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Miren Iza, psiquiatra de profesión y también cantante y líder de Tulsa, acaba de sacar su nuevo elepé: 'Amadora'

Miren Iza, líder de Tulsa y psiquiatra, habla sobre la relación de la música con la salud mental.
Miren Iza, líder de Tulsa y psiquiatra - Autor: Aitor Laspiur.


21 oct. 2023 12:20H
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Miren Iza, conocida como líder y cantante de Tulsa, compagina su trabajo en la música con su labor como psiquiatra. La sanitaria publicará en este trimestre de 2023 'Amadora', el que será su séptimo elepé, en el que, ella misma explica, "ha tenido un abordaje más racional" pues ha querido tratar un tema que ve en consulta y le genera muchas preguntas: el dolor de las mujeres. 

La cantante y sanitaria concede una entrevista a Redacción Médica donde reflexiona sobre cómo influye en su trabajo como psiquiatra la música, y cómo condiciona su papel como médica sus canciones. Dos mundos, aparentemente ajenos, que en realidad están más imbrincados de lo que parecen. 

¿Considera que su faceta de psiquiatra influye en su música? ¿Son dos entes que interactúan entre sí?

Todo lo que soy influye en la música que hago, así que algo tan intenso e importante como escuchar las historias de otros desde hace tantos años ha tenido que influir en mi música. La música también ha influido en la forma de acercarme a la salud mental, me ha dado herramientas nuevas y una visión más amplia del mundo, creo. La literatura, la música, el cine... forman parte de la educación de un médico tanto o más que los libros de medicina, porque le ayudan a trascender su propio universo y salir al encuentro del otro. Tengo que decir que me gusta contribuir a acabar con la imagen del psiquiatra de barba blanca, gafas y gesto omnipotente e impertérrito. Soy frágil y muchas veces me siento perdida como la gente que veo en consulta.

¿Le ha resultado muy difícil compaginar su trabajo como sanitaria con su labor como músico?

No mucho, no tengo hijos, así que tengo bastante tiempo para mí, para estudiar, para leer y también para la música. Es verdad que el concepto de vacaciones no existe para mí porque desde hace muchos años las dedico a la música, que también es un trabajo exigente, pero de momento más allá de alguna tensión puntual por agendas no he sufrido demasiado.

A la hora de escribir las letras de sus canciones, ¿cree que el autoconocimiento que puede tener por su faceta profesional le ayuda a la hora de abordar este proceso?

Las canciones y la poesía habitan el mismo mundo, es el mundo de lo misterioso, de las sombras, de lo que queda sin decir, de las fisuras de la realidad, no es un mundo racional. El autoconocimiento lo utilizo más para llevarme bien con la convivencia y el mundo institucional, no para escribir canciones.

Quizá en mi último disco, Amadora, que sale próximamente, he sido más racional porque he querido abordar deliberadamente un asunto que en la consulta me ha generado muchísimas preguntas, que es el dolor en las mujeres, un dolor que causa mucho sufrimiento y que la medicina no está sabiendo resolver.

¿Considera que la música puede ser una vía de escape (crearla, escucharla…) para momentos complejos de ansiedad, agobios o depresión, por poner algún ejemplo?

La música tiene un poder brutal. Escucharla tiene un efecto muy potente, puede calmar, puede agitar, puede hacer recordar…Pero además, hacerla, tocarla, cantarla con otras personas puede dar un sentido nuevo a la experiencia de vida, y no exagero, lo he vivido y lo he visto muchas veces en otros. Es una pena que la educación musical sea tan pobre y que a veces sea solo un hilo musical, un soniquete de fondo en nuestras vidas. 

En general, ¿qué relación encuentra entre la cultura y el cuidado de la salud mental?

Freud decía que el ser humano necesita lenitivos para soportar la angustia de su propia mortalidad. Puede ser la religión, las drogas o el arte. Yo me quedo con el arte, que puede acompañar, consolar y transformar.

¿Qué cree que arrastramos, todavía en 2023, de una situación tan tremenda que hemos vivido como la pandemia?

Ni siquiera creo que estemos en la fase de “arrastrar”, estamos todavía en plena crisis. Lo más preocupante a nivel global es que ha aumentado la desigualdad social, ha aumentado la precariedad y el miedo a la pérdida de lo más básico, la casa y la comida, eso hace que aumente la ansiedad y la depresión, el desánimo y la desmotivación. También se ve más agresividad, más suspicacia hacia el otro, mayor competitividad y menos empatía. No se puede tratar con antidepresivos y ansiolíticos, o no solo, hay que hacer una intervención a nivel social importantísima, y no veo que estemos muy convencidos de esto como sociedad. Por ejemplo, que haya gente que no comprenda que una ley de vivienda es necesaria para el bien común, es prueba de la ruptura que hay en el diálogo social. Está legimitado el discurso de mirar solo y exclusivamente por el bien propio, esto no era así antes, y es preocupante. Si pensamos que es un asunto meramente individual y que se va a resolver con más psicólogos, estamos abocados a la soledad y a la frustración. Hay algo de la convivencia que se ha dañado y hay que repararlo.

¿Ve positiva la visibilidad que ha recibido la salud mental en las instituciones?

Me parece positivo que se hable abiertamente de ansiedad y depresión en la conversación pública porque hace que la gente tarde menos en buscar tratamiento, aunque a veces se habla de una manera frívola y estereotipada y aún siguen siendo tabú las psicosis, las adicciones y el suicidio. También da un poco de miedo que se genere una expectativa que no se puede satisfacer, la gente va al centro de salud mental esperando tener una cita semanal con la psicóloga de la seguridad social y eso es inviable, aunque es verdad que falta personal y que hay un rango muy amplio entre una cita semanal y una cita cada tres meses. Creo que podríamos aspirar a tener un seguimiento al menos mensual.

¿Considera que faltan profesionales en salud mental dentro del SNS? ¿Qué  se debe hacer desde el Ejecutivo para mejorar la ratio de estos profesionales?

Sí, faltan profesionales porque hay muchos puestos vacantes y ha aumentado mucho la demanda. Parece que ha habido una falta de previsión en las dos últimas décadas en cuanto a la maldita ratio.  Además, ha habido un traslado importante a países vecinos que pagan mejor. No sé cuál es la solución, si dependiera de mi intentaría cuidar mejor a los profesionales, tanto con salario como con tiempo. Si no tenemos tiempo para atender a la gente en condiciones, poco a poco el trabajo pierde sentido y es muy fácil padecer el síndrome de burn-out, el mayor enemigo de los sanitarios, que acaban intentando sobrevivir a sus propias agendas. En resumen, hay que formar a más médicos y hay que intentar traer de vuelta a los que se han ido mejorando las condiciones laborales. No es tan difícil en realidad.

¿Qué dirección considera que debe tomar las políticas de cuidado de la salud mental?

Haría hincapié en la prevención primaria, en la disminución de factores de riesgo, el estrés ambiental y el individual. También es importante ayudar a la gente a reconocer síntomas y que sepa dónde y cuándo buscar ayuda. Que se enseñe también a utilizar con responsabilidad los recursos sanitarios. También es importante la prevención cuaternaria, que el sistema no dañe más de lo que ayuda, el famoso primum non nocere. Un ejemplo muy claro de esto es la crisis de opiáceos de EEUU, con el objetivo legítimo de tratar el dolor se ha provocado una crisis sin precedentes, con decenas de miles de muertes al año.

Para terminar… ¿Se considera más música o psiquiatra? 

Ninguna de las dos cosas o las dos. No me gustan las categorías..
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