Hace unos días tuve el placer de asistir a una cata de cervezas en el Colegio de Médicos de Madrid, organizada por Cerveceros de España, gracias a la invitación personal de su director general, Jacobo Olalla, y pude comprobar una vez más que siempre se puede aprender algo nuevo, si se tiene una actitud positiva frente al aprendizaje, algo que fue realmente fácil gracias a la gran capacidad pedagógica de nuestro maestro de ceremonias, Juan Muñoz, gran conocido en este mundo y presidente de honor de la Unión de Asociaciones Española de Sumilleres.

Merece la pena recordar que España, siendo el cuarto país productor de cerveza de la Unión Europea, es el de consumo más moderado, además de que ese consumo se suele hacer en un 82% de los casos acompañado de algún alimento, lo que confiere a la cerveza la característica de alimento saludable dentro de nuestra dieta mediterránea, algo que siempre está presente en todas las campañas de marketing de Cerveceros de España (Moderación, alimentos y conducción) y que no estaría de más que incorporaran otras bebidas que acompañan a nuestra cultura.

El detalle de los organizadores de ofrecernos en la cata seis tipos de cerveza, y no de marcas, contribuyó sin duda al rigor científico y cultural del acto, al tiempo que pudimos degustar cada cerveza acompañada de magníficos platos gastronómicos, desde una ensalada de perdiz escabechada con cítricos y balsámico maridada con una cerveza sin alcohol, hasta el postre, una delicia de chocolate con palitos blancos y coulis maracuyá, que hermanamos con una cerveza negra stout, algo que sinceramente nunca había probado antes y que ni imaginaba que se podía unir desde el punto de vista gastronómico.

Mientras catábamos, que no abusábamos, de cada tipo de cerveza, sin alcohol, lager especial, de trigo, de abadía, extra y negra stout, nuestro magnifico maestro Juan Muñoz nos enseñaba la importancia del proceso de  elaboración, que no de la fabricación de la cerveza que estábamos probando. La temperatura, el color, el brillo, la transparencia, el atractivo de la espuma, el aroma, la textura y los diferentes sabores iban aflorando poco a poco, al tiempo que aprendíamos que la mejor forma de cervecear o disfrutar de la cerveza es sirviéndola en una copa de cristal fino, fría y no congelada, que no exceda un tercio de su capacidad y cogiéndola por la caña para no calentarla.

En este controvertido punto, el de la temperatura, también nos recordaron que no hay ciencia, sino experiencia y cultura; hay países en los que su tradición marca la tendencia de tomar la cerveza a temperatura ambiente y los que prefieren disfrutar de una cerveza bien fría como es nuestro caso. Lo importante es que aprendamos a disfrutar de la cerveza, y si a los españoles nos gusta fría, pues la debemos tomar a una temperatura no superior a los 5 grados si se trata de una cerveza lager o rubia, o a unos 10 grados si preferimos probar una cerveza oscura.

A buen seguro que cuando lean esta columna de opinión puedan pensar que utilizo un término, el de cervecear, de forma incorrecta porque no está aceptado por la Real Academia de la Lengua, y están en lo cierto, pero se trata de un nuevo término que Cerveceros de España quieren promover y defender, y que desde luego yo hago también mío con su permiso, porque lo entiendo como el arte de saber disfrutar de forma saludable de una cerveza, unido al romanticismo de aprender a apreciar todas sus características. En este contexto, también pudimos recordar en la cata que la cerveza contiene agua, calcio, sulfato, cloruros fibra, proteínas, vitaminas, cereales como la cebada o el trigo, levadura y lúpulo que tiene propiedades antioxidantes, y que una caña de unos 200 ml. tiene unas 90 calorías y si es sin alcohol no llega a las 17; que un pincho de tortilla española y una cerveza bien fría, algo típico en nuestra cultura mediterránea, no sobrepasa las 200-250 calorías y que siempre debemos recomendar su consumo moderado y recordar que si después de tomar la tapa tenemos que conducir un vehículo, lo mejor es disfrutar de una cerveza sin alcohol y eso sí que es cervecear de forma saludable, algo que deberíamos incorporar en los hábitos saludables de nuestros jóvenes.

La verdad es que esta magnífica cata me sirvió para que de nuevo afloraran en mí los sentimientos más nobles de poder seguir siendo alumno y aprender muchas cosas nuevas, un valor que merece la pena fomentar en las aulas universitarias.


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