La gente puede ser famosa o simplemente famosilla en un momento determinado de su vida por múltiples motivos casi siempre ligados a una profesión con proyección pública: políticos, futbolistas, cantantes, actores... Con un factor común: todo lo que les sucede en la vida puede tener una repercusión extraordinaria en la sociedad, tanto para bien como para mal.  


Más del 90% de los pacientes que acceden a una lista de espera finalmente consiguen el órgano salvador


Obviamente la enfermedad les puede afectar como a cualquier ciudadano, mera estadística. Los deseos de privacidad en el manejo de su enfermedad inducen a muchos de estos famosos (no a todos) a recurrir a la medicina privada, en la creencia de que los hospitales públicos no van a ser capaces de garantizarla. Este es un concepto que me consta incierto por haber trabajado en un hospital como el Ramón y Cajal al que acuden históricamente entre otros personajes conocidos los diputados del Congreso, sin que trascienda para nada su historia clínica, lo que no quita para que en casos puntuales se hayan dado casos clamorosos de ruptura de esa privacidad.

Pero en esto como en tantas otras cosas, los trasplantes de órganos tienen una dinámica un tanto atípica. El hecho de que estos trasplantes estén restringidos al sector público salvo casos puntuales de centros que en todo caso están sometidos a sus mismas normas, hace que no sea posible el cortocircuito privado. Como consecuencia, cuando por cualquier motivo el enfermo tiene una cierta relevancia social, el sistema se las ve y se las desea para compatibilizar el derecho a informar con el de mantener la privacidad.

El punto fundamental origen de conflictos es la dinámica de escasez de los trasplantes de órganos. Aunque gracias a la buena salud de nuestro sistema, más del 90% de los pacientes que acceden a una lista de espera finalmente consiguen el órgano salvador y además en un plazo récord, nunca se llega al 100% y por tanto la posibilidad de que el trasplante no llegue a tiempo está en la base del proceso. Como además, nada es posible sin la donación y ésta depende en gran medida de la confianza en la limpieza y transparencia del proceso, existe siempre el riesgo latente de conflicto entre el derecho a la privacidad del interesado con la necesidad de dar explicaciones para garantizar a los ciudadanos que la asignación del órgano se hace con total independencia de que la persona salga en la prensa o deje de salir.

No voy a citar casos de famosos habidos en los últimos 20 años, que creo están en la mente de todos. Curiosamente en España es el hígado el órgano que levanta más pasiones sin que otros como el riñón, mucho más frecuente (se hacen tres veces más) o los torácicos, susciten mayor interés entre nosotros, aunque obviamente los hay. Es una diferencia con lo que ocurre por ejemplo en USA donde por no hablar más que de la comunidad hispana, hay casos de trasplante pulmonar como el reciente de José Luis Rodríguez “El Puma” o el renal de Selena Gómez que arrasan en prensa y redes sociales.

La comunicación de estos casos no es fácil. Aunque haya quien piense que el trasplante de un famoso y el hecho de que éste cuente a posteriori su experiencia es algo que puede ayudar a concienciar a la gente sobre el tema de la donación, mi opinión es justo la contraria. Es complicadísimo convencer a la gente de que un cantante o un político trasplantado no ha recibido ningún trato de favor, sobre todo si por razones del cargo y del respeto a la privacidad, no puedes explicar detalles que conoces y que disiparían cualquier duda.

Basta leer cualquier foro en redes sociales y ver el exquisito lenguaje, los profundos conocimientos y ponderados argumentos de que hacen gala los internautas sobre cualquier tema para comprender que los intentos de salir indemne de una discusión de este tipo son meramente ilusorios. Incluso un sistema de la reputación y transparencia que ha acumulado el modelo español de trasplantes se ve sometido a fuertes tensiones cada vez que se produce uno de estos casos.

El cierre en falso no puede ser una opción porque es mucho lo que nos estamos jugando en credibilidad del sistema



Curiosamente, lo que parece escandalizar a muchos de los que opinan sobre estos casos es que lleguen a trasplantarse, algo que como decíamos le sucede a más del 90% de los enfermos españoles que entran en lista de espera, de manera que por mera estadística le va a corresponder. Discuten entonces si se han trasplantado antes que otros cuando lo cierto es que el sistema español de atribución de órganos está tan consensuado y compartido por tanta gente que su transgresión sería fácilmente detectable y denunciable, algo que nunca ha ocurrido.

La guinda la han puesto últimamente unas escuchas telefónicas en las que directamente se inscribe el ya famoso trasplante hepático de vivo realizado a Éric Abidal en 2012 (y que ya en su día provocó algún que otro malentendido y comentarios sin fin) en un caso de presunta compraventa de órganos. Veremos en qué acaba todo, pero la situación creada y su amplificación universal por la índole de sus protagonistas, puede ser y de hecho está siendo ya muy lesiva para el buen nombre de nuestro sistema hasta el punto de hacer imprescindible el esclarecimiento pleno de lo ocurrido, en la línea de lo planteado por la ONT y la OCATT.  Algo que por otra parte debería ser muy simple, a nada que los protagonistas, donante y receptor, quisieran realmente explicarse en público, más allá de la negativa ritual en estos casos. El cierre en falso no puede ser una opción porque es mucho lo que nos estamos jugando en credibilidad del sistema y de rebote en vidas humanas de enfermos trasplantados.

Decididamente lo de la fama y el trasplante no marida nada bien. Va mucho mejor el anonimato.

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