Los médicos cuando nos enfrentamos ante una enfermedad incurable creemos que ya no podemos hacer nada más. Tal vez sea porque nos estemos centrando en la enfermedad y no en la persona que la padece. A pesar de la incurabilidad de la enfermedad podemos seguir cuidando y acompañando a la persona enferma. Es entonces cuando tenemos que aplicar la Medicina Paliativa que tiene que ver con la medicina del cuidado y la medicina de acompañamiento a la persona que sufre. El enfermo nos sigue necesitando para que estemos junto a él, para que le acompañemos en esos momentos tan dífíciles y únicos para él. Nos necesita para que escuchemos su forma de enfocar la muerte, para compartir con nostros sus miedos y sus dudas. Nos necesita para que aliviemos su sufrimiento mientras llega su muerte.

Cuando no es posible curar sí es posible cuidar. En este artículo propongo alguna reflexión de cómo hacerlo. Deberíamos comenzar por tener en cuenta que si lo único que nos interesa es la enfermedad, olvidándonos de quien la padece, nos faltará algo para hacerlo del todo bien. Las necesidades de la persona en relación con su salud van más allá del simple modelo de curación de la enfermedad. La comprensión del paciente en su modo de reaccionar ante la enfermedad y el sufrimiento exige del médico una actitud enfocada al servicio a la persona. Si no somos capaces de expresar ninguna emoción en nuestro comportamiento con el enfermo sino tan solo demostramos nuestra destreza técnica tal vez no le podamos ofrecer lo que más necesita la persona que padece una enfermedad incurable, avanzada y terminal, que es nuestro acercamiento humano, nuestro acompañamiento.


"Las necesidades de la persona en relación con su salud van más allá del simple modelo de curación de la enfermedad"



Tal vez, la palabra acompañamiento sea nueva para el médico y, en muchos casos, está fuera de las previsiones de las administraciones sanitarias. Pero no debemos olvidar que los médicos debemos comprometernos con la vida del enfermo, implicarnos activamente y ofrecer una atención integral e individualizada en todas las fases de la enfermedad para resolver todo tipo de necesidades. Debemos prestar cuidados de soporte desde el mismo momento del diagnóstico y cuidados paliativos de calidad en las fases avanzadas y en la etapa final de la vida. Hemos de acompañarle para que el proceso de morir sea digno ayudándole a conseguir una muerte en paz y serena, sin sufrimiento alguno. Debemos prestar la atención integral a lo largo de toda la trayectoria de su enfermedad y bajo el compromiso de no abandonarle cuando los tratamientos dejen de surtir los efectos curativos. El enfermo ha comprendido que la técnica ya no le es útil para curar su enfermedad, pero tiene necesidad de las personas, de su familia, de sus amigos, de sus profesionales, de su médico. Ya sabe que no somos unos dioses, pero necesita que le acompañemos cuando más lo necesita, en la etapa final de su vida. Necesita que los médicos le acompañemos para aliviar su sufrimiento hasta que llegue su muerte.


"Aliviar y tratar los síntomas que le provoquen sufrimiento no es una cuestión opcional del médico sino una obligación"



¿Cómo lo podemos y lo debemos hacer? Respetando la voluntad del enfermo y sus valores a través del diálogo continuo con el enfermo o a través del documento de voluntades anticipadas cuando no pueda expresar personalmente su voluntad. No abandonándole a través de tratamientos insuficientes. Considerando que aliviar y tratar los síntomas que le provoquen sufrimiento no es una cuestión opcional del médico sino una obligación. Adecuando el esfuerzo diagnóstico y terapéutico para evitar la prolongación innecesaria de la agonía. Y sedando cuando presente síntomas refractarios teniendo en cuenta que el fin buscado con sedación es la medida para tasar el acto como ético.

Es esencial que los médicos reconozcamos los límites prácticos y éticos de nuestro poder para no sobrepasarlos con el fin de evitar tratamientos inútiles y dañosos para el enfermo. El enfermo en fase terminal necesita menos tratamientos técnicos y más cuidados humanos. Tomemos conciencia que podemos seguir acompañando al enfermo con nuestros cuidados, aunque ya no sea posible curarle.