Habrá que seguir de cerca los datos del “paciente inglés” para saber si existe un porcentaje de inmunización poblacional que permite retomar con razonable seguridad una normalidad semejante a la que había antes de la pandemia.   

Otro de los aspectos, y no menor, a considerar, y sobre el que “el paciente inglés” y no solo éste, nos da oportunidad para la reflexión, es el de la salud mental y las reacciones colectivas a la relajación o eliminación de restricciones. Hasta qué punto los comportamientos “explosivos” de una parte de la población echan por tierra todos los esfuerzos y sacrificios previos de toda una sociedad. Y hasta qué punto son admisibles.  Puede parecer entonces que políticas basadas en la prudencia, la contención, la restricción, al no poderse mantener de manera indefinida en el tiempo, tampoco obtienen el beneficio esperado.
  
Es difícil encontrar el equilibrio, el punto justo entre restricción y normalidad. Recuerda, disculpen por la frivolidad, a una estrofa de la genial obra de Muñoz Seca, Don Mendo, cuando habla del juego de las siete y media:

…Y un juego vil
que no hay que jugarlo a ciegas,
pues juegas cien veces, mil,
y de las mil, ves febril
Que o te pasas o no llegas.
Y el no llegar da dolor,
pues indica que mal tasas
y eres del otro deudor.
Mas ¡ay de ti si te pasas!
¡Si te pasas es peor!


Cada profesional, cada ciudadano seguramente, tendrá una opinión, acerca de la mejor estrategia, o de lo que hay que hacer o dejar de hacer para afrontar esta quinta ola, que amenaza con volver a arruinar por segundo año el verano, o a pagar después un alto precio.

Personalmente apuesto por seguir cumpliendo la formula de mascarilla – distancia – higiene y ventilación en espacios cerrados, y por supuesto vacunar, vacunar y vacunar, pero a la vez tratando de mantener el máximo número de actividades posibles. Encontrar el punto de equilibrio. Las siete y media.


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