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23 feb. 2018 11:30H
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El 21 de marzo estamos todos los médicos llamados a manifestarnos ante la clase política en defensa de nuestra profesión, nuestra dignidad y por la recuperación de todo lo que se nos ha recortado en estos años.

Decía William Shakespeare que “fuertes razones hacen fuertes acciones”. Esta frase sintetiza muy bien lo que deseo expresar. Una manifestación es una acción fuerte, mas cuando se hace con una carga de fuertes razones. Y los médicos, todos los facultativos, estamos cargados de razones.

¿Qué motiva esta decisión? Sin duda alguna, motivos hay, y son muchos. Llevamos años acumulándolos, cargando de razones el baúl, sufriendo de forma mas que evidente una situación que ha llegado al punto de hacernos estallar.

Se puede considerar que somos unos “privilegiados”, incluso se puede decir que otros lo están pasando peor. Sin duda esto es cierto, pero también lo es que estamos siendo especialmente agredidos por esta crisis que, como ya he dicho en muchas ocasiones, no hemos provocado nosotros y, sin embargo, nos la hacen pagar quienes han sido sus verdaderos responsables.

Tenemos la mayor consideración social, somos abnegados trabajadores públicos, tenemos horarios inhumanos, se trabaja una media de horas que supera de largo a otras profesiones, con responsabilidades derivadas de una formación que nos permite asumir tareas complejas y de gran trascendencia. Nunca nos quejamos por ello, todo lo contrario, lo asumimos con resignación, incluso hasta con gusto. A nadie le gusta estar días y días alejado de su familia, haciendo horas a veces interminables y estresantes de guardia. Aún así, ahí estamos, día tras día y como bien dicen los compañeros del SUMMA 112, “24/7/365 on fire”. Esa es nuestra vida, nuestra profesión.

Pero estar orgullosos de nuestra profesión, entender que es sacrificada, dura, difícil, y muchas veces ingrata, no es incompatible con gritar que queremos dignidad, respeto, consideración, algo que mayoritariamente nos dan nuestros pacientes, pero que de forma crónica nos quitan los “administradores/políticos” que nos gobiernan. Y quiero dejarlo bien claro, con independencia del color político que tenga el gobierno de turno. Se empezó con aquello de que querían vernos en alpargatas, y con los años lo están consiguiendo.

Y como decía Umbral, ¡he venido aquí a hablar de mi libro! Y mi libro es ese que dice que quiero recuperar la perdida salarial, un 30% aproximadamente; que quiero recuperar las plantillas perdidas y que garantizan dar asistencia de calidad; recuperar una jornada laboral de 35 horas; una carrera profesional homogénea e implantada en plenitud en todas la Comunidades Autónomas; que se realicen OPEs y traslados periódicos que terminen con la precariedad;  que las plazas de MIR sean suficientes para dar salida a los egresados de las facultades; que para trabajar como médico sea necesario saber medicina y no se excluya a nadie por desconocer una segunda lengua cooficial. Podría seguir escribiendo muchos otros capítulos de mi libro, pero ya sabemos todos cuales son.

En definitiva, hay razones y motivos de sobra par acudir a gritar alto y claro que ya estamos hartos. Que ya está bien de sufrir un maltrato crónico. Es hora de que nos devuelvan todo lo que nos han quitado en estos años. Nos lo merecemos, es de justicia. Se que habrá quien de forma demagógica argumente que seguimos teniendo grandes privilegios, que seguimos siendo unos “bien pagados” comparado con otros. También se que tenemos unos horarios infernales, un trabajo complicado y cargado de responsabilidad. Pocas veces se ve a los facultativos salir a la calle, por eso creo que cuando lo hacemos es por necesidad. No va en nuestro ADN el protestar en las calles, todo lo contrario, tenemos una especial sensibilidad en contra de ello, incluso nos da vergüenza manifestar que tenemos necesidades, que también necesitamos comer, dormir, que tenemos hijos, que pagamos hipotecas.

Termino, no sin reiterar que hay motivos, muchos motivos. Por nosotros, por nuestros pacientes, por nuestra Sanidad, estaré orgulloso y visible en la cabecera de la manifestación del 21 de marzo.