El nuevo Gobierno de España está constituido. El periodo de tensión informativa ha cumplido su guión de pasar de los ministrables a los nombramientos efectivos. Unos cambios ministeriales eran esperados, otros sorpresivos, otros temidos y otros incomprendidos; en ocasiones por mor de los pactos se desplazan o desdoblan ministerios, en otras se aprovecha que el Pisuerga pasa por Valladolid y se cambian personas aunque, en algunos casos, no sea comprendida las razones del cambio.


"En un período tan corto, la mayor parte desempeñando el puesto en funciones, no es posible hacer más y con tanto impacto real"


Es conocido, en gestión de calidad, que cuando una parcela gestora funciona bien se retoca para mejorar aspectos muy concretos, pero se evita cambios profundos y bruscos de dirección porque afectará a la calidad final y, en muchas ocasiones, supone volver a un inicio que retrasa la toma de decisiones.

En España la gestión sanitaria había sido, prioritariamente, un ministerio de relleno, de intercambio, para compaginar las cuotas dentro de cada partido o territoriales. Aparecía así una paradoja de difícil resolución: se hablaba de la importancia de la sanidad, de la indudable repercusión económica de la sanidad, de la estructura compleja de la sanidad y, por otro lado, se le asignaba a personas sin conocimiento del sector, que apenas querían al sector sanitario, que no lo comprendían y que tenían que hacer “un máster acelerado y comprimido” sobre la sanidad en su conjunto, en muchas ocasiones cuando iniciaban su comprensión eran destituidos. No es de extrañar que con este panorama los sucesivos ministros y ministras de sanidad fueran un desastre, algunas más que otras.

Hay tres titulares ministeriales que se salvan de la quema: Ernest Lluch por la capacidad que tuvo para realizar la LGS en 1986 y el documento de la reforma de la salud mental en 1985, la revisión de la política de farmacia, la delimitación de la Atención Primaria de Salud y la reconversión de toda la pluralidad de dependencias administrativas de la sanidad hacia una organización única. También se salva Ana Pastor, a pesar de los pesares, defendió el SNS y legisló el cambio del Estatuto que permanecía desde 1948 y supo definir la LOPS, con todos sus límites pero dio el paso adelante. La tercera que se salva de la quema es María Luisa Carcedo, la no nombrada ministra de Sanidad en el actual Gobierno.

En solamente 14 meses y estando la mayor parte como ministra en funciones, ha sabido granjearse el cariño y la confianza de amplios sectores profesionales, en asociaciones de pacientes y en la población. Su llegada al Ministerio fue para “apagar” fuegos que habían originado la precipitada dimisión de su antecesora.

Luisa es una persona serena, tranquila, sensata y con gran voluntad. No se inmutó con el peso de la responsabilidad ni con lo accidentado de su acceso al nombramiento. Accede por compromiso social y político con el PSOE, su partido de siempre, con el presidente del Gobierno al que siempre apoyó y con la profesión sanitaria a la que pertenece. Conoce desde dentro la sanidad, como currante y como responsable a diversos niveles gestores. No llega del desierto, es la responsable de sanidad y políticas sociales de la Comisión Ejecutiva Federal del PSOE. Así que unifica en su persona varios factores de un gran interés: conocimiento del sector sanitario (profesional y gestor), conocimiento político (pertenencia y responsabilidad política), conocimiento gestor (diversos puestos de gestión profesional y política); a todo lo anterior debemos añadir las especiales características personales de serenidad, sensatez, sencillez, capacidad de escucha, capacidad de reflexión y liderazgo, accesibilidad, capacidad de trabajo, constancia, mente crítica, lealtad, respeto institucional y personal, honradez, responsabilidad… No quiero seguir, más de 30 años de conocimiento aportan mucha información para soportar lo que este articulista está relatando. Por ello no solo fue una llegada de relleno, como algún articulista quiere expresar, sino que tenía la consistencia suficiente como para desempeñar, por sí misma, la cartera ministerial de sanidad.

Con su llegada se configura un equipo fuerte y comprometido profesional y políticamente, Tino Blanco ha sido Consejero de Sanidad en Asturies, pero siempre fue, antes y después, médico de Familia en el Centro de Atención Primaria de El Coto de Xixón; Julio Bruno proviene de los servicios de Salud Pública y Epidemiología de la Consejería de Sanidad de Asturies y, por fin, Eloisa del Pino es personal investigador del CSIC. Simplemente por citar los más representativos y que siempre estaban ahí, dando la cara y comprometidos. Nombran a un Consejo Asesor con miembros de curriculum excelente y capacidad de análisis y debate.

