Todos hemos vivido una semana muy especial en la que afortunadamente solo contamos con un caso aislado de ébola, el de Teresa, pero en la que se ha desatado una verdadera ‘epidemia de miedo’ entre la población general, aunque también entre algunos sectores profesionales, como consecuencia de otro virus, muy conocido por todos en España durante las últimas décadas desde los 80, que se llama ‘silencio’ y que es el exponente indiscutible de la situación critica de desinformación y de informaciones encontradas a la que entre todos debemos hacer frente, con el fin de poder tranquilizar a la población.

Y los profesionales sanitarios en su conjunto deberíamos reflexionar sobre las informaciones y opiniones que vertimos en determinados medios de comunicación. Es posible que Teresa cometiera algún error a la hora de quitarse el traje de protección, pero eso se debe denominar como es, un accidente laboral que deberá ser investigado, no solo para encontrar responsables, sino para evitar que esto vuelva a suceder. Y desde luego que este asunto no debería haber servido a nadie para criminalizar o culpabilizar la conducta profesional de Teresa, algo que ha encendido innecesariamente a muchos tertulianos de uno y otro color en diferentes medios, y que desde luego han influenciado en las opiniones de los ciudadanos, creando más miedo que serenidad.

Tras una semana de desencuentros en todos los sentidos, políticos, profesionales, corporaciones profesionales, sindicatos… confío en que por fin llegue la calma, sobre todo porque los errores de nuestros responsables políticos y gestores sanitarios parece que comienzan a encontrar la luz y ellos mismos empiezan a corregir su actuación. Al menos eso se desprende de la Comisión que se creó el pasado viernes, un poco tarde es verdad, que está presidida por la vicepresidenta del Gobierno, y que cuenta con el concurso de excelentes profesionales del campo de virología, la epidemiología, la salud pública y la clínica.

Al final decidieron cambiar el protocolo y la temperatura de ‘alerta’ que no de ‘alarma’, será de 37,7 grados y no los 38,6 inexplicables con los que hemos convivido hasta ahora. Sin embargo, echo de menos en este nuevo protocolo que no se contemple el tema del aislamiento de los posibles contactos con más rigor. Me pregunto desde hace tiempo ¿qué hubiera sucedido si todos los profesionales que trataron a los dos misioneros hubieran permanecido durante 21 días en el hospital, controlando la temperatura y otros aspectos clínicos? Y solo encuentro una respuesta: el caso de Teresa habría existido, porque como decía antes se trata de un accidente laboral, pero seguro que no la habrían empezado a tratar en un estado de salud tan crítico. Y sobre todo, no tendríamos que haber estado hablando de sus vacaciones, de sus oposiciones, de la peluquería, de su traslado en una ambulancia normal al Hospital de Alcorcón, de su estancia en el box de urgencias durante más horas de las necesarias…, de tantas y tantas cosas.

¿Será una exageración? Es posible que los expertos me digan que sí, pero yo insisto: es el primer caso en el mundo y en España. ¿Porqué no modificar para ir adecuando nosotros los protocolos de acuerdo al transcurso de los acontecimientos y a la propia situación de miedo, de pánico que está viviendo la sociedad en general? Sinceramente abogo por que todos los contactos y ahora todos los profesionales sanitarios que atienden a Teresa, con vocación, entrega y con profesionalización indiscutible, se queden ingresados por prevención durante 21 días en el hospital, en una planta preparada para ellos con todas las comodidades posibles y controlados diariamente por un equipo médico especializado.

He escuchado en los medios a muchos oyentes sobre su preocupación en relación a sus hijos en el colegio y que son compañeros de otros niños, hijos de los profesionales que trabajan a turnos con Teresa. Cuando terminan el turno se van a casa como en principio debería ser. Pero…¿quién nos asegura que no pueda existir un nuevo accidente laboral? También quiero añadir algo que debería estar en el protocolo, y me refiero a la intimidad de Teresa. Se han publicado en algunos medios, ABC, El Mundo, Universal Televisión, las imágenes de Teresa ingresada en el Hospital Carlos III y no se debería permitir vulnerar así sus derechos. ¿Quién es el responsable de tolerar y permitir que se tomen estas imágenes? ¿Cuentan con el permiso de Teresa?

En fin, yo creo que ahora lo que nos toca a todos es reflexionar y pensar en positivo y sobre todo en prevención. Ya llegará el momento de las responsabilidades, que sin duda habrá de llegar, pero ahora lo que nos debe preocupar es ofrecer una información clara, concisa, precisa, veraz y unánime. Y le corresponde al Ministerio de Sanidad ofrecer toda esa información, refrendada por el equipo de expertos de la nueva Comisión, en la portada de su página web para que pueda servir como punto de referencia de lo que sucede minuto a minuto, para todos, para los ciudadanos en general y para los medios de comunicación. Y ofrecer un parte médico diario, respetando siempre la intimidad de Teresa como nos recuerda la Ley 41/2002, pero no en la puerta del Hospital, sino en el salón de actos. Si entre todos acabamos con el ‘virus del silencio’, seguro que podremos acabar con esta nueva ‘epidemia de miedo’.

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