Un tradicional punto débil en la financiación de la investigación biomédica en España es la escasa contribución de la iniciativa privada. Han sido pocas las entidades que dedican una parte de sus beneficios a potenciar la investigación, y menos aún las que lo hacen sin unos intereses muy concretos en determinado campo específicamente relacionado con sus actividades.

Por ello, especialmente en los tiempos de crisis que padecemos y que confiemos estén llegando a su fin, merece la pena destacar el esfuerzo realizado por la Fundación Mutua Madrileña (FMM), que desde 2004 ha dedicado más de 50 millones de euros a la financiación de 1.185 proyectos de investigación en 150 centros de todas las comunidades autónomas españolas. Ello convierte a la FMM en la entidad privada española que más recursos dedica a la investigación científica, y además de forma completamente desinteresada ya que no participa en posibles patentes ni busca retorno económico alguno de la inversión realizada.

Con estos antecedentes, se entiende que la Presidencia del Comité Científico de la FMM, que recientemente me ha encomendado el Patronato de la Fundación, supone además de, por descontado, un honor y una responsabilidad, sobre todo y fundamentalmente una gran oportunidad. Si de algo ha servido mi trayectoria gestora en el Sistema Nacional de Salud a lo largo de un cuarto de siglo es para acumular un amplio conocimiento del mismo y de quienes lo componen. Ello debería contribuir a algo que a lo largo de los 11 años que llevo colaborando con esta entidad he comprobado que es con mucho la tarea más difícil: seleccionar entre multitud de proyectos de muy alto nivel aquellos con las mejores posibilidades de desarrollo y mayor repercusión social, y ello en unos campos muy determinados que han ido variando y que habrá que reconsiderar, pero que en la última convocatoria se han centrado en la oncología, los trasplantes, la traumatología y las enfermedades raras.

Mucho se ha repetido que el porvenir de un país se basa en su capacidad de investigar y de innovar, y también que la crisis, lamentablemente, ha dañado un tejido investigador incipiente, muy difícil de crear y aún más costoso de recuperar. Desde la FMM esperamos modestamente poder contribuir de la forma más eficiente posible, a este proceso continuo de la investigación biomédica con unos fines muy claros: la mejor solución de las enfermedades y el progreso de nuestro país.


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