Según los últimos datos aportados por el estudio Plan de Disminución de la Reutilización 2009, elaborado por el Consejo General de Enfermería, en España hay 3.500.000 personas con diabetes diagnosticada, de las cuales 850.000 se inyectan diariamente insulina una media de 2,2 veces. Del total de las personas con diabetes, el 53,7 por ciento utilizan de media cada aguja 1,8 veces. Este porcentaje supone un total de más de 203.000.000 de agujas reutilizadas al año.

Estos datos ponen de manifiesto que en nuestro país, la reutilización de material de inyección continúa siendo una práctica habitual y, por desgracia, bastante extendida, que no está suficientemente perseguida por algunas administraciones públicas, a pesar de estar prohibida por suponer un grave peligro para la salud de los pacientes.

En este sentido, los pacientes diabéticos no son conscientes en muchas ocasiones de la gravedad que puede entrañar esta práctica para su salud. Los propios datos aportados por el estudio demuestran que el principal motivo de reutilización es la comodidad de los propios pacientes, seguido de que no quieren tirar algo que está en buen uso, además de una falta de percepción al riesgo al realizar esta práctica. También existe una falta de formación sobre los posibles riesgos de la reutilización. En este punto, llama la atención que se eche la culpa a los pacientes cuando se ha demostrado el poco peso de los protocolos sanitarios que promueven la reutilización.

La Administración Pública y las instituciones sanitarias son el otro punto de apoyo sobre el que se sustenta la reutilización del material de inyección en los diabéticos. Estas instituciones tienen mucho que decir y más dónde actuar, ya que la mayoría no cuenta con protocolos de actuación claros y no dispensan las agujas suficientes a los pacientes. Éste es el caso de Cantabria, territorio que menor cantidad de agujas dispensa, seguida de Cataluña y País Vasco.

En conclusión, las agujas son de único uso, y una vez utilizadas, pierden su esterilidad y sus puntas pueden deteriorarse. La punta de las agujas que se reutilizan se vuelven frágiles y pueden romperse dentro de la piel. Además, no penetran tan fácilmente como una nueva y pueden causar dolor, sangrado y hematoma. Diversos estudios científicos demuestran que existe una relación directa entre la reutilización de agujas y la aparición de lipodistrofias en el sitio de la inyección.

A la vista de esto, pacientes y Administración deben encontrar la forma idónea para erradicar esta mala praxis perjudicial para los pacientes diabéticos. Una fórmula que irremediablemente pasa por que los pacientes tengan más información y formación para que puedan tomar las decisiones correctas ante esta práctica. Y por lo que respecta a la Administración, se debe implicar y comprometer para que las instituciones sanitarias eliminen esta práctica además de informar y formar -a la sociedad en general y a las personas con diabetes en particular-, para que no se permitan estas prácticas que ponen en riesgo la salud de los pacientes.  

 

 

 


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