Al encierro de algunos pacientes en el Hospital 12 de Octubre de Madrid se ha sumado, en el cambio de año, el de otros tantos en el Josep Trueta de Barcelona y en el Hospital Provincial de Córdoba. Esta concatenación de manifestaciones retroalimenta un enfoque erróneo, o, cuando menos, poco meditado por parte de estos enfermos, como lo demuestran algunas pancartas exhibidas por sus representantes en las que se reclama el tratamiento universal de la enfermedad en España e incluso se acusa de grave negligencia a los políticos por no dispensarlo. No parece sensato hacer ruido desmedido cuando el Gobierno trabaja a contrarreloj para ofrecer una solución proporcional a este grave problema; si todos los afectados por dolencias de terapia costosa o novedosa hicieran lo propio, la salud financiera del Sistema Nacional de Salud no tardaría en desplomarse.
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