El 21 de septiembre pasado en la trigésimo cuarta edición de la Escuela de Verano de Salud Pública de Menorca se celebró un encuentro dedicado a valorar las posibilidades de incrementar el atractivo de la Salud Pública como ámbito de ejercicio profesional. 

Teniendo en cuenta que en la actualidad las administraciones públicas, tanto autonómicas como locales e, incluso, la Administración General del Estado, son las instituciones donde trabaja el mayor número de profesionales dedicados a las tareas de vigilancia, protección y promoción colectivas de la salud de las poblaciones, el eje principal del encuentro fue, precisamente, el de la salud pública como institución gubernamental.

Como es sabido, las titulaciones académicas de los profesionales de las administraciones de Salud Pública son las que hoy se denominan Ciencias de la Salud, sobre todo Medicina, Farmacia y Enfermería. Sin olvidar Veterinaria, cuyas actividades de protección de la salud son cruciales para el funcionamiento cotidiano de los dispositivos del salubrismo institucional.

El caso es que, además de la condición universitaria, todas ellas comparten la naturaleza profesional. Que las corporaciones de derecho público que son los colegios respectivos evidencian, lo que les confiere una robusta identidad, por lo que, como mucho, pueden llegar a considerarse médicos, farmacéuticos, veterinarios o enfermeras de salud pública, aunque habitualmente la percepción prevalente es la de ser profesionales de la Enfermería, Veterinaria, Farmacia o Medicina. Singularidad que en la práctica no facilita precisamente el trabajo interdisciplinar esencial de la Salud Pública.


"Un grado de Salud Pública desnaturalizaría su esencia interdisciplinar y multisectorial, que es imprescindible para identificar, comprender y en su caso modificar los determinantes colectivos de la salud de la población"



Entre otras cosas porque la perspectiva desde la que llevan a cabo sus actividades es, más que la de la genuina Salud Pública, la de la aplicación de sus competencias específicas al ámbito de la sanidad de las colectividades. Una aplicación necesaria y conveniente, imprescindible incluso, pero insuficiente para trabajar conjuntamente con quienes son competentes en lo suyo que en primera instancia no es la Salud Pública, sino la profesión primera.

Podría pensarse pues que lo conveniente sería establecer un grado universitario de Salud Pública que, en su caso, estimulara la creación posterior de una autentica profesión de Salud Pública. Posterior porque la titulación académica no es bastante para establecer una profesión. Se requiere cierta garantía corporativa para con la sociedad.


Capacitación de postgrado en Salud Pública


Pero el caso es que un grado de Salud Pública desnaturalizaría su esencia interdisciplinar y multisectorial, que es imprescindible para identificar, comprender y en su caso modificar los determinantes colectivos de la salud de la población. Por ello es esencialmente una capacitación de postgrado que necesita enriquecerse con las perspectivas que pueden aportar otros grados, no sólo de las Ciencias de la Salud y de la Vida. También de disciplinas como la Demografía, la Estadística, la Sociología, la Economía, el Urbanismo, el Derecho, etc.

Pero el bagaje interdisciplinar no puede armonizarse benéficamente sin un contexto compartido. Una base mínima común que facilite el entendimiento mutuo. Un lenguaje compartido. De donde parece conveniente que las instituciones donde trabajan los profesionales de la Salud Pública favorezcan tal disposición, lo que tal vez podría conseguirse instaurando un requisito análogo al que necesitan los profesores de Enseñanza Secundaria en España. El curso de adaptación pedagógica.

Un primer paso en el fomento de una genuina profesión de Salud Pública en la que las profesiones antecedentes se fusionen e integren. Pasar de ser médico salubrista a ser salubrista médico, veterinario, farmacéutico o jurista.  Un primer paso que debería completarse con otros para que además de devenir una profesión la Salud Pública resultara atractiva como dedicación laboral. 

Entre otros y particularmente en el ámbito de las Administraciones Públicas, la existencia de una auténtica carrera profesional que a la vez que un incentivo para la excelencia personal  comportara un atractivo laboral de las personas con más talento y habilidades, más allá de los trienios y escalafones, más allá de responsabilidades orgánicas podría constituir un seductor atractivo.