Las acciones de Luisa en el Ministerio son de impacto y definen la clara dirección política y gestora de un Ministerio que todo el mundo tiende a menospreciar. Lo primero que hace es culminar el retorno a la asistencia universal que el pp había eliminado; aborda con el Ministerio de Ciencia las paraterapias; define la Estrategia de Atención Primaria con un amplio consenso de sociedades científicas, asociaciones de pacientes y usuarios, de profesionales sanitarios, del Consejo Asesor, del Consejo Interterritorial; pone en marcha la reformulación de la estrategia estatal de Salud Mental, incluyendo un área específica para la conducta suicida con líneas de desarrollo totalmente novedosas y para avanzar; pone en valor la inclusión de los nuevos tratamientos para la fibrosis quística y para la prevención de la infección por el VIH; legislación para el abordaje de la violencia hacia la infancia.

En un periodo tan corto, la mayor parte desempeñando el puesto en funciones, no es posible hacer más y con tanto impacto real. Implica que se debe conocer muy bien el sector y saber gestionar con eficiencia para desempeñar con tanta solvencia la labor.

Quedan los retos firmados en el pacto para un gobierno progresista como eliminación progresiva de los copagos, inclusión progresiva de la Atención a la Salud Bucodental, blindar el sistema público de salud, apostando por una sanidad que se base en la gestión pública directa, incrementar los recursos destinados al SNS, hasta lograr el 7 por ciento del PIB, renovación de la tecnología sanitaria, digitalización sanitaria, políticas relativas a la industria farmacéutica, modificaciones normativas para garantizar el acceso universal al SNS, implementar el Marco Estratégico de Actualización de la Atención Primaria, sistema de atención temprana, Integrar las enfermedades raras, estrategia de Salud Mental, mejorar las condiciones del personal sanitario, la eutanasia,  recursos para dotar el Fondo de Cohesión Sanitaria, en Servicios Sociales: gestión descentralizada, incluyendo la concepción socio-sanitaria, Sistema de Atención a la Dependencia, soledad no deseada, apoyo a las familias, para combatir la pobreza infantil, Ley para la Protección Integral de la Infancia y la Adolescencia frente a todas las formas de violencia (malos tratos físicos, emocionales, abuso sexual infantil y violencia interpares, acoso y ciberacoso), población LGBTI, violencia machista, cambio climático como acción preventiva para la salud y para la vida...

No son solamente puntos de un acuerdo, son verdaderos retos a superar.


"No podemos tolerar a más gestores de medio pelo en sanidad como durante los últimos 20 años"


Con sorpresa y expectación se ha recibido el nombramiento de Salvador Illa, el número dos del PSC. Al parecer es un gran negociador, trabajador y buen político. No lo dudo, pero… Le vamos a exigir mucho. Le deseo que no se comporte como “cuota” para el PSC, sino que busque un compromiso con el sector sanitario. Desconozco si va a tener posibilidad de realizar un máster acelerado y comprimido en gestión sanitaria y el estado actual de la cuestión, tiempo, desde luego, no lo va a tener.

Los primeros pasos de Illa van a ser mirados con lupa y van a denotar hacia donde se dirige si solo a la “estabilidad” y corrección política o va a dar pasos hacia la política sanitaria en toda su complejidad. Desde el partido y su grupo de salud va a tener una dirección maravillosa: la lealtad, cordura, sensatez, compromiso y trabajo de Luisa como gran socialista que es. Convocar al Consejo Asesor sería un gran paso, al menos para intercambiar algo de lo que se está trabajando.

Ministro, tienes a mucha gente con una doble mirada y compromiso, el respeto y compromiso hacia una nueva forma de hacer política y el cumplimiento de los pactos y, en segundo lugar, la consideración y el compromiso hacia la política sanitaria de forma específica.

Para desarrollar todos y cada uno de estos objetivos se precisa: conocimiento del sistema sanitario y del SNS y, sobre todo, tener experiencia gestora en el SNS. La ciudadanía y los profesionales sanitarios no podemos tolerar más a gestores de medio pelo en sanidad como durante los últimos 20 años. No podemos tolerar más mediocridad. La experiencia de este último año ha inoculado el deseo de continuar por este nuevo camino con un proyecto en el que el respeto, la experiencia, la conciencia y la voluntad política se han dado la mano.

Necesitamos un equipo ministerial que comprenda que la sanidad es algo más que una mera prestación de servicios, porque representa un mecanismo de cohesión social y territorial de primera magnitud, un estímulo al avance tecnológico y de investigación y que posee unos profesionales de muy elevada cualificación y, curiosamente, muy baja remuneración en relación a esa cualificación.

Luisa un beso fuerte.

Ministro, te deseo todo lo mejor y estas son mis manos para continuar trabajando por la sanidad.