La Revista

LA REVISTA de Redacción Médica se adentra en la labor de estos profesionales durante la prueba celebrada en Madrid

Médico en una maratón: de profesión, 'salvavidas'


7 may. 2016 20:00H
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Son las seis de la mañana del domingo 24 de abril. Aún no ha amanecido, y la mayoría de los casi 30.000 corredores que participarán ese mismo día en alguna de las modalidades de la maratón de Madrid aún está durmiendo. Quedan dos horas y media para el pistoletazo de salida a la primera prueba, la de 10 kilómetros, pero la carrera ya ha comenzado. Al menos para los encargados de la asistencia médica, que a esa hora ya tienen prácticamente a punto el complejo dispositivo que, durante unas 12 horas, se ejecutará con el único objetivo de no lamentar ningún daño grave. A través de la visión de uno de sus miembros, LA REVISTA de Redacción Médica se adentra en la actividad de unos profesionales que velan, zancada a zancada y durante 42.195 metros, por la salud de los protagonistas de un deporte que tiene cada vez más adeptos.

Ángel Casas es jefe de Servicio de Samur-Protección Civil. Con casi 20 años de experiencia en el servicio de urgencias del Ayuntamiento de Madrid, es uno de los encargados de coordinar un plan de trabajo que contará con 120 efectivos entre personal sanitario y voluntarios. “El trabajo empieza mucho antes del inicio de la carrera y termina mucho después de su finalización”, afirma haciendo referencia a un operativo que tacha de “bastante complejo” por abordar de forma prácticamente simultánea tres distancias: 10 kilómetros, media maratón y maratón.

Ángel Casas, jefe de Servicio de Samur-Protección Civil.

A la hora de hacer frente a un reto de esta dimensión, una palabra se convierte en absolutamente prioritaria para los servicios médicos: control. Sobre el papel puede parecer sencillo, pero para conseguirlo en una decenas de miles de participantes y durante tantos kilómetros, se necesitan una serie de recursos que cumplen una misión concreta, desde la cura más sencilla hasta la urgencia más apremiante.

“El dispositivo se compone de doce unidades de soporte vital básico, tres unidades de soporte  vital avanzado y tres puestos sanitarios avanzados (PSA), además de doce unidades lince (atención básica en bicicleta), seis unidades halcón (que cubren por tramos el recorrido de la carrera) y 13 equipos de soporte vital básico a pie”, destaca Casas, que dota de especial importancia el Cisel móvil o centro coordinador “que nos permite tener enlace directo con la organización para, a través de su dorsal, identificar y disponer de los datos básicos de un corredor en caso de que sean necesarios”.

Uno de los elementos más importantes para que el servicio se lleve a cabo con éxito tiene que ver con la ubicación de los puntos de atención, especialmente los más avanzados. En el caso de la maratón de Madrid estos tres enclaves se sitúan en la Casa de Campo, dado que “es una zona de mucho movimiento y donde el acceso no es tan fácil”, en la meta y en la zona de vestuario y duchas, situada a poco más de un kilómetro de la anterior. Puede resultar raro que dos de las tres principales zonas de asistencia sanitaria estén tan cerca, y no distribuidas por el circuito, pero a juicio del jefe de Servicio de Samur-Protección Civil es lo más adecuado.

Uno de los tres puestos sanitarios avanzados
que se instalaron para la carrera.

“La experiencia nos ha demostrado la utilidad de colocarlos así”, indica arguyendo que “muchos pacientes son valorados en la zona de meta, van andando y es ahí cuando aparecen síncopes y otros problemas”, apunta Casas, al que los acontecimientos terminaron por dar la razón.

El pistoletazo de salida

A las ocho y media de la mañana comienza la prueba de 10 kilómetros y media hora más tarde hace lo propio la maratón. El día es soleado, algo que los corredores agradecen pero los sanitarios no tanto: “Atendemos a más personas en días de buen tiempo, sobre todo porque resulta más fácil que se den casos de deshidratación”, indica Casas antes de añadir que “no es lo mismo hacer una carrera como la del año pasado, con una temperatura media de ocho grados, a la de este, que ha llegado a rondar los 20; los problemas no son los mismos, y el trabajo tampoco”.

Ha pasado menos de una hora desde que la carrera se inició, y los primeros corredores ya empiezan a hacer su aparición en la línea de meta. Durante ese periodo de tiempo ya se han atendido calambres, dolores musculares y algún caso de deshidratación, pero es ahora cuando comienza la ‘hora punta’ para los servicios sanitarios. “Durante la carrera el trabajo no es tan abrumador, donde encontramos una mayor carga de trabajo es en meta y vestuarios”, afirma el responsable de Samur, que señala a la organización como “lo más complejo” de un proceso que no viven como especial, pero que disfrutan desde un punto de vista profesional.

CUANDO EL DRAMA ES INEVITABLE
La explosión del fenómeno ‘runner’ en España resulta tremendamente positiva en términos de salud, pero en él también hay espacio para la tragedia, que de cuando en cuando aparece en forma de fallecimiento. Especialmente duro ha resultado el pasado mes de abril, que se ha saldado con tres muertes: una en la media maratón de Gijón y dos en la maratón de Castellón. En estas ocasiones, ni siquiera la providencial actuación de los servicios médicos evitó el fatal desenlace, lo que lleva a los profesionales a apuntar a la concienciación de la importancia de una buena preparación, tanto a nivel físico como nutricional e incluso psicológico, de los corredores. Eso, y haberse sometido previamente a un electrocardiograma o una prueba de esfuerzo antes de la carrera, completan la receta de los médicos para enfrentarse con garantías a una situación de enorme estrés corporal.

Los sanitarios, durante la atención de la parada cardiorrespiratoria producida durante la prueba,

Que en un acontecimiento de estas características no se produzca ningún percance grave es poco menos que un imposible, y la maratón de Madrid no es una excepción. En esta ocasión, dos casos destacan por encima del resto. El primero de ellos lo protagoniza un varón de 50 años que sufre una parada cardiorrespiratoria entre la meta y los vestuarios. La ubicación de los puestos sanitarios avanzados defendida por Casas resulta fundamental para completar con éxito la reanimación y salvar la vida al paciente. Como también se consiguió sacar adelante a otro hombre, en este caso de 67 años, que sufrió un accidente cerebrovascular a la altura del Museo Reina Sofía.

“Normalmente, siempre nos encontramos con algún problema grave”, asevera Casas, que destaca la variabilidad entre las patologías como uno de los elementos que marcan la atención durante este tipo de pruebas y, a su vez, aboga por una correcta priorización de los casos: “No es lo mismo un cuadro de deshidratación, calambres o problemas osteomusculares que un paciente que presenta una tarquicardia de 200-250 pulsaciones durante un periodo prolongado de tiempo o uno que, sin antecedentes, ante el sobreesfuerzo debuta con un infarto agudo de miocardio o una muerte súbita”. “Los puntos de atención se ubican en determinados sitios porque es ahí donde resultan más útiles para atajar este tipo de episodios”, añade.

En el Parque del Retiro el reloj supera las tres de la tarde. La carrera, que se salda con victoria del keniata Peter Kiplagat, ya ha terminado. Ellos, sin embargo, aún siguen al pie del cañón. En total, el equipo de Samur-Protección Civil atiende a 196 corredores, de los cuales 31 son enviados a distintos hospitales. Como los participantes, han tenido que hacer frente a obstáculos y contratiempos superados con un trabajo que también es fruto de un entrenamiento exhaustivo que se salda con un resultado magnífico. Los servicios médicos han completado con éxito, una vez más, su maratón.
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