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21 oct. 2017 13:20H
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En primer lugar, ministra, le digo que me pareció una aberración las pintadas que descubrió al salir de su casa en Barcelona, según contó en una emisora de radio. Es vergonzoso ese tipo de acoso, se lo hagan a quien se lo hagan y venga de donde venga.

Pero a la vez que lo escuchaba, me di cuenta de que si usted las vio al salir de su casa en Barcelona, significaba que había dormido en Barcelona y eso también me pareció mal, porque creo que una ministra del Gobierno debe pernoctar cerca de su ministerio para estar al quite de cualquier necesidad que surgiera en el Gabinete.

Fíjese, ministra, yo la conocí el mismo día que tomó posesión porque fue al acto de los premios de la Aecosan, pronto hará un año. Y dio un discurso que me hizo recuperar la esperanza y la ilusión perdida, porque mientras la escuchaba pensé que por fin llegaba al Ministerio una cabeza que parecía estaba pensando en Sanidad y después de sus dos antecesores, ya era mucho lo que conseguíamos.

Pensé que por fin la cabeza del Ministerio tendría su cabeza en los asuntos de Sanidad y no en conseguir ser cabeza de su Autonomía, como nos sucedió con el último, al que sólo le interesaba ganar en Euskadi (cosa que, por cierto, no consiguió ni de lejos). Y mientras tanto en Paseo del Prado las enfermeras llamando a la puerta para que se nos reconocieran unas intervenciones que realizábamos todos los días pero que no estaban reguladas, como por ejemplo la prescripción, en el limbo porque el ministro tenía su cabeza en Vitoria. 

Pues, fíjese, ministra, que a los pocos días de tomar posesión, se me pasó esa buena impresión que usted me dio y se me representó un déjà vu como el ministro vasco, se me vino la imagen de que a usted lo que le molaba de verdad era Cataluña.

Así que cuando he leído en Redacción Médica que retrasaba una semana más la añeja prescripción -¡que ya huele!- mientras que usted se encontraba tan ricamente rodeada de las tres C independentistas -Comin, Colau y compañía- para pelearse en Europa por traerles la EMA a esa preciosa Barcelona que tan poco la quieren a usted y al señor Rajoy.

De momento en sus asuntos ministeriales, EMA 1, Prescripción 0

Y fíjese, ministra, entonces comprendí que en el Paseo del Prado volvíamos a repetir una ministra Mato que estaba a sus cosas; o un ministro Alonso que estaba a las suyas que eran de Vitoria.

Y eso me ha puesto muy, muy, muy enfadada, porque una vez más el PP se ha dado cuenta de que las enfermeras no nos vamos a soliviantar de manera activa ni íbamos a asaltar el Parlamento. No vamos a cerrar hospitales ni centros de primaria, no vamos a maltratar a las fuerzas de orden público, no vamos a parar nuestras ciudades.

Aunque sepa ministra, que las enfermeras estamos muy, muy, muy cabreadas con los sucesivos ministros del PP, porque desde la ministra Pastor ninguno nos ha hecho el más mínimo caso, todos nos han dado largas y nos han arrinconado. Todos los ministros del PP inciden sistemáticamente en que las enfermeras somos puntales de la Sanidad, pero yo le añado que sobre todo somos legales y leales y entonces a todos ustedes no les damos ningún miedo, ninguno. Aunque eso tiene un riesgo ministra, porque no se puede tensar tanto tanto la cuerdecita.

Ahora me dirá ministra, que es que la situación en Cataluña es vital. Pues yo le digo ministra, que a Barcelona le pueden traer la EMA o la mismísima estatua de la Libertad, que no se van a parar y si no se van, siempre les van a pedir más y ustedes se lo van a dar a costa nuestra como siempre. Pero a las enfermeras  no nos lo dan porque no nos tienen miedo, porque somos disciplinadas y nuestro deber está por encima de nuestros ministros (lo de nuestros es una manera de hablar, porque llevamos unas hornadas que no los hemos tenido más que para fastidiarnos o al menos para no favorecerlos).

Si el presidente del Gobierno creía que su labor y sus contactos eran imprescindibles para acallar a los independentistas (yo no lo creo en absoluto) que la hubiese nombrado ministra para asuntos catalanes, y que de ministra de Sanidad hubiese nombrado a alguien interesado en los asuntos sanitarios, con un mínimo conocimiento de todos los asuntos, con interés en convocar y hablar con el Interterritorial, con ganas de solucionar la Prescripción enfermera.

En fin, que hubiese nombrado a un ministro/a de Sanidad de verdad, una ministra verdaderamente de Sanidad. 

O, por el mismo precio, que hubiese hecho oficial al secretario Castrodeza, que es quien gobierna de facto, que es quien la mira con arrobo en todas las fotos para mostrarle su dedicación, aunque es quien no quiere nada bien a las enfermeras, pero nada de nada de nada y es quien está torpedeado desde siempre todos los avances. Y si lo hace es porque puede, si lo hace es porque ni con Alonso ni con Montserrat está encontrando ninguna cortapisa, porque están a sus cosas, que por supuesto no es Enfermería, vamos que ni se le acerca a algo que tenga que ver con la Enfermería.

Ánimo ministra, le deseo todo lo mejor para usted y su familia, esto se lo digo de corazón; pero también deseo que se resuelva pronto lo de la EMA, que no se la adjudiquen a Barcelona y así problema zanjado para siempre.

Sobre todo, deseo fervientemente que pise algún día el edificio de Paseo del Prado, reuna a los líderes enfermeros, les presente un documento de prescripción científicamente cualificado, hecho con lealtad a la gran labor de las enfermeras de tantos años; un documento que nuestros representantes puedan firmar y dejarnos por una vez contentas y reconocidas.         

Por favor ministra, resuelva la Prescripción enfermera de una vez. Moltes gràcies.


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