La siguiente fase del plan nacional será acabar con el infradiagnóstico



26 jun. 2015 15:46H
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Marcos Domínguez. Madrid

Agustín Albillos.

La primera parte del Plan Estratégico Nacional de Abordaje de la Hepatitis C, reducir la carga de la enfermedad en los pacientes más graves, se completará en un año o año y medio. Es la estimación que calcula Agustín Albillos, presidente de la Asociación Española para el Estudio del Hígado (AEEH), en conversación con Redacción Médica.

“Vamos a ver en los próximos años un aumento de la carga de la enfermedad, derivada del desarrollo de cirrosis por el virus C”, explica Albillos, para matizar que “esto no va a ocurrir” al ponerse en marcha el plan estratégico que, según parece, va a buen ritmo, al menos en la Comunidad de Madrid, donde ejerce el que es también el jefe de Servicio de Gastroenterología y Hepatología del Ramón y Cajal.

El virus tarda unos 20 años en mostrar sus manifestaciones más graves, que aparecen en alrededor del 20 por ciento de los infectados. Es por eso que “ahora estamos asistiendo a las consecuencias de la infección”. La mayoría de infectados en España (se calcula que hay 500.000, aunque solo el 30 por ciento estarían reconocidos) lo hicieron entre los años 50 y 80, cuando se empezó a mejorar las condiciones higiénico-sanitarias de la población, por lo que es en estos años cuando las consecuencias de la infección están alcanzando su punto álgido.

España ocupa un término medio en cuanto a prevalencia de la enfermedad: entre un 1 y un 1,5 por ciento de la población está infectada, lejos de los países de la Europa oriental y norte de África (entre un 2,5 y un 3 por ciento), pero también del norte europeo, donde la prevalencia es la mitad de la española. Albillos señala las diferencias higiénico-sanitarias de los países como la principal causa de esta diversidad, unido a las corrientes migratorias. “Como en tantas cosas”, sostiene, “hay un gradiente norte-sur y este-oeste”.

Siguiente paso: detectar las formas asintomáticas

Una vez controlados los pacientes más graves, el siguiente paso del plan nacional será acabar con el infradiagnóstico, utilizando estrategias de detección de formas asintomáticas en colectivos de mayor riesgo de infección: reclusos del
sistema penitenciario, adictos a drogas administradas por vía parenteral, homosexuales masculinos o personas que recibieron transfusiones de sangre antes de 1990, cuando se descubrió el virus de la hepatitis C.

Con estas acciones se podrá determinar el número de afectados, pues incluso la estimación del plan (51.900 pacientes graves) “no es un dato muy consistente”, puesto que se basa en extrapolaciones. Incluso puede haber habido un exceso de celo en el cálculo y “quizá está un poco sobreestimado”. Sin embargo, el número global real de infectados es muy posible que se acerque al medio millón calculado. A medida que el plan se desarrolle, se acercará a una cifra cada vez más ajustada.

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